Las construcciones rurales vuelven al redil
A diferencia de los pueblos de Suiza, de Francia o de Gran Bretaña, donde a nadie se le ocurriría romper con la tipología constructiva tradicional, en los pueblos de Cantabria vale casi todo y no resulta improbable encontrar edificios de pisos junto a cabañas pasiegas o casonas montañesas rodeadas de chalets con revocos de mortero monocapa o loseta cerámica.
Devolver a los pueblos la impronta tradicional es imposible, pero al menos se puede frenar esta mistificación y eso es lo que pretende la Consejería de Obras Públicas a través de las Normas Urbanísticas Regionales, un complemento de la Ley del Suelo que está a medio camino entre el urbanismo y la ordenación territorial.
Las NUR están contempladas en la Ley de Suelo, que estipulaba un año para su aprobación, aunque el periodo ha resultado un poco escaso para el ingente trabajo que requiere recopilar la base documental.
La elaboración de las NUR ha obligado al conocimiento previo de la realidad urbanística de Cantabria, sobre todo en los municipios sin ningún tipo de planeamiento, que es donde tendrán más eficacia sus directrices, o de aquellos otros que tienen un planeamiento mínimo. Una tarea ardua, porque el trabajo de campo ha permitido constatar la enorme variedad de normas que hay en la región, donde casi todo varía de un municipio a otro, desde la parcela mínima edificable a la forma de medir la altura a los aleros.
El estudio, que se ha sistematizado en una base de datos, ha sido elaborado en colaboración con un grupo de profesores de Geografía de la Universidad de Cantabria y permitirá que, por primera vez se disponga de un archivo actualizado y de fácil acceso sobre la situación urbanística de todos los lugares de la región. Una información que, cruzada con los datos del Catastro y de la cartografía regional digitalizada que el Gobierno ha encargado a una empresa especializada en fotografía aérea, permitirá en el futuro llegar a un información completa sobre cada parcela.
Tipologías comarcales
Las NUR, en cualquier caso, no tienen esa vocación particularizadora, sino de generalización. Se trata de conocer las tipologías más características de cada comarca y conseguir que el urbanismo futuro se atenga a ese espíritu local, tanto en los edificios como en la distribución del suelo.
Las Normas Urbanísticas Regionales son el tercer brazo de planificación del suelo, junto con el Plan de Ordenación del Territorio y los Proyectos Singulares de Actuación Regional y fijarán pautas normativas sobre el uso del suelo rural y las características de la edificación, desde la tipología a los revestimientos de fachada, alturas, volumetrías, colindancias, linderos, etc. junto a unas normas generales sobre la protección de los recursos naturales.
A diferencia del Plan de Ordenación y el del Litoral, que se imponen sobre el planeamiento municipal, las NUR van dirigidas a los 26 municipios que carecen de él y los muchos otros que tienen un planeamiento mínimo, lo que ocurre en la mayoría de los pequeños ayuntamientos, dado que elaborar un plan suele ser demasiado caro para ellos. Lo cierto es que sólo diez municipios cántabros, los más grandes, han llegado a hacer una planificación de detalle.
Deficiencias
La primera parte de los trabajos recopilatorios que se han realizado sobre el urbanismo rural ha ido dirigida a la informatización de todos los ordenamientos municipales, un proceso en el que ya han empezado a detectarse las muchas deficiencias que contienen. Ha bastado, por ejemplo, superponer los distintos planeamientos para comprobar la existencia de numerosos suelos urbanos en lugares especialmente protegidos por normas de rango superior.
Por el momento, ya se han informatizado las circunstancias de 75 ayuntamientos y el secretario general de la Consejería de Obras Públicas, José Vicente Mediavilla, que dirige los trabajos, calcula que esta fase puede quedar concluida en pocas semanas. Inmediatamente después comenzará la segunda, el análisis de las distintas normativas municipales sobre usos, tipología, etc. que permitirá establecer, por ejemplo, cuál es la parcela mínima que se exige en Cantabria para poder construir, algo que hoy por hoy no es tan fácil de saber como cabía imaginar.
El último paso será la tipificación de estos datos por comarcas, hasta conocer su morfología característica: tipo de viviendas, parcelas, acabados, etc. y un glosario de términos urbanísticos para unificar los conceptos en toda la región, dado que ahora no sólo cambian las unidades de medición, sino que ni siquiera son homogéneas, por ejemplo, las formas de medir.
Todo este material permitirá abordar unas ordenanzas urbanísticas y unos criterios de protección, ya que las NUR pueden calificar suelo especialmente protegido y tienen capacidad inspiradora sobre el restante. Si se cumplen los plazos de elaboración previstos por Mediavilla, la exposición pública de las Normas se realizará en la próxima primavera y podrían quedar aprobadas antes de concluir la legislatura. Eso permitiría que el próximo verano los pequeños ayuntamientos supiesen perfectamente cuáles son los criterios de la comunidad autónoma sobre ordenación de suelo y los criterios de construcción en suelo rústico de cara al cumplimiento de las exigencias de la Ley del Suelo, que les ha dado cuatro años para que hagan planificaciones más consistentes de su territorio, algo que en la práctica es casi imposible si no reciben ayudas. Por ese motivo, la Consejería de Obras Públicas ha decidido apoyarles económicamente sufragando el 70% del coste del planeamiento a los municipios con menos de 1.500 habitantes; del 50% para los que tienen entre 1.500 y 3.000; del 30% entre 3.000 y 10.000 habitantes y del 20% para los restantes, con un tope de subvención de 42.000 euros.
Con todo ello, José Vicente Mediavilla reconoce que “no se acabará con los desmanes, pero se reducirán notablemente. Es la forma de concienciar a todos de que hay que preservar determinados valores de una cultura y una forma de ser”.