Vitrinor despega

Aunque no es una experiencia fácilmente trasladable a otras compañías, la trayectoria seguida por Vitrinor ilustra sobre las posibilidades que puede encerrar la fórmula de sociedad anónima laboral para evitar la desaparición de una empresa. Los 140 trabajadores de la antigua Gursa, la fábrica de menaje de cocina creada por Magefesa en Guriezo, que se vieron forzados a constituirse en empresa para asegurar sus empleos, se han transformado, en palabras de su presidente José Oti, en ”empresarios vocacionales” y fruto de su acierto en esta nueva etapa laboral son los resultados que ahora cosechan.
Siete años después de su creación, Vitrinor, que comenzó facturando 140 millones de pesetas, ha superado los 1.900 millones de ventas. Los puestos de trabajo han pasado de los 18 iniciales a 150, y sus productos –menaje de cocina en acero esmaltado y en aluminio con antiadherente– han conseguido hacerse un hueco en el mercado internacional, al que va destinado el 40% del producto que fabrica.

Nuevos hornos de vitrificado

Tan sólo un año después de poner en pie la nueva empresa, para lo que fue necesario crear un equipo de gestión del que carecía la antigua Gursa –que sólamente era una planta de producción del grupo Magefesa—, la recuperación de los antiguos canales de comercialización permitió a Vitrinor vender en varios países de la Unión Europea (Francia, Reino Unido y Portugal) y comenzar a hacer exportaciones a Estados Unidos e Hispanoamérica.
El afianzamiento de esos mercados posibilitó que en 1997 se alcanzase el pleno empleo para los 140 socios fundadores y un año después se procedía a una profunda renovación tecnológica con la instalación de nuevos hornos para el vitrificado del esmalte y la fijación del antiadherente, a la par que se modernizaban las líneas de embutición, dotándolas de nuevas prensas. También se automatizaban las líneas de aplicación y polimerización del recubrimiento. Se han modernizado así las instalaciones que ahora permiten una producción diaria de 24.000 a 30.000 piezas, dependiendo del modelo que se fabrique.
Además de mejorar técnicamente los procesos, los nuevos hornos han supuesto un notable ahorro energético: “Son hornos de baja inercia, con recubrimiento cerámico interno –explica el consejero delegado de Vitrinor, Eugenio Gómez–, y los antiguos eran de ladrillo refractario. Esto nos permite apagarlos todas las noches, ya que en tan sólo dos horas alcanzan la temperatura de trabajo, mientras que antes necesitaban cinco días para lograrlo. De hecho, concluye Gómez, tan sólo se apagaban en agosto”. El ahorro energético sería mucho mayor si en vez de utilizar propano, Vitrinor pudiera tener acceso a la red de gas natural, una infraestructura que no está prevista para la zona de Guriezo, lo que perjudica seriamente a la fábrica. “Para nosotros –señala Eugenio Gómez– el gas natural sería muy importante ya que se abarataría el proceso de vitrificado, pero en esta zona no hay suficientes termias de consumo como para que se planteen traer hasta Guriezo la red que llega hasta Castro Urdiales desde El País Vasco o hasta Laredo por el ramal cántabro”.
El esfuerzo inversor realizado en los últimos cuatro años –400 millones de pesetas– ha tenido su reflejo en un incremento paulatino de las ventas hasta culminar en los resultados obtenidos en el pasado ejercicio, en el que Vitrinor logró las mejores cifras de su vida comercial. En el 2001, la facturación de la fábrica de Guriezo ascendió a 11,69 millones de euros (1.945 millones de pesetas), un 40% más que en el ejercicio anterior, debido sobre todo a la fabricación de 120.000 baterías de Magefesa, destinadas a una promoción comercial de Banesto. Esta carga de trabajo requirió también un refuerzo extraordinario de la mano de obra que aumentó en un 65% hasta llegar a alcanzar una punta de 240 puestos de trabajo en el primer semestre del año.
Aunque las previsiones para este ejercicio se mueven en cifras más moderadas, la cartera de pedidos de Vitrinor continúa en aumento y recientemente se han incorporado 25 personas más, con lo que la plantilla actual alcanza los 175 puestos de trabajo. Dos nuevos mercados: Italia y Corea, se han unido en los primeros meses del año a los tradicionales clientes de Vitrinor, entre los que se cuentan también países árabes como Egipto, Kuwait, Arabia Saudita, Emiratos Arabes Unidos, Túnez, Marruecos y Líbano.

Ideas de los trabajadores

La dura competencia en el mercado del menaje, con otras dos fábricas españolas (la vitoriana San Ignacio y la zaragozana Vitrex) y el hecho de que países como Rumanía, Hungría o Polonia son imbatibles en el coste de la mano de obra y disponen de acero más barato, obliga a potenciar los aspectos tecnológicos para obtener alguna ventaja.
Para estimular la aportación de innovaciones que permitan ahorrar costes y mejorar la calidad de los procesos de fabricación, Vitrinor ha implantado unos “círculos de participación”, formados mayoritariamente por trabajadores. Las ideas que aportan –que han sido premiadas por CEOE-CEPYME– han permitido a Vitrinor un ahorro de costes de 13 millones de pesetas.
Además de las sugerencias de estos círculos, que acaban de generar una segunda oleada de propuestas, con 56 nuevas iniciativas de ahorro, la dirección de Vitrinor estudia un programa de inversiones orientado hacia la aplicación de nuevos materiales para recubrimientos y a introducir innovaciones en los procesos de fabricación. Se trata, en definitiva, de mantener la ventaja tecnológica que aún les diferencia de los países de Europa del Este en un tipo de producto muy maduro, pero con el que han conseguido salir adelante, aunque hace cinco años nadie confiase en ello.

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