Más de 500 empresas forman el sector agroalimentario regional
Emplean a 7.300 personas y facturan 1.000 millones
Las actividades agropecuarias y pesqueras han sido históricamente un foco de trabajo para miles de cántabros. A pesar de tener un importante soporte industrial detrás, con grandes compañías, como Nestlé, Altadis, las industrias lácteas y las conserveras, el sector vivió años de decadencia, hasta que las pymes alimentarias han conseguido reinventarse. Tras apostar de manera decidida por la calidad y la diferenciación, los productos cántabros se abren hueco en los mercados más exigentes.
El sector alimentario en Cantabria ha decidido que es su momento para destacar y así lo demuestra los galardones que consigue en las principales ferias alimentarias, ya se trate del queso, las anchoas, los postres… o la ginebra. Una gama muy amplia de productos, casi siempre impulsadas por pequeñas empresas que nacieron para el autoempleo y han conseguido abrirse camino en un mercado cada vez más exigente y diferenciador.
Cerca de 7.300 personas trabajan en la región en producciones agroalimentarias, lo que supone casi el 22% del empleo industrial, y una parte de ese empleo está asentado en el medio rural, donde tiene mucha más relevancia, ya que es la única posibilidad de vertebrar este territorio y de frenar la despoblación que asola muchas zonas del interior de la región.
En Cantabria existen más de 500 empresas y establecimientos dedicados a la producción de alimentos. De estos, el 25% basa su negocio en la industria pesquera, un 12% en los lácteos y un 9% en la industria cárnica. Además, existe una importante presencia de otras ramas alimentarias, desde los productos hortofrutícolas a las bebidas, piensos, bollería o galletas.
Su facturación conjunta fue de unos 1.000 millones de euros en el año 2017, según cifras del Instituto Cántabro de Estadística (Icane). De esa cantidad, 322 millones provinieron de las exportaciones, un 7,8% más que el año anterior. Esto hace que el sector agroalimentario sea el cuarto de la región que más vende al exterior.
Son muchos motivos que justifican el tratar de impulsar este sector, y entre las actuaciones llevadas a cabo para conseguir una industria alimentaria de calidad, el pasado año la Consejería de Medio Rural destinó nueve millones de euros a apoyar inversiones privadas dirigidas a la transformación y comercialización de productos agrícolas, aunque se distribuirán hasta el año 2021. Eso ha ayudado a acelerar la marcha de un sector que vive tiempos de bonanza, por su propia pujanza y, porque en muchos casos, sus ventas están ligadas a las del turismo, otro mercado que crece.
Más marcas protegidas
La Oficina de Calidad Alimentaria (Odeca) ha centrado las actuaciones de 2018 en la potenciación de los productos de calidad y lo ha hecho sobre tres ejes de actuación.
El primero de ellos ha sido la vigilancia y el control de la calidad de los productos, con la implantación de un plan de control específico para cada uno de los alimentos, siguiendo las directrices del Plan Nacional de Control de la Cadena Alimentaria. A lo largo del año se realizaron más de 500 inspecciones a los diferentes operadores.
En segundo lugar, se ha apostado por el fomento de nuevas denominaciones. Destaca la solicitud de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) para la Anchoa del Cantábrico y los trabajos en otros sellos de calidad, como las Patatas de Valderredible, las Corbatas de Unquera o la Quesada Pasiega.
El tercer eje hace referencia a la promoción. La limitada dimensión de la mayoría de las empresas regionales que operan en este sector hace inviable que puedan hacer frente a los costes de estas acciones de manera individual, por lo que la Consejería ha optado por impulsar una actuación conjunta, participando en 52 ferias, en las que ha facilitado la presencia de muchas de estas empresas.