¿En qué se diferencia una SICAV de un fondo de inversión?

Las SICAV no son ni más ni menos que un instrumento financiero creado para captar fondos, gestionarlos e invertirlos. A menudo, los grandes inversores en España recurren a esta vía para administrar sus respectivos patrimonios, ya que una de sus características más reseñables es que tributan al 1%. Sin embargo, esta ventaja está recubierta de unos cuantos matices, puesto que el 1 de enero entró en vigor una nueva normativa que ha endurecido las condiciones necesarias para su supervivencia.

Para entender cómo ha impactado esta ley de medidas en las SICAV –regidas por el Reglamento de Instituciones de Inversión Colectiva–  primero conviene señalar que son entidades de carácter societario anónimo, requieren un capital mínimo de 2,4 millones de euros y han de estar compuestas por al menos un centenar de socios. La nueva normativa establece que cada socio tiene que realizar una inversión mínima de 2.500 euros. En caso de que no sea así, tendrían que tributar mucho más, el 25% de su beneficio.

Invertir en SICAV implica un gran número de ventajas, además del tipo impositivo. No obstante, para comprender su figura también es fundamental entender la figura de los fondos de inversión, con la que guarda ciertas similitudes, pero también unas cuantas diferencias. Tanto la una como la otra tienen como objetivo captar fondos de varios inversores. Ambas necesitan disponer de una Sociedad Gestora de Instituciones de Inversión Colectiva (SGIIC) y una entidad depositaria, en la que la mayoría de casos se trata de un banco. Mientras que la SGIIC se responsabiliza de tomar decisiones en cuanto a la composición de la cartera, la tramitación de entradas y salidas de los inversores y el cálculo del valor liquidativo diario, la entidad depositaria custodia los activos, las inversiones en renta fija, variable y derivados.

Uno de los elementos a tener en cuenta es que la Comisión Nacional del Mercados de Valores –también conocida como CNMV– se encarga de garantizar una gestión transparente y de realizar un control de las SICAV y los fondos de inversión. Precisamente, esta labor proporciona al inversor una elevada seguridad legal.

Como comentábamos previamente, las SICAV tributaban al 1%. Pues bien, la situación de los fondos de inversión es la misma. Ambas instituciones de inversión colectiva, difieren el pago de IRPF hasta el momento de ejecutar el rembolso o la venta de las participaciones o acciones.

Las SICAV y los fondos de inversión tienen cierto parecido, pero también varias diferencias. Mientras que en el primer caso hay que invertir 2,4 millones de euros para su puesta en funcionamiento, en el segundo se necesita una mayor aportación económica, concretamente tres millones de euros.

Las Sociedades de Inversión de Capital Variable disponen de mayor flexibilidad en la gestión. En cambio, los fondos de inversión operan con políticas de inversión más estrictas. Entre otras cosas, en estos casos las políticas de inversión deben ser públicas, de forma que todos los interesados en invertir las conozcan con antelación.

Además, estos últimos no disponen de personalidad jurídica, a diferencia de lo que sucede con las SICAV, que no solo asientan sus bases sobre una Sociedad Anónima, sino que además tienen un Consejo de Administración desde el que se toman decisiones a la hora de invertir y gestionar activos.

Otro elemento que ayuda a comprender mejor las diferencias entre ambas entidades es que un fondo necesita una entidad gestora para funcionar, mientras que una SICAV puede gestionarse de manera independiente e incluso delegar una función a otra sociedad.

Algunos matices

Pese a que la tributación en las SICAV es del 1% –como hemos visto, no en todos los casos– es importante recalcar que todos los socios que deseen sacar dinero, deben tributar como si se tratase de una venta o traspaso de acciones, siempre y cuando hayan obtenido beneficios. Un punto a favor de las SICAV es que los inversores tienen la posibilidad de consultar informes en la web de la CNMV, fundamental a la hora de decidir a dónde va a destinar su dinero.

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