Las otras razones
El pacto de Gobierno que ha tomado las riendas de Cantabria probablemente no va a introducir grandes cambios sobre las políticas anteriores pero puede ofrecer una imagen distinta y más cercana. Lo tendrá que demostrar, como el PP tendrá que demostrar que sabe estar en la oposición, donde los días son largos y es imprescindible mantener la cohesión interna para no caer en el desánimo.
La historia ha vuelto del revés lo ocurrido hace doce años. Entonces, el PP dio largas al PSOE –ganador de las elecciones por amplio margen– y cuando los socialistas quisieron reaccionar populares y hormacheistas ya habían reconstruido un pacto que parecía imposible, por las diferencias aparentemente insalvables entre ambos. Ahora fueron PSOE y PRC los que alcanzaban un acuerdo antes de que el PP pudiese reaccionar y eso ha creado la desazón del engañado.
Lo cierto es que, al menos en dos ocasiones anteriores, podía haberse producido el mismo pacto de Gobierno, pero el PRC optó por el PP, y esos precedentes habían creado en la ciudadanía el convencimiento de que esa era, de nuevo, la única alianza posible. Sin embargo, en esta ocasión habían cambiado muchas cosas. Meses atrás, advertimos en estas páginas que Miguel Angel Revilla, empezaba a no encontrar alicientes en la vicepresidencia y en la Consejería de Obras Públicas. Bien por mimetismo o por el hecho de que la gestión municipal de populares y regionalistas durante ochos años había creado roces personales en muchos municipios, en la estructura del PRC empezaban a notarse síntomas semejantes. Y, sobre todo, un deseo de alcanzar aún más poder.
Es posible que esas mismas circunstancias apenas hubiesen tenido efecto alguno en otra época, pero esta vez se juntaban muchos factores personales que favorecían un vuelco en la situación. No es cuestión de echar mano de taumatúrgicas señales en el cielo para explicarlo. Es algo tan sencillo como que Miguel Angel Revilla acababa de cumplir 60 años y su ilusión era acabar su carrera política como presidente, y que Lola Gorostiaga es mujer. Y hay que ser realistas. Incluso en un partido que se dice progresista, como el PSOE, la militancia no hubieran admitido fácilmente que su líder entregase la presidencia a otro partido con menos votos si hubiese sido varón. Es decir, el pacto nunca hubiese sido factible si el socialista hubiese sido Jaime Blanco, ni lo fue siendo Julio Neira o Angel Duque. En cambio, los roles atávicos han permitido que Lola Gorostiaga ceda su protagonismo al varón, Miguel Angel Revilla, sin que rechinen las bases socialistas cántabras, un partido donde, por cierto, se han hecho fuertes las mujeres, con una presidenta (Blanca Rosa Gómez Morante), una secretaria general, (Dolores Gorostiaga), una secretaria institucional que controla el partido con mano firme (Rosa Eva Díaz Tezanos) y una estrella rutilante en el horizonte, Puerto Gallego, que en dos años ha sido capaz de meterse Santoña en el bolsillo, algo que no consiguió nadie durante décadas.
Además de estos asuntos de cocina, hay otro hecho que no conviene olvidar. La política de los gobiernos anteriores, que ha sido cruelmente olvidadiza con los ayuntamientos socialistas, había colocado en una posición tan desesperada a los pocos alcaldes que conservaba el PSOE que se ha convertido en un boomerang para que todos ellos forzasen al partido a tocar poder y volver a entrar, de alguna manera, en el reparto de las inversiones regionales. Ojalá esto sirva para que cualquier gobierno entienda que las actuaciones sectarias en el reparto del dinero público, además de inmorales, dan malos resultados políticos y para que en esta legislatura todos los ayuntamientos, de todos los colores, incluidos los gobernados por el PP, disfruten del mismo apoyo desde Puertochico.