La vivienda comienza a despertar
De las 458 iniciadas en 2017 se pasó a las 1.084 de 2018
El número de empleados en el sector cántabro de la construcción había aumentado un 30% en diciembre con respecto al año anterior. Aunque el punto de partida era muy bajo, el fuerte repunte (el mayor del país) indica que algo está cambiando, a pesar del parón de la obra pública y de que los planes de urbanismo anulados se han convertido en una tortura para el sector. La razón está en que se visaron 1.084 viviendas, más del doble que en 2017, y las obras de rehabilitación también se dispararon.
Desde 2006 la tendencia en la construcción de vivienda nueva en Cantabria ha sido tan decreciente que el sector había llegado a la insignificancia. Solo se produjo un mínimo repunte en 2015 pero, con una base de partida tan exigua, cualquier mejora seguía muy cerca de la nada. Así, hasta 2018, en que el sector parece haber despertado. De las 458 viviendas visadas en el año anterior se ha pasado a las 1.084, lo que no permite echar las campanas al vuelo pero al menos puede indicar que el sector empieza a salir de un larguísimo sueño, en realidad, de una pesadilla.
El ejercicio de 2018 se ha cerrado en Cantabria con 1.084 viviendas de obra nueva visadas, repartidas en 281 promociones, de las cuales el 84% son de una única vivienda, un indicio de que las empresas del sector todavía muestran muchas dudas, no encuentran financiación o han desaparecido, y son los propietarios individuales los más decididos.
En la mitad de los municipios de la región sigue sin verse una grúa y las viviendas que se inician vuelven a concentrarse en el tramo costero, sobre todo en las ciudades o su periferia: Santander, con 285; Camargo, con 142; Castro Urdiales, con 133; y Santa Cruz de Bezana, con 100; aunque no pueden dejar de mencionarse las 44 viviendas que se inician en Udías o las 34 de Miengo.
En total, las viviendas visadas el año pasado supondrán una inversión de 95,4 millones de euros, mucho más significativa que la de años anteriores.
Las rehabilitaciones también se disparan
Coincide esta mejora con la buena evolución de las obras de rehabilitación en edificios residenciales, que ya mostraban una tendencia muy positiva en los años anteriores. A lo largo de 2017 se registraron 1.421, con un incremento del 36% sobre el año anterior, con lo que se acelera la racha alcista, algo que el Colegio de Aparejadores achaca a la implantación del Informe de Evaluación del Edificio “que ha evidenciado la necesidad de acometer obras de conservación en una buena parte del parque inmobiliario existente”.
También ha contribuido la política de subvenciones públicas, que ha abaratado muchas de estas reformas, especialmente la instalación de ascensores en comunidades de vecinos y la mejora de fachadas y cubiertas. El año pasado se instalaron 22 ascensores en edificios ya construidos, y se repararon 300 cubiertas y 133 fachadas.
Es significativo que Santander solo registre una cuarta parte de las viviendas nuevas tramitadas, pero concentre casi el 50% de las obras de rehabilitación (720). En Torrelavega se han acometido 142 y en Castro Urdiales 56.
Aumento del empleo
La renovación de los edificios ha sido un salvavidas para las pequeñas empresas de la construcción. Las 1.421 obras realizadas el año pasado supusieron una inversión de 46,7 millones de euros, a un promedio de 32.800 euros por cada una.
El significativo repunte de las rehabilitaciones y de las nuevas construcciones ha empezado a reflejarse en el empleo del sector. A finales de año, tenía 18.800 trabajadores en las obras, un 30% más que doce meses antes. Aunque es cierto que el punto de partida era muy bajo, no deja de ser la mayor subida del país. Hay que tener en cuenta, además, que en el conjunto de la economía cántabra el empleo solo había crecido un 1,7% con respecto al año anterior, lo que significa que toda la mejoría es achacable a la construcción que, no obstante, sigue muy lejos de los más de 30.000 ocupados que tuvo en 2007 o 2008, cifras que probablemente no vuelva a recuperar nunca.