Nada es como parece
LIBERALISMO HASTA EL ABSURDO.– A veces los principios se llevan a extremos absurdos. Eso es lo que ha ocurrido con la decisión de la Comisión Europea de amenazar a Francia con un expediente si permite que cines, teatros o salas de conferencias sigan utilizando perturbadores para impedir que el público utilice dentro sus teléfonos móviles. Es cierto que cuando se concedieron a las empresas las licencias de telefonía no aparecían estas limitaciones en el uso y que puede ser cuestionable que un particular pueda, por su cuenta y riesgo, perturbar la señal en determinados lugares bajo su tutela, pero también es cierto que el sentido común indica que alguna regulación debe existir para impedir que un espectáculo de cualquier tipo acabe siendo un concierto de estúpidas melodías de teléfono móvil.
CÁRCEL PARA LOS CONTAMINADORES DEL MAR.- Cada vez que hay una catástrofe y alguien quiere congraciarse con la opinión pública corremos dos riesgos: el que sea una medida coyuntural e insustancial o el que provoque otros problemas añadidos. Es lo que acaba de ocurrir con la reacción de la Comisión Europea a la catástrofe del ´Prestige´. Una propuesta secundada por el Grupo Popular establecerá sanciones penales, incluida la cárcel, para quienes realicen vertidos de hidrocarburos, sustancias químicas y tóxicas al mar. La idea puede ser encomiable en la teoría, pero no cuesta mucho imaginar los apuros que, por ejemplo, tendría José Luis Gil para aplicar la ley de sus correligionarios en Cantabria, una región donde hay muchos vertidos de productos químicos al mar y donde las propias instituciones propician la construcción de emisarios submarinos con este fin.
LAS CONSTRUCTORAS, POCO INTERESADAS EN IRAK.- Ahora que España espera sacar algún rendimiento del botín de guerra de Irak, en forma de contratos de reconstrucción, la actitud de las constructoras nacionales es muy fría. A pesar de que siguen teniendo amplios intereses en el extranjero (3.000 millones de euros anuales de facturación), las constructoras españolas no han tenido buenas experiencias últimamente en el exterior y desde hace dos años se han replegado hacia el mercado nacional, más interesadas en repartirse el jugoso Plan Nacional de Infraestructuras 2000-2007, bastante más seguro. El resultado es que la mayoría se encuentran demasiado ocupadas ahora para pensar en Irak.
AMNESIA SOBRE RTVE.- El déficit de RTVE ha llegado a niveles desproporcionados pero curiosamente, ahora no parece preocuparle a nadie y mucho menos a quienes hace años se llevaban las manos a la cabeza. A pesar de la fuerte reducción de los tipos de interés, que rebajó sensiblemente la cuantía de los gastos financieros de este ente público, la deuda ha pasado en los siete años de gobierno popular de 1.500 millones de euros a 5.576 (prácticamente un billón de pesetas) y las televisiones públicas creadas en las autonomías van por el mismo camino. Cada año RTVE pierde unos 100.000 millones de pesetas, una cifra disparatada si se tiene en cuenta que las televisiones privadas ganan dinero. Parece que el Gobierno, antes tan crítico, da por buena la situación a cambio de tener un medio de comunicación a su servicio.
PAGAMOS MEJOR QUE NUNCA.- Disminuyen las ventas de coches y pasajes aéreos, la economía crece menos y el endeudamiento de los españoles es el más alto de su historia. Aparentemente, los bolsillos de los españoles empiezan a dar síntomas de fatiga, pero… pagamos mejor que nunca. La tasa de morosidad ha caído a un mínimo del 0,882%, algo sorprendente cuando los créditos siguen aumentando a un ritmo del 14% y las familias debían mostrar ya algunos síntomas de asfixia financiera. ¿Durará mucho?
IMPUESTO SOBRE EL GAS.- El Gobierno va a crear un impuesto especial sobre el consumo de gas natural, que aumentará su precio en un 5,1%. La noticia, que no resulta muy congruente con la tesis oficial de que los impuestos bajan, ha pasado desapercibida para los consumidores domésticos, pero no para las empresas, que ya se quejaban de pagar el gas más caro de Europa. El hecho de que el gas sea utilizado como sustitutivo del fuel o el carbón, en función de los precios de cada uno, abre además una gran incógnita, la de saber si muchas de las instalaciones que ahora se construyen pensando en el gas natural como fuente de energía, acabarán por quemar los combustibles tradicionales, mucho más contaminantes.