El clúster de Defensa queda descabezado tras el despido de su promotor
La salida ha causado tensiones internas que han acabado por obligar a celebrar elecciones
La mayoría de los clústers de empresas creados en Cantabria están evolucionando muy positivamente, pero si hay uno que destaca sobre los demás es el de Defensa. Nadie creía en sus posibilidades, porque la sensación general es que apenas hay actividades productivas en la región vinculadas a este ámbito, pero ya son casi 60 las empresas e instituciones que se han asociado. Tampoco parecía probable conseguir una interlocución fluida con los responsables de aprovisionamiento de las Fuerzas Armadas, pero han acudido una y otra vez a la región para reunirse con estos empresarios. Un modelo de éxito que, sin embargo, ha acabado con el despido del promotor de la idea, Alfonso Bourgón, y con una crisis interna que obliga a celebrar elecciones el 4 de agosto.
La historia de este primer Clúster creado en España en el ámbito de la Defensa es corta pero intensa y en ella tiene un indudable protagonismo el hijo del general santanderino Bourgon, creador y primer director del CSID, antecesor del centro de inteligencia que hoy se denomina CNI, es un periodista que siempre ha estado muy vinculado al ejército (es un reservista civil). Como responsable del gabinete de prensa del Colegio de Economistas, le propuso a su presidente, Fernando García Andrés, una jornada sobre la industria de la defensa, para concienciar a los empresarios locales de las grandes oportunidades de negocio que ofrece: un ingente volumen de contratación cada año, posibilidades de conseguir alianzas con empresas tecnológicas de primer nivel, proyección hacia otros mercados…
El interés de las empresas e instituciones de la región por el ámbito de la Defensa desbordó las previsiones
García Andrés, siempre receptivo a nuevas ideas, comprobó en esa jornada las grandes expectativas comerciales que podía tener la Defensa, una actividad a la que, aparentemente, Cantabria daba la espalda, decidió que el Colegio debía seguir explorando esta senda, si no lo hacía el sector público. Se convocaron nuevos actos, para los que Bourgón se encargó de reclutar un buen número de altos cargos del Ejército, la mayoría de ellos relacionados con el aprovisionamiento de material. A las charlas empezaron a acudir no solo las empresas que venden material al Ejército, como Erzia (antenas e instalaciones para la guerra electrónica), Textil Santanderina (telas de camuflaje y uniformes) o el Grupo Jové (suministros para los buques de la Armada) sino también otras que no eran conscientes de este mercado, o consultores deseosos de conocerlo para incorporarlo a su cartera de servicios a terceros.
Un gran abanico de suministros
A la vista del creciente interés y de una convocatoria de Sodercan para apoyar económicamente la formación de agrupaciones sectoriales de empresas, Bourgon buscó el apoyo de la Cámara de Comercio, que le daba más solvencia a la iniciativa, para crear uno. La Cámara se sumó con entusiasmo y Sodercan tuvo que admitir el interés estratégico de una iniciativa en la que nunca pensó (es el único clúster, junto al Gira –automoción– que no ha impulsado por sí misma).
El Clúster Industrial de la Defensa (CID) nació con 18 empresas y cinco instituciones, a los que progresivamente se fueron sumando nuevos miembros en mucho mayor número del que nadie podía esperar. Ni los más optimistas podían imaginar que en una región como Cantabria habría más de medio centenar de empresas interesadas en los contratos de defensa, aunque las fuerzas armadas no solo necesitan equipamiento de guerra o munición, también compran productos de alimentación, combustibles y uniformes, entre otros muchos suministros.
Los estatutos del clúster ya provocaron las primeras diferencias internas, porque la Cámara puso un especial empeño en detentar la secretaría general y en que Sodercan tuviese siempre la vicepresidencia. Bourgon parecía quedar relegado de su proyecto, hasta que consiguió incrustarse en el equipo directivo como Director de Desarrollo. Un cargo que inevitablemente iba a chocar con la dirección general, que ostentaba Jesús Tortosa, gerente de la Cámara. No tardó en ocurrir, y Bourgon perdió el contrato como periodista externo de la Cámara.
Bourgon intentó impulsar un cambio en los estatutos, para evitar un tutelaje institucional tan directo, mientras fue presidente del clúster Luis García, CEO de Erzia, pero García decidió que no iba a librar esa batalla al comprobar que ni Sodercan ni la Cámara estaban por la labor de apartarse. García, que tenía trabajo de sobra con sus empresas, dimitió y, al buscarle un sustituto entre los miembros del Comité Ejecutivo, se decidió que la presidencia recayese en Fonestar, cuyo responsable comercial, Carlos Besoy, ha venido ejerciendo la presidencia hasta ahora.
Las piezas se desencajaron cuando Besoy salió de Fonestar. La Cámara, que no quería ver alterado el status quo, actuó con rapidez para convencer a los restantes miembros del Comité de que era legalmente posible la continuidad de Besoy al frente del clúster. Bourgon, por su parte, defendió ardorosamente lo contrario, buscando incluso dictámenes jurídicos para avalar que el cargo es de la empresa y no de la persona. Finalmente, esta guerra soterrada acabó con el despido de Bourgon a propuesta de la Cámara y con la continuidad de Besoy, pero como representante de una empresa creada por él mismo que se dio de alta en el clúster.
El asunto ha dividido a los socios y la presión interna ha llevado, finalmente, a dimitir a Besoy y al representante de la Cámara, un vacío que obliga a convocar elecciones, que se celebrarán el 4 de agosto, tras las que no cabe descartar la vuelta de Alfonso Bourgon, al que apoyan parte de los socios.
Una plataforma estratégica
El Clúster de Defensa se ha convertido en una plataforma estratégica para muchas empresas locales, que han descubierto un mercado potencial muy importante. A su vez, las que ya participaban en él, han encontrado una vía de contacto mucho más directa con los responsables de compras de las Fuerzas Armadas (FAS), que se han volcado con la iniciativa, y con grandes empresas del sector, ya que al clúster se han sumado empresas como Navantia, Indra o el propio Centro Nacional de Inteligencia.
La FAS, por su parte, se han mostrado en todo momento muy implicadas en el éxito del Clúster, convencidas de que esta plataforma tiene un interés estratégico para el país, al contribuir a crear una trama industrial en torno a la Defensa, y es un modelo que debería ser implantado en otros lugares. Un ejemplo de esta estrecha colaboración es la reciente celebración de los Four Days Santander, que ha traído a la ciudad a cientos de civiles y militares. Una pequeña demostración del potencial que tiene este descubrimiento mutuo, incluso para otros sectores, como la hostelería, por lo que nadie quiere que se malogre una iniciativa de éxito.