¿Quién quema el monte?
Hombre, autónomo o en paro y con estudios elementales: así es el perfil del incendiario
El fuego ha arrasado cerca de 300.000 hectáreas en España en lo que va de año, el triple que en el mismo periodo de 2021. El 60% de los incendios tiene su origen en imprudencias graves o leves y el otro 40% en actuaciones dolosas. Pero, ¿quiénes son esos imprudentes o los que voluntariamente queman los montes? Unos y otros no tienen el mismo perfil pero, con un algoritmo matemático, la Guardia Civil pone rostro al posible autor: un hombre mayor de 46 años, adaptado, autónomo, que vive del campo y sin antecedentes.
El verano de 2022 ha sido uno de los más devastadores en España en cuanto a incendios forestales. En lo que va de año se han registrado más de 60 de carácter catastrófico, según los datos del Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales (EFFIS), que han dejado más de 300.000 hectáreas calcinadas, la cifra más altas desde 2012. Esto sitúa a España como el país europeo con más superficie quemada, al acumular más de un tercio del territorio arrasado por el fuego en toda la Unión Europea.
Cantabria no se ha librado. Este año ha sufrido cerca de 800 incendios y octubre ha sido especialmente grave. Las altas temperaturas y las fuertes rachas de viento sur que ha reinado durante todo el mes avivaron 142 fuegos, de los que 83 se produjeron en un mismo fin de semana, una situación con pocos precedentes.
Muchos de ellos son provocados, pero no es fácil identificar a los autores. Incluso así, en lo que va de año, los agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil han llevado ante la justicia a doce sospechosos de prender bosques y pastos cántabros, más que los investigados en los cuatro años anteriores juntos.
El presidente del Gobierno de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, ha sostenido públicamente que “todos los incendios son provocados. El viento no enciende las llamas, sino que acelera la combustión” y califica a los autores como “delincuentes”, “terroristas” y gente que “solo quiere hacer daño a la sociedad y a los vecinos”.
Asegura que en cada pueblo hay “localizados presuntos delincuentes”, pero eso no significa que puedan ser detenidos, porque no hay pruebas contra ellos, por lo que, en mitad de la última oleada de incendios, pedía colaboración a los vecinos para identificarlos y evitar nuevos incendios.
Los autores
No todos los fuegos son provocados, aunque todos estén producidos por el hombre. Una gran mayoría tiene su origen en imprudencias más o menos graves (muchas de ellas, por la quema de rastrojos) y la Guardia Civil ha creado una herramienta informática con un algoritmo basado en el perfil de los incendiarios identificados en 3.012 incendios forestales ocurridos en los últimos años. Con ella en la mano, se sabe que la mayoría de estos imprudentes suelen ser hombres, con una edad a partir de los 46 años, perfectamente adaptados en la sociedad, que viven del campo por cuenta propia y sin antecedentes.
El comandante jefe de la Sección de Análisis de la Comportamiento Delictivo de la Unidad Técnica de Policía Judicial de la Guardia Civil, Andrés Sotoca, es el artífice de esa herramienta en la que empezó a trabajar a raíz de la ola de incendios que asoló Galicia en 2006 y que tiene como objetivo ayudar al esclarecimiento de la autoría de los incendios, un delito que deja poco rastro de su autor en la escena del crimen porque también arrasa las pruebas.
Un ejemplo de esa dificultad para identificarlos es que, de los 8.780 incendios registrados en 2021 en todo el país, solo se llegaron a sentar ante la justicia a los presuntos autores de medio millar.
Motivos de los incendios
El comandante Sotoca estima que el 60% de los incendios forestales se produce por imprudencias. De ellas, el 38% son leves, fuegos accidentales en los que el autor asume su responsabilidad e, incluso, participa en la extinción; en las graves (el otro 22%), el autor escapa del lugar y oculta su acción.
Sotoca desgrana también el perfil de los protagonistas del 40% de los incendios que no provienen de imprudencias sino que son provocados: un 20% son los llamados patológicos o “sin sentido” puesto que no buscan nada concreto; en torno al 10% pretenden obtener un beneficio y un 4,7%, son producto de una venganza.
Estos grupos se completan con los pirómanos, que no deben confundirse con los incendiarios y que representan un pequeño porcentaje del total. Son aquellos que, simplemente, disfrutan contemplando el fuego e incluso apagándolo, y tienen un deseo irrefrenable de quemar.
Perfil de la conducta
El algoritmo matemático permite que el sistema extraiga un perfil bastante ajustado del autor del incendio que se pueden resumir en cuatro tipos.
En el primer caso, relativo a las imprudencias graves, el sistema lo identifica con un hombre mayor de 46 años, adaptado, casado, autónomo, con una actividad laboral en el campo, sin antecedentes y sin problemas psicológicos.
Suele cometer la imprudencia de día, con un solo foco de fuego cercano a una superficie agrícola y no utiliza acelerantes o retardantes.
El segundo grupo, el de los incendiarios “sin sentido”, también suelen ser hombres, pero en este caso menores de 46 años, solteros, separados o viudos. Están en paro o tienen ingresos escasos, viven solos y no tienen muchos amigos.
Cometen el delito en verano, por la noche y prenden más de un foco en una zona de alto riesgo. Se desplazan hasta allí a pie, porque viven cerca. Generalmente lo han hecho otras veces y suelen estar en tratamiento psicológico o consumir drogas o alcohol.
Otro perfil es el de aquellos que queman para obtener un beneficio económico. Los datos arrojan que también se trata de un hombre, autónomo, que vive en pareja, tiene estudios elementales y unos ingresos de entre 600 y 1.200 euros mensuales.
En este caso, actúa en otoño e invierno, prende más de un foco e inicia el fuego en la carretera, para obtener algún rendimiento de tipo ganadero. También suele vivir en la misma localidad del incendio y a veces es él mismo quien avisa del fuego.
El último grupo es el de quienes inician el fuego por venganza. Aunque el comandante Sotoca apunta que no hay muchos casos, el retrato-robot conductual del que disponen es muy parecido al del incendiario “sin sentido”, aunque en este caso son personas más inadaptadas y tienen muy poco contacto social.
Con estos datos, solo queda esperar que sea más fácil capturar in fraganti a quienes se dedican a dibujar un paisaje de ceniza y desolación en los montes del país. Para evitar que, como reconoce Revilla, la identidad del autor puede ser vox populi para sus vecinos, pero que nadie se atreva a denunciarlo ni la Guardia Civil a detenerlo por falta de pruebas.