Manuel Rotella, más allá del éxito

Éxito es el resultado feliz de un negocio. Manuel Rotella, fundador hace 50 años del grupo que lleva su nombre, ha disfrutado siempre con su trabajo y en ello resume la única felicidad posible, por encima del dinero. Sus satisfacciones hoy son sus seis nietos, compartir un buen vino con quien lo disfruta y saber que sus viviendas sociales, de las que ha construido “más que nadie”, han hecho feliz a mucha gente.
Y, a pesar de que no puede quitársela de la cabeza, insiste en que jamás debió dejarse tentar por la política. Lo dice mientras inicia una nueva reflexión sobre la necesidad de un mundo más justo y de una Europa más decisiva. La política le ha costado dinero, pero sigue paladeándola. Es un veneno que todavía hace tres años, en plena crisis del PSOE, le llevó a pedir el ingreso en este partido como militante de base. Le interesa y afecta todo lo que pasa en el mundo y reconoce el buen resultado de la política económica del PP.
Rotella conserva un corpachón en buen tono gracias a largos paseos diarios por la playa de Liencres. Un aspecto imponente que no se corresponde con su bajo tono de voz y una tendencia a la reflexión que conduce casi siempre a terrenos políticos.

P.- Su trayectoria es tan larga como cambiante. Usted empezó con un negocio de hostelería.
R.- Empecé con 15 o 16 años en el bar de mis padres, que hoy es el restaurante El Calvo de Puente San Miguel. A las 5 me levantaba para abrirlo, sin que nadie me tuviera que llamar. Ahí paraban los de la Mina y los que estaban haciendo la presa de Sniace. Iba con la bicicleta y llevaba bocadillos por las tardes. Le tengo cierto cariño al bar. Me acuerdo mucho de él, aunque he disfrutado con todas las cosas que he hecho. Lo mejor que puede pasarle a cualquiera es que disfrute cuando está trabajando, porque te pasas la vida trabajando. Es, prácticamente, la única felicidad que existe, más que tener dinero.
Incluso en los trabajos más duros, cuando estábamos tendiendo las líneas eléctricas, subiendo sacos de cemento a cuestas o hierros por los Picos de Europa, era muy estimulante estar con la gente.
P. ¿Cómo se produce el salto desde la hostelería hacia esas otras actividades?
R. Mi padre había empezado a hacer ya algunas obras para las eléctricas. Dejamos el Bar Rotella en el invierno del 49 o 50, y yo me fui a hacer la cimentación de las columnas de la línea Reinosa-Mataporquera. Cuando fui, pesaba 85 kilos y a los siete meses había bajado a 69. Fueron unos años de trabajo físico duro. Después hemos hecho miles de cimentaciones, como contratistas de Viesgo y con Hidroeléctrica Española. Hicimos la mitad de la línea de Madrid a Valencia, que eran 1.000 cimentaciones. Fuimos solos en enero del 58 a Valverde del Júcar. Recuerdo que iba con la moto a por la dinamita, con 6 grados bajo cero, aterido de frío. Me quedaba en casas con derecho a cocina, e íbamos cambiando de pueblo a medida que avanzaba la obra: Minglanilla, Onteniente, Castellón de la Plana. Luego, Asturias… Trabajamos por toda España, y ganabas un duro, aunque se hacía a unos precios muy afinados.

“Me he equivocado mucho”

P. ¿Y el paso a la actividad inmobiliaria?
R. Compramos unos terrenos en la Avenida del Besaya, en el 71 y empezamos a construir un par de años después.

P.– ¿Fue un error aceptar la candidatura a la alcaldía de Torrelavega que le ofreció el PSOE como independiente siendo promotor inmobiliario?
R.– Yo he cometido muchos errores, muchos. Uno de mis mayores errores fue ser político y ser alcalde de la ciudad. Aunque solo estuve 20 meses, eso es un error tremendo.

P.- ¿Por qué es un error? ¿Porque resolver los problemas de una ciudad no es fácil o porque es muy difícil aceptar que un empresario sea alcalde?
R. Sí, es muy difícil aceptar que un empresario sea alcalde. Yo hice muchas cosas en ese pequeño tiempo. Llevaban años queriendo hacer el hospital, pero no tenían terrenos. Yo adquirí unos, se los cedimos al Ministerio y se iniciaron los papeles para su construcción. También estuve días y días tratando de resolver los problemas de la traída de aguas, porque Torrelavega no tenía agua suficiente. Y en seis meses se pusieron al día los pagos, porque los proveedores cobraban a doce o veinte meses, con unos precios muy caros. Conseguí que cobraran en 90 días y, a cambio, que nos hicieran precios competitivos. Las cuadrillas de limpieza empezaron a salir a las calles a las 5 para que quedase la ciudad limpia…
Yo quería llevar el ayuntamiento como una empresa, porque, al fin y al cabo, es la empresa más importante. Y se hicieron muchas cosas, pero varios medios de comunicación se empeñaron en que yo me daba licencias ilegales y lo dijeron tantas veces que la gente se lo llegó a creer. Hice una encuesta bastante amplia y el 54,6% de la gente creía que, efectivamente, había ido a la alcaldía a darme las licencias ilegales. Todo era mentira, pero es comprensible, porque ser alcalde de una ciudad cuando eres constructor y promotor, para el ciudadano es como poner a la zorra a guardar el gallinero.

P.– Pero usted no dejó del todo la política
R.– Me marché y después fui diputado con el PRC en el 89. La política me sigue gustando, me gusta mucho, pero no la local o la regional, sino la nacional y particularmente la mundial.
P. ¿Cree que sus inquietudes políticas han sido un obstáculo añadido a su actividad empresarial? ¿Para una constructora se paga no ser afín al poder?
R. Se paga. No ser afín al poder se paga.

P.- Además, a comienzos de los 90, cuando la mayoría de las empresas de la construcción tuvieron dificultades, usted tuvo un enfrentamiento con el entonces presidente, Juan Hormaechea…
R.- Yo lo pasé mal. Fue una época complicada, pero con aquello muchísimo más. Por eso digo que yo he cometido muchísimos errores y estoy seguro de que mis sucesores lo van a hacer mejor que yo.

P.- ¿Hubiera sido difícil eludirlo?
R.- No. El empresario se tiene que llevar bien con todos, aunque cada uno puede tener las ideas que sea, que es muy respetable. Pero no manifestarlo, estar un poquitín al margen. El empresario en política tiene sus inconvenientes.

P.- Usted ha construido mucho en Torrelavega, pero no ha mostrado demasiado interés por Santander o por la costa, que probablemente son los mercados más rentables. ¿Ha apostado por lo más complicado?
R. Pues lo hemos hecho así y no sé por qué. Siempre hemos estado aquí (en Torrelavega), aunque ahora estamos haciendo 31 viviendas en Suances, e hicimos una promoción en Pedreña, pero fue en los tiempos difíciles.
Aquí hemos hecho bastantes viviendas sociales. Quizá demasiadas, pero bueno, habremos hecho feliz a mucha gente, que también es importante.

“Los pisos, difícilmente bajarán”

P.- ¿El panorama inmobiliario puede oscurecerse en cualquier momento?
R.- Se habla de que puede haber algún problema. En España, 3,5 millones de viviendas se han hecho como inversión, porque la gente no confía en la bolsa. Si la gente vuelva a la bolsa, quizá bajen un poco los pisos, pero es bastante difícil. Siempre cuesta mucho que bajen, aunque sí es cierto que en algún momento tendrán que parar las subidas, porque los ciudadanos no los pueden comprar. Se habla de que hay planes para subir al 15% las cesiones a los ayuntamientos para hacer casas sociales. No me parece mal. Y, si es necesario, habrá que ceder el 20% o el 25%.

P. -¿No acabaría pagándolo el comprador de viviendas libres?
R.- Cuando haya viviendas sociales en abundancia, las otras bajarán automáticamente, porque mucha gente ya habrá solucionado su problema con ellas. Pero lo que es indudable es que hay que poner en el mercado más suelo urbanizable.

P.- ¿El POL puede frenar la construcción en Cantabria?
R.- Vamos a ver cómo queda con las alegaciones. Siempre habrá protestas, pero hay muchos sitios para construir. Es indudable que, para los que tenemos fincas en la costa, tendrá que haber compensaciones.
P.– Su grupo ha tenido una tercera pata, la forestal. ¿Cuál es su situación ahora?
R.- No fue una parte importante del grupo. Entramos en un mal momento y Sniace nos dejó pendientes unos 50 millones. Tuvimos que aceptar un acuerdo, junto al resto de acreedores y nos cambiaron la deuda por acciones.

P. – Hay quien dice que es uno de los mayores accionistas cántabros del Banco Santander. ¿Da más dinero la Bolsa que las viviendas?
R. Soy accionista del banco, pero nada más. No tengo nada significativo. 50 o 60 millones de pesetas. Lo que sí tenía era una muy buena relación con don Emilio Botín padre. Cuando fui alcalde me vino a ver dos veces al Ayuntamiento. Otras veces me llamaba desde Puente San Miguel y comía allí con él. Teníamos una buena relación.

P. ¿Le ha preocupado en algún momento preparar la sucesión de su empresa?
R.- Eso surge solo. Creo que hay que dejar a los sucesores que funcionen ellos. Uno puede estar detrás viéndolos, pero dejar que funcionen solos y que se equivoquen. Yo he visto muchos sucesores que ya eran mayores cuando han cogido las empresas y no han marchado nada bien. Hay que dejarles antes. Van a ser tan competentes o más que nosotros. Lo van a hacer mejor.

P.- De Torrelavega sale gente con iniciativa, pero la ciudad ha estado parada bastante tiempo. ¿Hay alguna explicación para eso?
R.- El problema es que en los años 70 AZSA, Firestone, Sniace y Solvay tenían 7.500 trabajadores y, de repente, nos encontramos que quedan 1.500. En los 80 o 90 estaba todo paralizado. Ahora, desde el 97, se han empezado a crear empresas y, pese a todo, todavía no tenemos polígono industrial. ¿Si no tenemos polígonos cómo se van a poner empresas?
Cuando estuve de alcalde no había crecimiento ni demanda. Pero habiéndola, hay que buscar los medios y no parar. Buscar los terrenos y pagarlos a su justo precio. Y también hay que buscar una ayuda del Gobierno, para venderlo a buen precio.

P.- ¿Es usted partidario de que se construya la planta de ciclo combinado de Sniace, que tanta polémica ha desatado en Torrelavega?
R.- El debate es si contamina o no. La contaminación en Torrelavega es muy grande. Me pregunto si no podría hacerse en un sitio más alejado, llevando el agua, el gas y la línea.
Se está diciendo que las centrales nucleares se van a quitar. Pero yo me pregunto: ¿Y si contaminan menos? ¿Y si en vez de quitarlas hay que construir más? Las que habrá que quitar inmediatamente son las antiguas, que no son seguras, pero…

P.- Usted participó en la política regional en unos años en los que las instituciones estaban prácticamente en formación. ¿Cree que Cantabria ha ido en la dirección correcta?
R.- Cantabria somos 500.000 habitantes, como el Puente de Vallecas. Pero, se dice ahora que se pueden hacer tantas cosas… Con que se haga el 20% me daría por satisfecho. No tenemos un mal nivel de vida, aunque nos ha perjudicado bastante no haber sabido hacer ver en Bruselas, años antes, que debíamos ser Objetivo 1. No supimos incluir a tiempo los habitantes de Castro Urdiales que estaban censados en Bilbao, lo que nos hubiese servido para aumentar un poco la población y no rebasar el 75% de la renta media comunitaria. Valencia ha tenido Objetivo 1 más tiempo y hay que ver lo que ha crecido.

P. ¿Le ha decepcionado la baja participación en las elecciones europeas?
R.– Sí. Desde que estamos en Europa, nos ha dado unos 15 billones de pesetas para las autopistas, los saneamientos, etc. Ha sido muy beneficioso y quizá no lo hemos tenido bastante en cuenta.
Europa lo tiene muy difícil con los EE UU, donde producen casi el 50% más, trabajan 500 horas más al año y gastan el doble en I+D. Posiblemente, nuestros trabajadores tengan que trabajar más, pero también los empresarios tengamos que gastar más en investigar, no sólo los gobiernos. No es conveniente que EE UU esté mucho más adelantado que Europa, porque el mundo necesita más a Europa. Hay que hacer una sociedad más justa, aunque sea por egoísmo, para evitar estos atentados, y Europa puede hacerlo.

P.- Su interés por la política es constante.
R.– Es que hay que hacer las cosas de otra manera. Lo que ocurre es que EE UU es casi el dueño absoluto del mundo. Hay que tener una buena relación con ellos, pero no estar a sus órdenes. No les tengo mucha simpatía, pero sí les tengo mucha admiración. Tendríamos que votar nosotros en América, por todo lo que nos influyen sus decisiones.
También hay que echar una mano a Africa. Es cuestión de acostumbrarnos a esa cultura. Lo que no se puede hacer es invadir un país porque tiene petróleo. Sadam no debía estar, pero en Africa hay decenas como él. El mundo hay que hacerlo mejor y eso sólo se arregla dialogando, aunque sea con el diablo.

P.– Es posible que esté escarmentado de la política, pero no parece que pueda quedarse al margen. ¿Cómo valora la situación española?
R.– Yo soy del PSOE, no del PP, pero económicamente han llevado el país bastante bien. Hay que saber reconocer lo que hacen otros, a pesar de que el déficit cero no se cumpla si se incluye RTVE y AENA y otras cosas que habrá por ahí. El país ha ido bien. Lo que no me parecía bien es que criticásemos que Alemania pasaba del 3% de déficit, cuando ellos nos aportaban a nosotros casi el 2% del PIB.
El camino de España va bien y las transiciones políticas son buenas. En el poder hay que estar ocho o, como máximo, 12 años, porque uno se acomoda. Luego, deben llegar otros. Si realmente los políticos vamos a la política para ayudar al pueblo, para que todo vaya mejor, y consagramos a ello ocho años de nuestra vida, ya está bien. Dejémoslo y, si no, habrá que obligarnos.

Suscríbete a Cantabria Económica
Ver más

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Botón volver arriba
Escucha ahora   

Bloqueador de anuncios detectado

Por favor, considere ayudarnos desactivando su bloqueador de anuncios