“Nunca me ha cabido en la cabeza que el precio final de una obra se dispare”

PREGUNTA.- Los Presupuestos de Obras Públicas han crecido significativamente en los últimos años, pero con un escenario de ajuste presupuestario da la sensación de que antes o después esa tendencia no se va a poder mantener.
M. A. REVILLA.- El Presupuesto de Obras Públicas va a seguir manteniendo el crecimiento habitual por los compromisos que tenemos. Fundamentalmente, una Ley de Carreteras que nos obliga a cumplir el II Plan; el acuerdo firmado con las cofradías de pescadores en el año 96 para modernizar los puertos pesqueros; el Plan de Vivienda, que también nos obliga porque es un pacto con el Gobierno Central, y los abastecimientos de agua que, naturalmente, son una prioridad. Dependen de esta Consejería los abastecimientos de 22 planes de suministro de agua que afectan a 200.000 personas y muchas más en verano, prácticamente a toda la región a excepción de Santander, Astillero, Camargo y Torrelavega.
En el 2003 nuestro presupuesto se va a incrementar en un 8,1% y seguimos manteniendo un crédito adicional de 2.000 millones para inversiones de Gesvican, un endeudamiento que no computa, y que va a ir íntegramente al Plan de Carreteras. Lo importante de esta Consejería es que de los 21.007 millones de pesetas que tendrá de presupuesto –sin contar los 2.000 de Gesvican– 19.000 millones de pesetas son para inversiones, más de un 80%. Si a eso unimos 1.219 millones en subvenciones de vivienda, pues estamos por encima de los 20.000 millones entre el capítulo 6 y 7 [inversiones y transferencias a empresas y particulares].

P.- ¿En qué situación se encuentran ahora las carreteras de Cantabria?
R.- En 1995 teníamos prácticamente los mismos kilómetros que tenemos ahora porque algunos se han cedido. Eran 2.007 kilómetros de la comunidad autónoma, 560 del Estado y 2.500 de competencia municipal. De los 2.000 regionales, en el estudio que hizo el Plan de Carreteras y el Informe de la Asociación Nacional de Carreteras en 1995 se decía que 1.500 estaban en situación desastrosa y calificaba las carreteras de competencia autonómica de Cantabria como las peores de España. En este momento hemos terminado con el I Plan de Carreteras y los dos primeros años del Segundo. Están concluidos 1.000 kilómetros y tenemos en ejecución 180. Si añadimos los 500 que estaban bien en el año 95 (algunos con necesidad de retocarse, porque una carretera tiene una vida de 20 años aproximadamente), quiere decir que nos quedan sin empezar del orden de 400, pero ya carreteras con muy poco tráfico. Ahora mismo tenemos en ejecución una carretera de 54 kilómetros en Valderredible, otra de casi 4.000 millones de inversión, que va de Pozazal al Puerto de Carrales y está muy avanzada y una muy larga por la Braguía. También la del Puerto de Alisas, desde La Cavada hasta Arredondo, o la de Palombera, de 28 kilómetros, desde El Tojo a Espinilla y un montón de carreteras más pequeñas.

P.- ¿En qué horizonte se puede estimar que todas las carreteras cántabras estarán en unas condiciones dignas?
R.- Bueno, yo creo que en tres años prácticamente todas estarán en perfecto estado y eso que nos queda por abordar La Sía y Lunada.

“Cuando llegamos no había ni proyectos”

P.- ¿Revilla pasará a la historia como el consejero de las carreteras?
R.- Es que esto era un desastre absoluto. Estuvimos un año sin hacer nada porque ni siquiera había proyectos. Si a Bielva no iba el coche a recoger a los niños y en la carretera de Voto, una vía principal, todos los días había pancartas. A muchos pueblos no iba ni el camión de la leche ni el autobús escolar, y se tuvo que echar guijo en las carreteras porque no se podía ni andar. Miguel Angel Palacio [el portavoz del PSOE] me criticaba pero es que entonces sólo se podía bachear, porque no teníamos ni un solo proyecto. Estuvimos un año entero redactándolos y nos hemos gastado en ellos más de 3.000 millones, porque a los ingenieros les mandaban hacer proyectos. Entonces ni iban a las carreteras, ni mantenían las carreteras, ni vigilaban a los camineros, ni nada. Los proyectos los tienen que hacer asistencias técnicas, se sacan en el Boletín y se licitan pero yo no puedo tener a los tres ingenieros haciéndolos. Ellos están para supervisar el proyecto y luego vigilar la ejecución de la obra.

P.–Estábamos acostumbrados a llegar al límite de Cantabria y ver que, inmediatamente entrábamos en otra provincia mejoraban las carreteras.
R.- Pero ahora es al revés, prácticamente todas las nuestras son mejores. Por ejemplo, el otro día inauguramos la de Ramales a Carranza. La nuestra era una carretera de cuatro metros y la de ellos, de seis. Ahora nosotros hemos hecho una de siete y, claro, además es nueva. El Alto de las Muñecas, que inauguraré en 3 o 4 meses, entre Castro y Vizcaya, lo mismo. En la de Corconte a Reinosa, cuando venías del Balneario de Corconte veías que la de ellos era muy buena, pero ahora la nuestra es una autovía. Venías de Cervera y llegabas hasta el Collado de Piedrasluengas y tenían una carretera razonable, pero la nuestra era un camino de carros, muy deteriorada. Nosotros estamos haciendo una de 7 metros y Castilla ahora se verá obligada a mejorar el tramo Cervera–Collado de Piedrasluengas y así nos está pasando con todos los límites.

P.- En cuanto a las infraestructuras que dependen del Estado, aparentemente en el 2005 quedarán completadas las grandes reivindicaciones históricas de Cantabria, con la finalización de la Autovía de la Meseta. Eso puede dar lugar a una brusca interrupción en la inversión del Gobierno central. ¿Qué va a demandar Cantabria al Estado a partir de ahora?
R.- La gran reivindicación es que tienen que acelerar el ferrocarril. El ferrocarril es ahora mismo la obra clave. Esto va por etapas. A mí cuando me vienen a pedir el Escudo, digo: oye no podemos plantear El Escudo mientras no tengamos los accesos a la Meseta por donde se han diseñado, que es por Aguilar–Palencia, y ahora también Aguilar–Burgos. Por cierto, el otro día he presentado una alegación en nombre del Gobierno de Cantabria en la Junta de Castilla y León para que su tramo de la autovía, que tiene tres opciones, dos de ellas partiendo de Aguilar, arranque en Quintanilla de las Torres porque nos ahorraríamos diez kilómetros de recorrido hacia Burgos y no tendríamos que llegar a Aguilar, a donde podremos ir por la autovía de Castilla.

P.- ¿ Y qué pretende conseguir el Gobierno cántabro en el ferrocarril de alta velocidad?
R.- El reto es que no tarde más de 2 horas 50 minutos, ni un minuto más.

P.- ¿A qué plazo?
R.- Hablan de que pudiera estar concluido en el 2007–2008. Ahora no hay nada. Están con los proyectos nada más, pero hombre, yo los proyectos los doy por ventilados en el 2003 y creo que esa obra razonablemente en el 2008 debiera de estar.

El precio de las obras

P.- En alguna ocasión, usted se ha jactado de que nunca tienen que pagar por las obras más del precio de licitación. Eso ¿a qué se debe? ¿A tener más disciplina, a hacer un seguimiento más estrecho de las obras o a saber aguantar mejor que otros las presiones de los adjudicatarios?
R.- Puede que incluso haya algún otro ingrediente que mencionaría si tuviera las pruebas, porque en épocas pasadas ha habido rumores de enriquecimientos. En la época anterior a la mía, una obra de un millón en carreteras acababa costando 3,6 millones de media. Hay carreteras, como la que se hizo desde el Puente de Santa Lucía a Bárcena Mayor que se licitó en 800 millones y costó 7.000. Y si hablamos del Palacio de Festivales o hablamos de la remodelación de La Magdalena… Lo normal era que una obra triplicase el precio de licitación y a mí esa era una de las cosas que no me cabían en la cabeza, posiblemente por deformación profesional. Yo no lo podía entender y yo decía que eso no podía ocurrir. Un modificado a lo largo de una obra es imprescindible, pero tiene que ser un modificado mínimo si el proyecto está bien hecho y posiblemente una de las razones de que ahora mismo ninguna obra cueste más que el precio de licitación es que el proyecto está bien hecho.
Si un proyecto tiene una baja del 18%, de media, los modificados a que dé lugar esa obra tienen que entrar dentro de ese 18%; además, si supera el 20 hay que pedir autorización al Consejo de Estado. Yo no he tenido que pedir nunca al Consejo de Estado un permiso para una obra porque ninguna ha superado el 20%. Esos modificados tienen que absorber la baja. Yo sé que una carretera que es de 100 millones la adjudico en 80 y que me va a costar 93, pero no me puede costar 110 ni 120.

P.- Esa misma cuenta no sale hoy mismo en otras consejerías de su socio político donde las obras sí que cuestan bastante más que el precio de licitación y sobre las que parece estar extendiendo una sombra de sospecha.
R.- Yo hablo de la mía. Yo tengo aquí una gente muy rigurosa, porque el mérito no me le apropio yo, y digo que una obra, si tiene bien hecho el proyecto nunca se puede disparar por encima del precio de licitación.
Otra cosa importante que ha propiciado las bajas en esta época es que antes se pagaba muy tarde. Cuando yo empece a tirar de la subasta pura y dura, los empresarios se quejaban pero sabían que posiblemente seamos la Consejería de Obras Públicas más rigurosa en el pago de toda España, aquí nadie cobra ni un día después de los 40 días de la certificación. Hace 15 años, con las cargas financieras que había entonces, si un empresario sabía que hacerle una obra al anterior Gobierno le suponía cobrar en dos años, tenía que duplicar el precio de la obra para ganar dinero.

“He pedido a muchos contratistas que me llevasen al Juzgado para poder pagarles”

P.- Una parte importante de aquellas obras de la época Hormaechea se pagaron estando ya usted en el Consejería.
R.- Yo he pagado aquí 4.800 millones de pesetas de deudas a terceros, algunas de cinco años desde que se hizo la obra y de esos 4.800 millones, 3.000 con sentencia judicial, porque no tenían ningún expediente. Pero los jueces, creo que con buen criterio, han dicho obra realizada, sea ilegal la adjudicación o no, hay que pagarla y yo he tenido que decirles a muchos contratistas lléveme usted al juzgado porque yo no le puedo pagar si no me lo dice un juez y no crea que le voy a coger manía por eso. Y yo, con una sentencia judicial he pagado, porque sin ella ningún interventor me da autorización, porque no hay proyecto, no hay licitación y no hay expediente, pero la obra está hecha. El juez se limita a ver si la carretera está hecha, no entra en si mucho o poco, y dice páguese porque ha habido un enriquecimiento de la Administración.

P.- ¿A qué precio le salen al Gobierno regional las carreteras?
R.- A mí me tienen que salir de media a 40 millones el kilómetro. Hablo de las carreteras de montaña, siempre que no sean travesías urbanas, de la red secundaria de 6 metros, con cuneta de hormigón, buen firme, bionda, rectificación de curvas, etc.

P.- Hablamos, claro, de renovación de carreteras preexistentes.
R.- Sí, eso trabajando sobre una carretera que ya existe. Hay una nueva que me cuesta 800 millones y tiene 4 kilómetros, pero claro lleva estructuras, puentes… Yo hablo, por ejemplo, de Alisas o La Braguía, donde sale a 40 millones el kilómetro de 6 metros de anchura. Para que quede una buena carretera, no una carretera perfecta, porque las curvas en Cantabria tienen que seguir existiendo, como las vemos en las carreteras de montaña en el Tour de Francia o en Suiza.
P.- ¿Y estas reparaciones son duraderas?
R.- Una cosa muy importante que hemos introducido nosotros y que va a alargar mucho la vida de las carreteras son las cunetas de hormigón. La cuneta en Cantabria es vital, eso es algo que me enseñaron los ingenieros. La cuneta en forma de uve, no las de cajón, que son peligrosísimas, porque metes la rueda del coche y dejas el chasis. En Cantabria llueve mucho y pronto veías un surco por mitad de las carreteras, que al final te hacía un agujero. Ahora el agua va por la cuneta. Salvo que haya una riada, el agua jamás llega a la carretera. Pero, además, si haces sólo la plataforma del aglomerado, los coches van descarnando los bordes y al final una plataforma de 6 metros al año es de 5. Si metes hormigón en las cunetas se convierte en una cuña para el aglomerado, la carretera queda completamente fijada y está así para toda la vida.

“Hay obras para varios años”

P.- La Consejería es una buena atalaya para saber lo que ocurre en el sector de la construcción, especialmente en la obra pública. ¿Cabe la posibilidad de que se produzca una recesión a corto plazo?
R.- Yo a corto plazo no la veo, porque nuestra obra pública tiene todavía mucho recorrido. Al menos a un plazo de cuatro años, el ritmo inversor del Gobierno y concretamente de esta Consejería, que es la que más inversión tiene, irá creciendo al 8% y contamos, además, con las grandes obras del Estado. Aunque haya una recesión, la autovía de la Meseta por sí sola es un motor tremendo de trabajo. No digamos cuando empiecen el ferrocarril. Lo que puede haber, quizá, es un parón en la vivienda pero todo el mundo lo auguraba para este año y ni para este ni para el que viene, porque hay una gran cantidad de gente con mucho dinero que no tiene otras posibilidades de invertirlo. Hubo una época en que los intereses se pagaban al 13 o al 14% por cantidades de 5 y 10 millones de pesetas, y aunque la inflación era mayor, la gente no tenía esa percepción, llevaban el dinero y cobraban. Ahora te pagan el 2% o el 2,5% neto. No hay retribución por el ahorro en el banco y la bolsa va a tardar muchísimo en ser refugio nuevamente de los dineros, aunque esté muy barata, porque cuando la gente tiene un palo gordo en bolsa, el escarmiento dura años. Entonces, ¿qué es lo que hace la gente de dinero? Pues ir a los bienes inmuebles. Así hemos leído que el 70% de los pisos que se compran no son de primera residencia, yo diría que ni de segunda. Yo conozco gente con 10 pisos. Y además, ha influido también la conversión al euro, que ha sacado mucho dinero negro.

“Nadie quiere hacer VPO”

P.- Alguna solución habrá que dar para atender las necesidades de quienes necesitan una vivienda.
R.- Es que todo lo que he mencionado hace que el mercado de la vivienda sea un refugio de los capitales y prueba de ello, es que incluso con la modificación del Plan de Vivienda que ha subido los precios en el Régimen Especial de 105.000 a 115.000 pesetas por m2, y a pesar de que nosotros dábamos 400.000 pesetas por piso al constructor y que lo hemos subido a 500.000, no hay ni un constructor que haga una vivienda de protección. Ni siquiera hacen las de régimen general que son a 135.000 pesetas el m2. Simplemente, porque están vendiendo las libres. Y tiene que ser la empresa pública Gesvican la que salve la papeleta, haciendo este año 570 viviendas porque la iniciativa privada no va.
A mí me dice el consejero de Extremadura que allí todo el mundo las hace, pero claro Extremadura no es un refugio de capitales que revaloricen los inmuebles. La gente sabe que un piso que tengan en Santander, en Somo, en Suances, en Laredo y no digamos en Castro, no va a ir nunca por debajo de la inflación.

P.- Tengo que recordarle que cuando se ha suscitado la reciente polémica sobre el precio de los pisos, el ministro de Fomento ha puesto la pelota en el tejado de las autonomías y de los ayuntamientos y ha dicho que es su responsabilidad por no seguir las directrices nacionales sobre suelo.
R.- El dirá lo que quiera, y hay una parte cierta en lo que dijo, que la vivienda libre es libre competencia y las cosas suben cuando la gente las demanda. Eso es igual que la Feria de Torrelavega que si un día van a comprar cuatro tratantes y hay 5.000 vacas, ese día las vacas valen poco y si van mil tratantes y hay tres vacas, ese día las vacas van a subir de precio. Pero independientemente de eso, algo hay que hacer porque sigue habiendo una capa de población que necesita una primera vivienda y no la puede comprar, y eso repercute en problemas familiares gordísimos, en gente que no se puede emancipar, en gente que no se puede casar, gente que sigue tirando de los padres o de los abuelos, que tiene una novia desde hace cinco años. La prueba está en el espectáculo lamentable que presencié cuando sorteamos las viviendas de Nueva Montaña: 5.000 personas para el sorteo de 700 pisos, o en el Polideportivo Vicente Trueba de Torrelavega, que no se ha llenado jamás, sólo aquel día, para las cien viviendas de la Ferretera. La verdad es que la gente fue muy amable, porque yo pensé que iba a haber una bronca.
Nosotros, presupuestariamente podemos seguir haciendo 570 viviendas, que es lo que tenemos en el Plan y las vamos a hacer al año, con grandísimos problemas y con pérdidas. Pero ¿cómo se arreglaría esto? Pues claro que todos tenemos una pequeña responsabilidad, yo mando cada año dos cartas a los alcaldes y ya van tomando conciencia. La mayoría creían que lo que un alcalde tiene que hacer es echar mucho alquitrán, hacer una buena plaza, una buena bolera y poner luz, que eso es lo que electoralmente da votos, pero hay una cosa que es más importante y es intentar fijar la población en el municipio, que no se te vayan, que la gente se pueda casar en el pueblo y vivir en el pueblo. Y un Ayuntamiento ahora con la Ley del Suelo tiene una serie de aprovechamientos de terreno que nos tendrían que ceder o iniciar ellos las promociones, cosa que no les recomiendo porque no tienen medios ni personal para hacerlo. Pero lo que no deben hacer es vender los suelos, que no hagan caja con ellos para poner más bombillas. Yo les hago este llamamiento y puedo decir que hay alcaldes que lo entienden, y pongo como modelo al de Puente Viesgo donde entregamos 60 viviendas y ahora hemos iniciado la construcción de 110 más, ¡en un pueblo como Puente Viesgo!.

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