La industria y el turismo rebotan con mucha fuerza en Cantabria

La región espera un segundo semestre con tasas históricas de crecimiento

Miguel Ángel Revilla avanzó durante el último debate sobre el estado de la región que las grandes empresas cántabras preparan inversiones por importe de más de 2.100 millones de euros. De ahí cabría colegir que nos espera un futuro inmediato esplendoroso, pero muchas de esas inversiones se quedarán en aguas de borrajas si no consiguen los fondos europeos por los que suspiran. Aunque no se ejecuten parte de ellas, es cierto que se está produciendo una concentración histórica de inversiones privadas en el ámbito de la industria. Antes de que ocurran, el sector ya registra un fuerte rebote en la cifra de negocio, muy superior a la media nacional y no es el único que crece deprisa. Las reservas turísticas apuntan a una campaña de verano tan espectacular como la anterior


El pasado 24 de septiembre, el Banco Santander cotizaba a 1,44 euros, algo que ningún accionista esperó ver jamás. A pesar de los descensos de las últimas semanas, ahora supera los 3 euros, bastante más del doble. Muchos pueden pensar que son las idas y vueltas de la bolsa, pero en esas idas y vueltas los cántabros se juegan mucho, especialmente en cómo evolucione el Banco Santander, ya que hay muchos ahorros locales invertidos en él.

Aunque esté lejos de las cotizaciones históricas, que ahora valga más del doble que hace diez meses es uno de los factores que permiten confiar en un cambio radical en las pautas de consumo. Incluso para quienes disponen de unos ingresos habituales elevados, la sensación de que su patrimonio se estaba hundiendo retraía cualquier decisión de compra y dejaba el ánimo muy poco proclive a las inversiones.

El ahorro acumulado a lo largo de muchos meses de restricciones también está empujando el gasto interno. En lo que va de año, la comunidad registra los mayores incrementos del país en venta de viviendas y de vehículos usados y han subido los precios en el mercado inmobiliario, incluido el alquiler, frente a la evolución negativa que han tenido en las grandes ciudades. La venta de vehículos mejora, pero sigue muy lejos de los niveles de 2019, mientras que  la de usados ya está donde solía. El comercio minorista también crece a un ritmo del 18%, aunque tras la oleada de cierres y su bajísimo punto de partida, no es suficiente consuelo para sus propietarios.

Las reservas hoteleras ya garantizan un lleno en el sector turístico semejante al que tuvo el pasado verano, aunque solo lleguen visitantes nacionales. FOTO: DAVID S. BUSTAMANTE

La capacidad de gasto de los visitantes del verano confirmará o no estos datos, pero todo indica que sí, porque el perfil medio del visitante tiene un poder adquisitivo elevado y volverá la colonia mejicana, cuya ausencia del pasado año (no hubo vuelos) se dejó notar en el comercio local.

Fuerte crecimiento en la industria

No solo ha mejorado la situación patrimonial de muchas personas. Las ventas de la industria cántabra han crecido en el primer cuatrimestre del año un 21,2%. Aunque hay que recordar que 2020 estuvo condicionado por la declaración del estado de alarma, esas mismas circunstancias se dieron en el resto del país y su evolución ha sido ocho puntos menor.

Las ventas de la industria han subido a un ritmo del 21% hasta mayo

La gran incertidumbre para la industria en estos momentos es el aumento de contagios entre la población joven, que está provocando la cuarentena de muchos empleados.

La evolución de la pandemia todavía puede dar más sustos, si bien la buena marcha de las vacunaciones debería evitar que sean demasiado graves. Pero también en este terreno Cantabria juega con ventaja. El mayor problema que puede afrontar la economía española es la pérdida, por segundo año consecutivo, de los visitantes internacionales, o de una buena parte de ellos. Incluso en el caso de que este verano la incidencia del coronavirus en nuestro país fuese ya residual –que no lo va a ser– en este negocio es necesario que los mercados emisores estén en la misma o parecida situación. Si los países de origen de esos visitantes no vacunan a un ritmo suficiente o sufren un repunte inesperado de la enfermedad, y se ven obligados a cerrar o semicerrar sus fronteras, el perdedor también será España, el segundo mayor receptor de turistas del mundo.

Preparados para el lleno

En el caso de Cantabria esa nube es mucho menos amenazadora, porque el 80% de sus visitantes son nacionales y, aunque no llegasen prácticamente extranjeros, como ocurrió el año pasado, está garantizado el lleno, dado que, a su vez, muchos españoles tendrían que reorientar sus vacaciones hacia el mercado interior.

Las reservas en los establecimientos de hostelería son lo suficientemente alentadoras como para que los empresarios del sector sean optimistas sobre su negocio a corto plazo, un cambio muy significativo con respecto a las protestas públicas que realizaban hace solo unos meses y a los dramáticos mensajes sobre la situación que estaban atravesando.

Ellos se preparan para el lleno y esa cota estará más alta que nunca, al menos en la hostelería a pie de calle, que va a disponer de muchísimos más metros de terrazas, gracias a la comprensión de los ayuntamientos. También aumenta deprisa la planta hotelera. En estos momentos hay, solo en Santander, ocho hoteles en diferentes fases de desarrollo. Aunque la mayoría no sean de gran tamaño, es un número desconocido desde hace mucho tiempo.

Estos factores hacen que en el Gobierno haya optimismo. La consejera de Economía se atrevió a explicitarlo en mayo, al anunciar que Cantabria recuperaría los niveles de 2019 nueve meses antes que el conjunto del país. De hecho, ya se espera un crecimiento muy fuerte para este segundo semestre.

El presidente regional ratificó este optimismo en el debate sobre el estado de la región, en el que desgranó la oleada de inversiones industriales que se avecina.

Los precios industriales preocupan

Los que también se preparan para un mercado al alza son los industriales, con un peso en el PIB sensiblemente mayor. Eso indica que al menos dos sectores dan por superada la crisis. Las grandes fábricas ya han recogido el impulso del mercado internacional, si bien la automoción empieza a notar la ralentización de las plantas de montaje de coches por la falta de chips asiáticos.

No se juntaban tantas inversiones industriales desde 2008

Para el resto, la demanda es francamente buena y hay dos indicios clarificadores: el récord histórico en toneladas que ha batido el puerto de Santander en el movimiento de mercancías durante el primer cuatrimestre del año, algo que no se había conseguido desde hace década y media, porque los tráficos actuales son más valiosos pero menos pesados; y la facilidad con el mercado está aceptando la fuerte subida de precios en los productos industriales (en Cantabria, casi un 11%) a consecuencia del encarecimiento de las materias primas, que repercute en toda la cadena. Los bienes intermedios han subido un 17,7% y la energía se ha sumado a este festín alcista con un 16,4%.

Es evidente, no obstante, que esta tendencia tan inflacionista no se puede mantener a largo plazo, y es una sombra que planea sobre el futuro del sector. Tampoco convendría dejarse llevar por la euforia basándose en unos datos estadísticos que son meramente coyunturales, pero en este caso llegan con una garantía a largo plazo, las inversiones que la industria local viene anunciando desde hace meses, que solo son comparables a las que se hicieron en la primera década de esta centuria, cuando se vieron forzadas a adoptar las tecnologías más eficientes del momento para obtener la imprescindible Autorización Ambiental Integrada.

De no haber sido por aquellas grandes inversiones, es probable que los propietarios de un buen número de plantas hubiese tirado la toalla años después, al ver que el horizonte económico no se despejaba. De esta manera, a pesar de la dramáticas crisis, se salvaron prácticamente todas, con sonoras excepciones, como la de la cristalera de Saint Gobain, en Vioño, las antiguas Candemat y Greyco o, muy a última hora, Sniace.

Ampliaciones

Ahora, las inversiones responden, en casi todos los casos, a ampliaciones de actividad. Dynasol ya ha decidido trasladar una nueva línea de negocio desde México a su planta de Gajano, la fabricación de hule adhesivo, lo que le obliga a contratar a 50 personas más. La inversión supera los 65 millones de euros y en la construcción de las nuevas instalaciones participarán unas 300 personas.

Por su parte, la empresa Leading Metal-Mechanic Solutions, de San Felices de Buelna, se ha adjudicado el contrato al que aspiraba desde hace años para el gigantesco proyecto de fusión nuclear del ITER (International Thermonuclear Experimental Reactor) que se lleva a cabo en Francia, al que también está haciendo importantes aportaciones ENSA. El importe del que ha firmado Leading supera los 300 millones de euros, lo que le convierte en el mayor encargo de la historia industrial de Cantabria. En concreto, hará el revestimiento interior del reactor, que por las altísimas temperaturas de funcionamiento deberá ser de un metal denominado berilio. Al tratarse de un material radiactivo su manejo es especialmente complejo y la filial del grupo industrial Leading deberá hacer unas inversiones de 25 millones de euros, entre las que se incluye el recinto aislado que ha construido para la mecanización del berilio. También creará 140 puestos de trabajo (110 directos y 30 indirectos).

El grupo Armando Álvarez es uno de los mayores fabricantes de plásticos del continente europeo y ahora va a reforzar su posición con una gran ampliación de sus instalaciones en el Parque Empresarial Besaya (Reocín). Aspla no parece intimidada por los efectos de la pandemia y pasará de producir 25.000 toneladas anuales de film extruido en esa factoría a 80.000, lo que, a su vez, le permitirá aumentar la fabricación de film impreso y confeccionado. Una actividad que requerirá unos 225 empleados más.

Todo el sector de envases y embalajes está en efervescencia. Los responsables de Graphic Packaging International han presentado una nueva línea de negocio que la compañía va a poner en marcha en sus plantas de Maliaño y Requejada, con una inversión de 2,8 millones de euros y la previsión de crear 28 nuevos puestos de trabajo este año.

Se trata de una patente de bandejas de cartón termosellado para alimentos dirigida a los mercados sueco y belga. Más tarde empezarán a exportarlas al mercado estadounidense. Las dos factorías del grupo suman una plantilla de 207 personas y han creado 82 nuevos empleos en los últimos cuatro años. Estas fábricas, adquiridas a la familia Carral, que a su vez ha levantado otra planta en Reocín del mismo sector, han pasado de facturar 33 millones de euros en 2017 a 49 millones el pasado ejercicio.

La fábrica de Siemens Gamesa en Reinosa, ha alcanzado su mayor plantilla de la historia, como consecuencia de las últimas contrataciones. FOTO: MARÍA CASUSO

Por su parte, la empresa de envases plásticos Formaspack, ha tenido un crecimiento fulgurante, sobre todo después de que el Banco Santander se sumase como aliado con una inversión de 50 millones de euros, y acaba de concluir en Reocín su nueva fábrica de PET reciclado, en la que tiene unas perspectivas de negocio a corto plazo de 50 millones de euros al año.

La maderera Peña Lastra ha anunciado su decisión de levantar un fábrica de madera laminada en Los Corrales, que le costará 20 millones de euros y complementará su gama de productos, y la planta reinosana de Siemens Gamesa ha aumentado significativamente su actividad desde comienzos de año, debido a la creciente demanda de plataformas eólicas y de proyectos hidroeléctricos, lo que le ha llevado a contratar a 64 nuevos empleados. Ya cuenta con 313 trabajadores, la cifra más alta de su historia.

Pero, sin duda, la inversión más tranquilizadora es la de Nissan en su planta de Los Corrales, tras haber cerrado la de Barcelona. La empresa inyectará más de 40 millones de euros hasta 2023, lo que le va a servir para seguir ampliando su abanico de clientes, una salvaguarda muy importante, ya que en el pasado estaba vinculada casi exclusivamente a lo que ocurriera en la alianza Nissan-Renault.

Mucho más necesita Solvay para cambiar una de sus dos calderas, que en estos momentos consume carbón. La fábrica de Barreda ya tiene un aliado para afrontar esta inversión, de 200 millones de euros, que le permitirá quemar basuras domésticas previamente tratadas, pero esta inversión está condicionada a obtener fondos europeos, un asunto en el que el Gobierno regional se está empleando a fondo.

En la automoción es un momento de dudas, por la rápida irrupción de los coches híbridos y eléctricos, pero ya hay empresas cántabras que tienen muy clara la necesidad de subirse a esa ola. SEG Automotive hace tiempo que sacó un motor de 48 V para vehículos híbridos, que están instalando muchas marcas, y ahora realiza inversiones para autoabastecerse de componentes electrónicos, y Edscha busca un nuevo nicho de mercado vinculado a la fabricación de puestas correderas.

La alimentación ‘tira’ más que nunca

La fábrica de menaje de cocina Vitrinor está a la espera de que Urbanismo le deje ampliar sus instalaciones de Guriezo. Por su parte, el Grupo Hergom ha iniciado en su factoría de Soto de la Marina una nueva línea de cocottes y sartenes de hierro fundido esmaltado que se venderán en todo el mundo.

Todo el sector alimentario se encuentra, también, en plena vorágine de ampliaciones, especialmente las conserveras. Su negocio no se ha resentido prácticamente por la pandemia, a pesar del cierre temporal de la hostelería y, en general, todo el ámbito industrial alimentario está pensando en invertir, aprovechando que los productos de Cantabria cada vez tienen más demanda en el resto del país.

En la energía se lleva el ‘verde’

Las inversiones también se agolpan en el ámbito de la energía, donde todos quieren ser verdes. EDP ya ha anunciado al Gobierno cántabro su intención de invertir 150 millones para desarrollar y digitalizar la red de local distribución y facilitar la penetración de energías renovables, la misma cantidad que destinará el Puerto de Santander a diversas actuaciones energéticas y de infraestructuras, entre ellas la construcción de un gran depósito de gas para los nuevos barcos que consumen este combustible menos contaminante. Lo sufragará y explotará Repsol.

El puerto también se va a dotar, por este mismo sistema de concesión, de una Terminal de Contenedores, adjudicada al Grupo Boluda, que va a invertir 18 millones de euros en adecuar una parte del Espigón Norte de Raos para construirla y tenerla en servicio antes de concluir el año próximo.

Todas las energéticas manejan inversiones en renovables

La Autoridad Portuaria es el agente público más activo a la hora de hacer inversiones, puesto que también tiene en marcha un silo para el almacenamiento de coches, que va a costar unos 20 millones de euros, y la reconstrucción del Muelle de Maliaño, que ha adjudicado en 19.

Por su parte, Iberdrola tiene en tramitación el parque eólico de El Escudo, que si supera todos los requerimientos supondrá una inversión de 114 millones (hay muchos más proyectos eólicos pero han de superar toda una carrera de obstáculos), y la empresa Hidrocaleras está implicada en un proyecto de almacenamiento de energía mediante una innovadora central hidroeléctrica reversible con agua de mar que pretende construir en Mioño, con una inversión de 89 millones de euros.

La multinacional británica Highview Power, en alianza con la ingeniería asturiana TSK también va a instalar al menos una central de almacenamiento eléctrico, pero la suya estará basada en la física de la compresión de gases. Tiene en estudio tres emplazamientos, (Castro Urdiales, Torrelavega y Guarnizo) aunque el más probable es el de Torrelavega. Tendrá una potencia de 50 MW y se construiría entre 2021 y 2023, con una inversión de 105 millones de euros.

El presidente de Highview Power, el cántabro Javier Cavada, acaba de adquirir a la multinacional Wartsila, de la que fue vicepresidente, su fábrica de Maliaño, la antigua Navalips, con la que ahora, además de hélices, pretende producir palas de bronce para los aerogeneradores marinos de gran potencia, en los que lo componentes sintéticos no son suficientemente resistentes. Será la primera iniciativa en este sentido.

El macroproyecto de Aguayo, una duda permanente

Con ser todas estas iniciativas muy importantes, el macroproyecto por antonomasia, con una inversión superior a 700 millones de euros, es la repotenciación de la central de bombeo de Aguayo hasta alcanzar 1,4 GW, para lo que su propietaria, Repsol, aspira a captar fondos europeos. La enorme dimensión de la obra hace que no pueda estar operativa antes de 2026, en el mejor de los casos. Se trata de un proyecto que viene pasando por los cajones de todos los propietarios que ha tenido Viesgo en la última década y que, por su volumen, nadie se ha atrevido a llevar a cabo hasta ahora. El hecho de que no esté garantizada, por el momento, la financiación europea, hace que tampoco ahora se pueda dar como seguro, a pesar de que la compañía ya ha puesto los avales ante el Ministerio de Industria.

Una foto aérea del parque de madera de Peña Lastra en Los Corrales, que ahora plantea la construcción de una fábrica de madera laminada.

El sector privado de servicios, poco proclive a las grandes inversiones, también se ha apuntado a mover la economía, a través de la construcción. En realidad se trata de una sola iniciativa pero de gran tamaño, el Proyecto Pereda, del Banco Santander, que empleará unos 85 millones en acondicionar su sede como museo y la del palacete que perteneció a Banesto para alojar la dirección territorial de la entidad. Gran parte de esta inversión es el coste de la mano de obra necesaria, unos 2.000 trabajadores durante algo más de dos años.

El repunte de este sector tiene un obstáculo limitador: no hay mano de obra y, menos aún, mano de obra cualificada. Las constructoras se han quedado, en estos años de crisis, sin trabajadores con experiencia, que se han jubilado o se han desplazado a otros sectores y les está resultando muy difícil reclutar a personas con este perfil. Si hace doce años el sector pecaba por exceso, ahora lo hace por defecto, y el problema es que un albañil o un encofrador con experiencia no se improvisa.

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