‘Gracias a la UE, podemos vivir y trabajar en otros países europeos fácilmente’
Manuel Bermúdez, instructor en el Departamento de Cárteles de la Dirección General de la Competencia de la CE (Bruselas)
El abogado Manuel Bermúdez Caballero, natural de Santiago de Cudeyo, trabaja en la Dirección General de Competencia de la Comisión Europea en Bruselas, encargada de vigilar y evitar la posible existencia de cárteles empresariales. Lleva más de 20 años residiendo en distintos países del continente, donde previamente construyó una sólida carrera en varias multinacionales como experto en competencia, y ha encontrado en las redes de cántabros en el exterior una forma de sentirse más cerca de su región de origen.
Este abogado oriundo de Santiago de Cudeyo, un pequeño pueblo en la falda de Peña Cabarga con vistas a la bahía de Santander, no ha dejado que las más de dos décadas que lleva viviendo fuera afecten en nada al cariño que siente por Cantabria. Licenciado en Derecho por la Universidad de Salamanca en 2002, ejerce como instructor en el departamento de cárteles de la Dirección General de Competencia de la Comisión Europea, pero antes de estar en Bruselas su periplo internacional le llevó por Francia, Irlanda y Alemania.
El primer contacto de Manuel con el resto de Europa tuvo lugar en el instituto, cuando viajó en bus a Holanda, Bélgica y Francia; más adelante, también iría a Italia y a Turquía con algunos compañeros de universidad. Con el gusanillo de la experiencia internacional ya en el cuerpo, pasó el último año de carrera en Wurzburgo (Alemania) gracias al programa Erasmus, y se buscó unas prácticas en un despacho del país. “Pasé unos siete años viviendo en varias ciudades de Alemania, así como en Estrasburgo (Francia) y Dublín (Irlanda), donde cursé dos másteres en derecho de la Unión Europea (UE)”, comparte Manuel.
En 2008, inició su carrera profesional como abogado de Derecho de la Competencia en un despacho internacional de Bruselas donde permaneció ocho años, “aunque siempre con el anhelo de volver a España en algún momento”, apostilla. Esto le llevaría a regresar por algo más de dos años. “En 2016 me mudé a Barcelona, donde me encargué de dirigir el departamento de Competencia de un despacho a nivel nacional. Más tarde, por motivos personales y también buscando un mejor equilibrio entre mi vida personal y profesional, volví a Alemania, a Düsseldorf, donde pasé cuatro años como abogado in-house para la multinacional Metro, matriz de la empresa mayorista Makro”, explica Manuel. “Allí tuve la fortuna de poder dirigir el equipo de Derecho de la Competencia, dentro del departamento legal de la compañía.”
Recuerda Düsseldorf y su experiencia profesional en Metro con cariño. Sin embargo, hace menos de un año su carrera volvió a cambiar de rumbo, tras aprobar una oposición para ser funcionario en la Dirección General de Competencia de la Comisión Europea, y se mudó otra vez a Bruselas para cumplir uno de sus sueños profesionales. “Actualmente soy instructor en el departamento de cárteles de la Dirección General de la Competencia. Aquí investigamos cárteles entre empresas (acuerdos secretos de precios, repartos de mercado, etc.), vigilando que las empresas no pacten con sus competidores para alterar el funcionamiento normal del mercado”.
Pregunta.- ¿Qué le llevó a salir de España?
Manuel Bermúdez.- En un primer momento fue simplemente la curiosidad. También quería aprender idiomas y mejorar mi currículum con la idea de regresar a casa en algún momento y tener un mejor futuro gracias a la experiencia académica y profesional en el extranjero. De hecho, cumplí mi propósito y volví a Barcelona en 2006 con un importante desafío profesional: dirigir un departamento de competencia en un despacho. Estuve allí dos años y, por motivos personales, decidí dar un cambio a mi carrera y dejar el mundo de los despachos para trabajar como abogado de empresa en Metro, en Alemania, donde llegué a dirigir el equipo de competencia. Me había dado cuenta de que el mercado laboral centroeuropeo estaba lleno de oportunidades muy interesantes. Sin embargo, creo que el deseo de volver siempre permanece en mi subconsciente.
‘Mi objeto más preciado son los tarros de bonito de Santoña en aceite’
P.- ¿Cómo es su conexión con Cantabria a día de hoy?
M.B.- Siempre he tenido una conexión muy estrecha con la Tierruca, con mi familia y mis amigos de siempre, y allí he pasado cada año mis vacaciones de Navidad y parte de las de verano. Además, viviendo en Europa, puedo permitirme realizar visitas de fin de semana con bastante frecuencia.
Soy también de esos que aprovechan cualquier oportunidad para hablar de las maravillas de Cantabria y de su gastronomía, y que se sienten profundamente orgullosos de su procedencia. Nunca faltan productos de Cantabria en mi casa, y mi objeto más preciado son los tarros de bonito en aceite de oliva que mis padres preparan en casa tras comprar la materia prima en Santoña.
P.- ¿Qué diferencias con España ha notado trabajando en otros países europeos?
M.B.- Quizás mi experiencia en el mercado alemán trabajando para Metro pueda ser lo más comparable con la de España. En Alemania, mi percepción era que había un mayor nivel de meritocracia; en España, los contactos personales siguen teniendo mucha importancia. Por otro lado, en Centroeuropa es más difícil hacer amistades en el trabajo, pues se tiende a separar de forma más clara la vida profesional y la personal, mientras que en Barcelona era muy común hacer actividades en tu tiempo libre con compañeros de oficina.
P.- ¿Qué es lo más positivo que le ha traído desarrollarse profesionalmente en el exterior?
M.B.- Lo mejor es, sin duda alguna, la apertura de miras que he ganado en estas dos décadas, además de una mayor tolerancia y comprensión hacia lo distinto. Además, siempre he creído profundamente en el proyecto de la UE y lo que representa, por lo que poder trabajar en la Comisión Europea me parece una suerte y un privilegio inmensos. Es gracias a la UE que hoy los cántabros podemos, entre otras muchas cosas, vivir y trabajar en otros países del continente con los mismos derechos y recibiendo el mismo tratamiento que los nacionales.
P.- ¿Qué opina de la Red C2030 de CEOE-CEPYME y Cantabria Overseas? ¿Le han ayudado a sentirse más cerca de la región
M.B.- Soy miembro de ambas y me parecen iniciativas excelentes, cada una en su ámbito: la Red C2030 de CEOE-CEPYME, en lo profesional, y Cantabria Overseas, a un nivel más social.
La Red C2030 me interesó ya desde sus inicios como elemento agrupador de los profesionales cántabros en el extranjero y conector con las empresas que operan en la región. He participado en varias de sus iniciativas y encuentros y me ha gustado lo que he visto. En cuanto a Cantabria Overseas, soy, de hecho, uno de los miembros que construyeron la red, participando en un inicio en proyectos tan bonitos como la campaña de microfinanciación Cantabria Respira, que contribuyó a traer material sanitario desde China durante lo peor de la pandemia, o la posterior campaña de concienciación para la lucha contra la COVID-19.
Gracias a estas iniciativas he podido conocer a gente muy interesante y hacer muy buenas amistades.
‘El mundo universitario regional debería conectarse más estrechamente con los profesionales cántabros en el extranjero’
P.- ¿Cómo cree que puede contribuir el talento cántabro en el exterior al crecimiento de Cantabria?
M.B.- Creo que el mundo universitario regional debería conectarse más estrechamente con los profesionales cántabros en el extranjero y aprovechar las redes ya creadas. Sería útil no sólo para compartir conocimiento y generar oportunidades de crecimiento profesional, sino también para facilitar orientación a los estudiantes sobre lo que se está haciendo en otros lugares y las posibilidades que abre una estancia en el extranjero.
P.- ¿Qué consejo le daría a alguien que está considerando salir de España?
M.B.- Las estancias fuera de casa suelen ser siempre enriquecedoras, tanto para el crecimiento personal como para el desarrollo profesional. Vivir en el extranjero, aunque sea por unos meses, es altamente recomendable para cualquiera. Además de aprender idiomas, conocer otras culturas y formas de trabajar, poder viajar, etc., podemos atesorar experiencias únicas que nos acompañarán el resto de nuestras vidas.
Mi consejo para el que vaya a vivir en otro país es un refrán que todos hemos oído: “Allá donde fueres, haz lo que vieres”. No hay mejor manera de integrarse y disfrutar de las costumbres de otro país que intentar adaptarse al nuevo entorno libre de prejuicios y comprender que las cosas en otros sitios pueden funcionar de una manera que no es necesariamente mejor ni peor, pero sí distinta.
‘No hay mejor manera de integrarse y disfrutar de las costumbres de otro país que intentar adaptarse al nuevo entorno libre de prejuicios’
P.- ¿Tiene pensado regresar a Cantabria en algún momento?
M.B.- Como comentaba, volvería a España y, si tuviera la opción, tengo claro que lo haría a Cantabria, pero es una decisión verdaderamente difícil. En algún momento de mi vida me planteé volver, e incluso me postulé para algún trabajo. Sin embargo, ese momento pasó, y actualmente no me planteo dar ese paso en el corto y medio plazo, ya que es muy difícil renunciar a las excelentes condiciones laborales que ofrece el ser funcionario de la UE.
‘El envejecimiento de la población y el descenso de la natalidad son preocupantes’
P.- Por último, ¿qué opinión tiene del panorama social, laboral y económico cántabro desde fuera?
M.B.- Cuando miro a Cantabria, mi impresión es que, pese a la falta de un tejido industrial potente, es una región donde la calidad de vida es alta y donde aún se vive relativamente bien con un sueldo moderado. Sin embargo, debido a esa falta de industria, las opciones profesionales para ciertos trabajos son limitadas y la remuneración está muy alejada de lo que se puede percibir en otros lugares, incluso sin salir de España. Eso provoca una fuga constante de talento de la que todos somos —creo yo— muy conscientes. No obstante, este es un fenómeno generalizado en muchas áreas de España y se debe a la concentración de grandes empresas en unos pocos puntos del país, entre los que destacan Madrid y Barcelona
Al margen de la cuestión laboral, algo que puede resultar preocupante en una región pequeña como Cantabria es el envejecimiento de la población y el descenso de la natalidad. Creo que deberían llevarse a cabo políticas que buscasen el modo de atajar este problema antes de que se agudice. Cantabria puede ser, con los cambios adecuados, un lugar muy atractivo para vivir.
José M. Sainz-Maza del Olmo