Vitalitas da un nuevo impulso a la Residencia San José
El centro ha invertido en torno a dos millones de euros en ampliar su edificio y realizar obras de rehabilitación
La residencia de mayores San José, de Guarnizo, se creó en 2008 con 160 plazas, siendo la primera que hacía Vitalitas fuera del País Vasco. Una década después, ha ampliado sus instalaciones con la construcción de un edificio anexo que le permite ofrecer 49 plazas más, y el grupo vasco busca nuevos emplazamientos para abrir otros centros en Cantabria.
Con una edad media de algo más de 45 años, Cantabria es la cuarta comunidad con la población más envejecida. Por eso, no es de extrañar que el número de establecimientos geriátricos se incremente con rapidez. La residencia San José Vitalitas abrió sus puertas en julio de 2008 y acaba de realizar una ampliación para aumentar su número de plazas.
La residencia pertenece al Grupo Vitalitas, surgido en el País Vasco en 2003 como consecuencia de la fusión de las empresas Urgatzi y Promega. Actualmente cuenta con 2.500 profesionales y más de 2.000 camas, factura 70 millones de euros anuales y atiende a más de 10.000 personas en sus diferentes servicios (centros residenciales, centros de día y ayuda a domicilio).
A medida que el grupo fue creciendo en la comunidad vecina, decidió expandirse fuera sus fronteras y Cantabria fue el primer lugar elegido.
Residencia San José
La residencia San José, situada en el polígono de Morero, en Guarnizo, es un pequeño oasis entre el asfalto y las empresas que allí se encuentran. Un gran jardín de más de 5.000 metros cuadrados permite que los residentes disfruten de la naturaleza con la tranquilidad de seguir contando con la atención y supervisión de los trabajadores del centro.
El edificio de tres plantas de la residencia, disponía hasta ahora de 5.600 m2 construidos y 160 plazas, todas ellas concertadas por el Gobierno de Cantabria, a través del ICASS. Tras las recientes obras, la superficie útil ha crecido en 1.800 m2, lo que le ha permitido aumentar su capacidad en 49 plazas, en este caso para clientes privados. En estos momentos la residencia tiene 70 habitaciones individuales y el resto son dobles.
La demanda no deja de crecer y en las nuevas habitaciones solamente quedan una decena de plazas disponibles, aunque la cifra fluctúa. El personal se muestra orgulloso de la confianza que las familias cántabras vienen depositando en ellos desde que se instalaron en Guarnizo, ya que siempre ha tenido lista de espera. En julio había unas 30 personas esperando a poder acceder a una de las plazas concertadas, lo que puede requerir entre seis y diez meses.
Los profesionales de San José tienen claro que en este completa ocupación ha funcionado “el boca a boca y la experiencia de las personas que tienen o han tenido familiares en la residencia”. “Ellos son nuestra carta de presentación”, dicen.
La mayor parte de los usuarios provienen del entorno de Astillero y Maliaño, seguidos de los que llegan de Santander. Hay una gran proporción de mujeres (unas 160, frente a unos 30 hombres) y la edad media es de unos 85 años.
Con unas edades tan avanzadas, una gran parte de los pacientes tienen enfermedades neurodegenerativas, entre las que destaca el alzhéimer, seguida de demencia y parkinson.
Los pacientes se distribuyen en las plantas del centro según su grado de dependencia. El grupo más numeroso es el de los grandes dependientes (más de 90 residentes), seguido de aquellos que tienen dependencia severa (unos 70). El colectivo más reducido es el formado por los que tienen un grado de dependencia moderada.
Este perfil ha ido variando desde que se han incorporado las nuevas plazas de titularidad privada. “Ahora acceden personas más jóvenes, sin deterioro cognitivo y que llegan por periodos más cortos, normalmente con una necesidad de rehabilitarse de un alta hospitalaria antes de volver a su domicilio”, explica la trabajadora social Lorena Fernández.
La nueva normativa de acreditación para los centros residenciales los encamina a un modelo de atención centrado en la persona pero la residencia San José ya había apostado por este modelo desde sus inicios. “Siempre hemos ofrecido una atención integrada y personalizada”, subraya la ayudante de dirección Nuria Esterán.
Ambas destacan la importancia que dan a las familias de los residentes. Entre semana se registran unas 250 visitas diarias y la cifra supera las 300 los fines de semana. “Afortunadamente las familias son muy colaboradoras. Nosotros lo fomentamos, invitándolas a participar en talleres, cumpleaños y otras fiestas, además de contactar con ellas a menudo porque nos parece muy importante para nuestros pacientes”, explica la trabajadora social.
Personal y servicios
El número de trabajadores ha ido creciendo en paralelo con la residencia. De los 80 que había hace un año se ha pasado a los 130 actuales, lo que supone un aumento de más del 50%.
Además de la gerencia y el equipo administrativo, hay una gran variedad de perfiles, en su mayoría relacionados con la salud: un equipo de siete enfermeros y cuatro auxiliares, un médico, dos psicólogos, una fisioterapeuta –a la que pronto se unirá un segundo profesional–, animadores, una trabajadora social, etc.
“No nos ceñimos a los ratios mínimos que marca la normativa, porque no nos parecen suficientes para dar una atención de calidad”, asegura Luis Martínez, gerente de la residencia San José.
Además de los servicios asistenciales y sanitarios convencionales, San José ofrece otros adicionales, como lavandería, peluquería, podología y acompañamiento hospitalario.
Obras de mejora
Vitalitas ha invertido en torno a dos millones de euros en el nuevo edificio y en la mejora de las instalaciones, obras realizadas por la empresa Sige Contratas.
ITM Global, por su parte, ha realizado gran parte de los equipamientos, desde las instalaciones de seguridad a la iluminación, fontanería, ventilación y climatización, así como las instalaciones de detección y extinción de incendios, telecomunicaciones y control de accesos.
Las obras en el edificio ya existente se han concentrado en la planta baja, aunque también se han construido habitaciones para doce personas más en la primera planta. Su emplazamiento no ha sido casual, porque busca fomentar la autonomía del residente, según Esterán.
El jardín también ha sido modificado, haciéndolo más funcional. Entre las mejoras destaca una pérgola que une ambos extremos del centro residencial, que forma una ele, y facilita que los usuarios puedan caminar en el exterior aunque el tiempo no sea muy favorable. “Pocos centros tienen tantos espacios verdes como el nuestro”, recalca Esterán.
Además de añadir plazas, la ampliación iba dirigida a la creación de nuevos espacios como la sala de ingresos, para que los usuarios y las familias se reúnan con el personal en el momento de llegada a la residencia, y la de un nuevo gimnasio, que se suma al que ya existía.
También, se ha construido una cafetería, algo que en el centro consideraban una necesidad, al estar situados en una zona donde no hay este tipo de servicios. Los trabajadores esperan que se convierta en un punto de encuentro y disfrute diferente tanto para los residentes como para sus familias y que, además del uso habitual, se emplee para celebraciones y cumpleaños.
El salón principal y el comedor de la planta baja se han ampliado y como ocurre en las nuevas habitaciones, las vigas de madera a la vista dan una gran sensación de calidez a estas salas.
También se ha ampliado y modernizado peluquería, un servicio bastante popular entre los residentes.
Nuevas inversiones en la región
La obra se ha aprovechado para incrementar las ayudas técnicas del centro. La residencia ha adquirido nuevas grúas, sillas basculantes para baño, sillas de ducha reclinables, sillones y sofás para el interior y el exterior.
Vitalitas tiene previsto realizar algunas obras más en la residencia San José, dirigidas a la actualización de más espacios y a la creación de otros nuevos, pero tiene en mente otros objetivos más ambiciosos. Ante el elevado grado de ocupación que ha mantenido el centro en esta década de funcionamiento, el grupo está estudiando nuevos proyectos con la intención de abrir algún centro más en Cantabria.
María Quintana