Una ‘isla energética’ de H2 y amoniaco se probará en la Bahía de Santander

El prototipo transformará el agua de mar y el aire en combustible y servirá para probar el futuro diseño de alta mar

En pocas semanas se empezará a construir en Degima una barcaza que llevará en su interior una planta de purificación y electrolisis de agua de mar, para obtener hidrógeno y oxígeno; un separador para conseguir nitrógeno del aire y un reactor que producirá amoniaco con estas materias primas. Una vez fondeada en la Bahía de Santander, se convertirá en un laboratorio de pruebas para uno de los proyectos más ambiciosos en los que haya participado nunca Cantabria, la construcción de islas energéticas, unas plataformas situadas en las proximidades de los futuros parques eólicos marinos, cuya energía se aprovechará para producir in situ H2 y amoniaco y abastecer con estos combustibles a los barcos en ruta.


La iniciativa de las compañías Copsesa y Ric Energy de hacer una gran fábrica de hidrógeno en los terrenos de Sniace no estará sola. Un consorcio de clústers del norte de España vinculados a la energía marina ha puesto en marcha el proyecto Bahía H2 Offshore, que también busca producir hidrógeno a través de las electrolisis, pero en alta mar, para que sirva como combustible a los barcos en plena travesía.

El prototipo de estas ‘islas energéticas’ se va a testar en aguas de la bahía de Santander, un lugar resguardado que permitirá perfeccionarlo hasta que pueda funcionar en mar abierto. El proyecto ha conseguido la consideración de PERTE por parte del Ministerio de Transición Ecológica, que financiará con fondos europeos parte de los 5.7 millones que va a costar.

En esta iniciativa tienen una participación muy importante el clúster cántabro de energías marinas SICC, que actúa como coordinador, el Instituto de Hidráulica, el Centro Tecnológico de Componentes y las empresas locales CIC y Degima. Esta última construirá la barcaza de 25 metros de eslora y 8 de manga en la que se van a instalar todos los equipos de producción de los gases.

Los socios del proyecto Bahía H2 Offshore han elegido las aguas calmas de Santander para probar esta estación energética generadora de amoniaco verde, una molécula química formada por hidrógeno y nitrógeno, más fácil de almacenar y transportar que la del hidrógeno y que puede ser utilizada directamente como combustible en los barcos o disociada en hidrógeno. El amoniaco también puede ser utilizado en tierra para otras producciones, como la de fertilizantes.

Un diseño esquemático de la barcaza, con las plantas de electrolisis y de obtención del amoniaco.

La barcaza será botada a comienzos de 2025 y se convertirá en el prototipo del proyecto definitivo, una gran isla energética en alta mar en la que los barcos en travesía podrán repostar tanto H2 como amoniaco, ya que ambos pueden ser utilizados como combustibles.

La disociación de estos gases requiere grandes cantidades de energía, que se obtendrá de aerogeneradores marinos, por lo que se trata de combustibles completamente verdes. Con este aprovechamiento in situ de la energía producida mejorará sensiblemente el rendimiento energético de estos parques eólicos, al evitar los altos costes que comporta evacuar a tierra la electricidad que generen.

Un proyecto de gran trascendencia

Si la eólica en alta mar aún sigue representando un reto tecnológico, ya que los aerogeneradores no se pueden anclar al fondo y eso complica enormemente su estabilidad, la producción en ese entorno de hidrógeno o de amoniaco lo es aún más. Por tanto, el proyecto que se va a acometer en Santander es absolutamente innovador, con unas perspectivas económicas muy importantes, dado que la flota mercante mundial es uno de los principales devoradores de combustibles fósiles y, en consecuencia, una de las principales fuentes de emisiones de CO2.

En esta barcaza piloto se realizará un proceso de purificación del agua salada antes de ser sometida a electrolisis PEM para separar el oxígeno y el hidrógeno. En paralelo, un separador obtendrá nitrógeno del aire, que luego se mezclará a bordo con el hidrógeno para producir amoniaco licuado en un reactor químico tipo Haber-Bosch.

De la Bahía al mar abierto

Las pruebas en estas aguas tranquilas permitirán estudiar cómo se adapta la planta a la variabilidad del agua de mar y el aire, las materias primas con las que va a trabajar, ajustando cada uno de los sistemas de producción, además de comprobar los efectos que tendrá el vertido de la salmuera resultante del proceso.

Una vez testado, la barcaza se ampliará para redimensionar la planta de producción de nitrógeno, el reactor de amoniaco y los sistemas de licuado, almacenamiento y descarga de amoniaco líquido. También se mejorará su estabilidad, porque en esa fase las pruebas se harán en alta mar.

El segundo emplazamiento estará en la denominada Biscay Marine Energy Platform (BIMEP), donde la barcaza estará conectada a un aerogenerador flotante de 2 MW para escalar el tamaño de la planta y los volúmenes de producción.

En la última fase del proyecto (a partir del año 2029), se utilizará una planta de un tamaño muy superior, capaz de producir gigavatios de energía, y estará dentro de un parque eólico marino de alta mar.

Los promotores

El proyecto Bahía H2 Offshore está impulsado por el Supercluster Atlantic Wind (SAW), formado por los clústeres de energía marina del norte de España: el Sea of Innovation Cantabria Cluster, la Asociación de Industrias del Metal y Tecnologías Asociadas de Galicia y el Consorcio Tecnológico de la Energía de Asturias.

Estas clústeres agrupan más de cien empresas y organismos, de las cuales una decena se han implicado muy directamente en el proyecto: Ariema, Centro Tecnológico CTC, Consulting Informático CIC, Degima, Duro Felgueira, IH Cantabria, InProEner, Saitec y Tresca.

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