La licitación pública se dispara un 81% en lo que va de año en Cantabria
Los 273 millones de inversión en ocho meses suponen un máximo histórico
La licitación pública en España crece a un ritmo del 26,7% en lo que va de año. Un porcentaje muy elevado pero apenas representativo de lo que ocurre en Cantabria, donde avanza un 81% por encima del último ejercicio, 273,6 millones de euros en esos ocho meses, una cifra que no se alcanzó ni en los mejores tiempos. La confluencia de varias grandes obras estatales en el Puerto y una actividad frenética de los ayuntamientos y el Gobierno regional han provocado este salto en la inversión, que no podrá mantenerse en el tiempo, pero que vuelve a dar vida al sector local de la construcción.
El economista británico John Maynard Keynes recomendaba incrementar las inversiones públicas en épocas de crisis. Consideraba que, en esos momentos en los que la demanda privada es insuficiente, es cuando más se necesita un gasto adicional por parte de los gobiernos para que la demanda se mantenga lo suficientemente alta como para conservar el pleno empleo.
Sea por esta razón o por otras, en este 2022 el incremento de este gasto público está siendo más que notable, hasta el punto que en Cantabria llega a alcanzar un 81% durante los primeros ocho meses del año, con 273,6 millones de euros invertidos.
El protagonismo en la obra pública suele ser del Estado, al mantener las competencias sobre las principales infraestructuras (puertos, autopistas, aeropuertos…) pero en esta ocasión, tanto el Gobierno regional como los ayuntamientos parecen dispuestos a disputarle esa hegemonía.
En los últimos ocho meses, el Gobierno de Cantabria ha sido el mayor inversor en obra pública dentro de la comunidad, al licitar cerca de 103 millones de euros, seguido por el Gobierno central (casi 91 millones de euros) y los ayuntamientos, que a pesar de tener una capacidad financiera muy inferior y centrarse en pequeñas actuaciones, han sumado alrededor de 80 millones.
Es muy difícil encontrar un precedente tan parejo entre las distintas administraciones públicas, y también en el tipo de obras: 115,2 millones han sido destinados a edificación y 158,4 a obra civil.
Administración Central
Entre las inversiones estatales destacan las obras de mejora del desfiladero de la Hermida; el nuevo acceso al Puerto de Santander, que concluirá a finales de noviembre, y el ramal de Sierrapando-Barreda, que después de un largo parón por desencuentros entre las adjudicatarias se terminará a finales de 2023. Una obra de casi 120 millones de euros.
No siempre se trata de actuaciones programadas. Reparar el argayo ocurrido el pasado mes de abril en la autovía A-8 a la altura de Ontón le ha costado a la Delegación del Gobierno casi 4,5 millones de euros.
Las obras en el desfiladero de la Hermida suponen una inversión de 73,4 millones de euros por parte del Ministerio de Transportes, a pagar en cuatro años.
A su vez, el nuevo acceso al Puerto de Raos desde la Autovía A-67 y la mejora del enlace con la S-10 le ha supuesto una inversión de más de 25 millones.
Otro organismo estatal, el Puerto, está inmerso en una decena de obras que superan los 150 millones de euros de inversión, entre ellas el silo de almacenaje de coches o la conclusión del Muelle 9.
El Puerto se ha convertido en uno de los principales soportes del sector de la construcción, sobre todo desde que es presidente Francisco Martín, que ha propiciado la formación de uniones temporales de empresas para que en las adjudicaciones haya siempre, al menos, una compañía local.
Gobierno autonómico
El Gobierno regional ha iniciado dos proyectos muy ambiciosos en el ámbito de la cultura, la construcción del Centro de Arte Rupestre de Cantabria en Puente Viesgo, que supone una inversión de cuatro millones de euros, y el nuevo Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria (MUPAC), que salió a licitación el pasado mes de agosto por 52 millones de euros, una obra que podría iniciarse a comienzos de 2023.
Inversiones locales
Es inevitable que la programación de muchas de las obras públicas coincida con los años electorales. Estos ciclos, que se habían atenuado en las últimas legislaturas, resurgen con mucha fuerza, tanto en las obras del Estado como en las regionales, pero se nota especialmente en las municipales, hasta el punto de que las licitadas por los ayuntamientos en estos ocho primeros meses del año (80 millones) casi se equiparan a las inversiones regionales y estatales.
Santander por fin ha comenzado las obras de rehabilitación del Museo de Arte contemporáneo (MAS), con una inversión de tres millones de euros, y está realizando mejoras en toda la ciudad, entre las que destacan la renovación integral del barrio de Entrehuertas (1,9 millones), la calle San Francisco (algo más de un millón) y las rampas y escaleras mecánicas de Canalejas (2,4 millones) y las que unirán Jesús de Monasterio y Juan XXIII (1,7 millones).
En Torrelavega, por su parte, destacan obras como la construcción de su nuevo conservatorio (en torno a un millón de euros), las piscinas de la Ciudad Deportiva de Tanos (1,7 millones de euros) y el parking en altura de La Carmencita (4,6 millones).
El sector de la construcción podría sentirse satisfecho con esta avalancha de obras, pero no es oro todo lo que reluce. En primer lugar, porque este extraordinario volumen de obra pública no va a durar. Cuando concluyan las que están en marcha se producirá un sensible bajón. Por otra parte, muchos contratos sacados a concurso por las administraciones en los últimos meses han resultado poco o nada rentables, a consecuencia de la fortísima subida de los materiales y la energía. Eso ha propiciado que algunas de las nuevas convocatorias estén quedando desiertas.
El motivo, según trasladan desde el sector, está en unos presupuestos desfasados, que no tienen en cuenta el encarecimiento que han sufrido los suministros.
Los precios y la falta de continuidad son las sombras que planean en el horizonte de la obra pública en un momento que debiera ser de especial satisfacción por la gran actividad.
María Quintana