Lugares con encanto de Cantabria
El año pasado fue pródigo en nuevos establecimientos pero uno de los más espectaculares esperó a que casi estuviese concluido el ejercicio. Se trata de la Casona de Naveda, situada a ocho kilómetros de Reinosa, en la carretera que conduce a Alto Campoo. Un gran edificio de piedra que vio la luz en 1690 y que acaba de ser rehabilitado por Paloma López, su actual propietaria, para convertirlo en una de las tres casonas-palacio de cuatro estrellas con que cuenta el censo hotelero de la región.
El establecimiento, que ha impresionado a los clientes en el escaso mes que lleva abierto, se ofrece bajo la fórmula de calma, calidad y calidez. Tres ingredientes que se consiguen con un trato familiar, espacios amplios (el jardín tiene 10.000 metros cuadrados y las habitaciones entre 30 y 40) y materiales nobles. Todos los suelos son de tabla ancha de roble, salvo la recepción y el comedor, que está compuesto de losas ribeteadas con esta madera. El restaurante también tiene un magnífico techo de roble que podía resultar abrumador si no quedase equilibrado por unas amplias cristaleras al jardín que contribuyen al clima de sosiego que respira todo el edificio.
La Casona va a tener como aliados varios atractivos turísticos de la zona: su proximidad al campo de golf de Nestares, a la estación de esquí de Alto Campoo, a Reinosa y al Castillo de Argüeso. Su complementariedad a lo largo del año parecen elementos propicios para evitar la estacionalidad de la clientela, pero el matrimonio propietario confía, además, en atraer el interés de los particulares deseosos de encontrar un lugar con encanto, y el de las empresas, que pueden utilizar la Casona para sorprender agradablemente a sus visitantes.
El palacio conserva una buena parte del mobiliario antiguo, y unos delicados estores del siglo XIX de origen norteamericano que se encontraron en un baúl, perfectamente conservados, simplemente envueltos en periódicos del año 1918 y protegidos con alcanfor. En la rehabilitación del edificio también se encontraron unas monedas de oro de Carlos IV, Fernando VII e Isabel II, que serán enmarcadas como un atractivo más de la Casona.
El tono de la decoración, a pesar de conservar estas piezas antiguas es menos severo de lo que cabría pensar, lo que evita el carácter sombrío en que incurren otros establecimientos con muebles de época. En las habitaciones, todas distintas y con el encanto de tener galerías y altillos, hay facilidades del siglo XXI, como conexión a Internet, teléfono en los baños, luz en los armarios, caja fuerte o televisión con vídeo.
El restaurante ofrece la comida tradicional de la zona, con predominio de la ternera de Campoo, que pasta en las montañas circundantes, a unos precios muy razonables.