La venta de paneles solares en los grandes establecimientos comerciales es un síntoma de una tendencia imparable, la del autoconsumo de electricidad. Hace unos años era una alternativa que solo contemplaban algunos ciudadanos especialmente concienciados por el medio ambiente o los más recelosos de las industrias eléctricas, ahora es una opción como cualquier otra: el usuario se plantea si va a ahorrar o no en la factura eléctrica. Y lo cierto es que puede ahorrar, pero a largo plazo.
La mayoría de las empresas eléctricas están animando a sus clientes a la autoproducción e incluso les financian la instalación. Esta paradoja es un signo de cómo han cambiado los tiempos. Pero, ¿realmente sale rentable la inversión?
A los precios actuales de la energía, la intuición conduce a pensar que sí, sin la mínima duda. Pero no es tan evidente ni tan inmediato. Es cierto que se evita adquirirla a otros a esos precios, pero también es cierto que la energía sobrante que se vuelca a la red se remunera a un precio muy bajo, aunque se entregue en hora punta, cuando el cliente de la compañía eléctrica está pagando esos kilovatios a precio de oro.
Un estudio elaborado por la mayor plataforma del país en compraventa de viviendas, Idealista, indica que la inversión se amortiza en diez años (sin ayudas públicas), y quedan quince más (las instalaciones se calculan para una vida útil de 25) para sacarle partido. Aunque es un plazo bastante superior al que calculan las empresas eléctricas y los instaladores (7 años) es una rentabilidad aceptable, pero el consumidor no siempre está dispuesto a esperar tanto tiempo y la tecnología puede avanzar tanto que no merezca la pena mantener los mismos paneles 25 años. Basta ver lo ocurrido en los últimos años, cuando las fábricas chinas han conseguido mejorar el rendimiento y abaratar extraordinariamente el coste por vatio.
Idealista, a través de una herramienta que denomina Energy, ha hecho un barrido de los tejados de todas las casas del país, por tipos y orientación, para obtener los ahorros que se conseguirían llenándolos de paneles (no es lo mismo si son casas individuales o colectivas, si tienen tejados planos, como en el sur, o a varias aguas y, por supuesto, si están orientados al mediodía o al norte). En función de estas circunstancias, deduce que instalar paneles en todas las viviendas del país conseguiría un ahorro neto de 115.000 millones de euros en los próximos 25 años, después de descontar los 78.504 millones que estima de gastos de instalación y de mantenimiento (unos 150 euros por casa y año). De ese ahorro global, 1.532 se millones se quedarían en el bolsillo de los consumidores cántabros.
Obviamente, esas cifras son irreales, porque es casi metafísicamente imposible que todas las casas pongan paneles. En rendimiento real variará, por tanto, en función del porcentaje que se anime. Si en este periodo lo hiciese un 20%, por ejemplo, la cuantía se reduciría hasta los 300 millones de euros, que sigue siendo una cifra notable.
El efecto económico, no obstante, sería bastante mayor, porque para esa enorme actividad generaría un negocio boyante para las empresas instaladoras y una oportunidad de trabajo para muchas personas.
La herramienta tiene la virtud de aplicar un algoritmo que calcula las horas de insolación de cada tejado de cada casa, en función de su orientación y su gradiente, para estimar el número de paneles que serían necesarios (muchas eléctricas también tienen aplicaciones parecidas y es fácil consultar por internet los datos de una vivienda concreta). Por este motivo, no cabe dudar de la verosimilitud de un dato aparentemente extraño, como que coincida el periodo de amortización de los paneles (diez años) en dos comunidades tan distintas como la andaluza y la cántabra. Es consecuencia de la tipología de las viviendas y su orientación: en el norte, buscan el sol; en el sur, lo rehuyen.
Llenar las casas de Cantabria de paneles solares costaría, a los precios actuales, 1.021 millones de euros (sin subvenciones) y el ahorro anual en gasto energético una vez descontada la amortización de los equipos sería de 103 millones (1.532 en los 25 años de vida útil de la instalación).
El ahorro para el medio ambiente
El mayor beneficiado, en cualquier caso, sería el país, que podría sustituir con esta energía gratuita combustibles que tiene que importar, como el gas natural o el petróleo. También resultaría un gran alivio para el medio ambiente, ya que equivale a dejar de consumir 25 millones de toneladas de carbón o a evitar 500 millones de horas de vuelo de avión.
Cantabria, por sí sola ahorraría el equivalente a recorrer dos billones de kilómetros en un coche convencional y este uso masivo de la energía fotovoltaica tendría el mismo beneficio para el medio ambiente que plantar en la comunidad 5,3 millones de árboles para capturar el CO2 que ya no se produciría.