La fotografía con cuerpo

José María Neira, el más activo de los franquiciadores cántabros ha vuelto al mercado con una nueva idea en la que ha implicado ya a 30 franquiciados en España y varios más en Argentina y Portugal. Como en el caso de los cuentos personalizados, se trata de un negocio muy sencillo y de escasa inversión basado, en esta ocasión, en la fotografía que, silueteada y con un soporte plástico se convierte en lo que él llama “escultura personalizada”. Una simple fotografía del niño con el perro o del equipo de fútbol infantil donde milita el retoño de la familia adquiere cuerpo y volumen al adherirse a un metacrilato de cierto grosor y con un soporte que hace innecesario el marco.
Neira se ha especializado en franquicias donde el auténtico valor está en la idea. Si en Láser Cuentos apenas era necesario un ordenador y una impresora, en la fotoescultura –que ha denominado comercialmente Trimage– la inversión oscila entre los cerca de 2,5 millones de pesetas que debe pagar un franquiciado en exclusiva y el poco más de un millón que paga el franquiciado ordinario por acceder al negocio. Los royalties posteriores son apenas 15.000 pesetas mensuales a partir del tercer mes. Ni siquiera es necesario un local comercial. La troqueladora puede instalarse en la propia casa dado que una de las salidas más obvias es ofrecer el producto a tiendas de regalos, de fotografías, papelerías, colegios, kioskos, etc. que hacen de comercializadores a cambio de una comisión del 20%.
Para Neira la imagen no sólo es el presente sino también el futuro “y haya crisis o no, a todo el mundo le gusta verse fotografiado”. Por eso eligió un sistema sencillo de convertir una foto en un soporte de tres dimensiones que además puede presentarse en múltiples formas: pins, llaveros, imanes de frigorífico, soportes para libros, trofeos, etc. con precios de venta al público que van desde las 500 pesetas a las 3.000 en función del tamaño deseado.

Un economista inquieto

Neira, un economista santanderino que ahora cuenta 33 años, empezó en el mundo de los negocios con 26, después de pasar por la gerencia de un centro comercial de Pryca en Hortaleza (Madrid). Su naturaleza inquieta le llevó a plantarse ante la propia Disney, en EE UU para solicitar la licencia que le permitiera utilizar sus dibujos y personajes en la empresa de cuentos personalizados que acababa de fundar. Después de imprimir por sí mismo miles de libros personalizados en uno de los centros comerciales de El Corte Inglés y de conseguir la autorización de la multinacional norteamericana para disponer de sus personajes por una cantidad casi simbólica quedó convencido de que cualquier reto era abordable. El tiempo le ha permitido llegar con la franquicia de cuentos a todos los rincones, pero ahora buscaba otra idea novedosa y esta vez exclusivamente suya, dado que la anterior tenía origen norteamericano.
Neira optó por la imagen convencido de que es un mercado que no tiene límites, ni geográficos ni idiomáticos, con una perdurabilidad en el tiempo prácticamente segura y que apenas tiene variaciones estacionales o económicas. Una vez decidida la fórmula, durante todo un año buscó el procedimiento técnico para convertir una fotografía en una fotoescultura. Después de probar con varios tipos de soporte y de sierras para el silueteado, dio con una solución limpia, rápida y sin los ruidos de otros procedimientos que ya empezaban a causarle problemas con sus vecinos. Como ya hizo con los cuentos, Neira se lanzó a la calle a probar por sí mismo el éxito del producto y los canales de comercialización. De esa experiencia obtuvo las vías más claras de penetración y detectó los públicos más sensible (regalos, bodas, comuniones, bautizos, etc.). Una vez estudiada la fórmula de venta, ha comenzado a ofrecerla en franquicia, la fórmula más rápida para expandirla en busca del éxito.

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