Micronorte: Carral cierra el círculo

Cuando a mediados de los 90 la familia Carral vendió Cartonajes Karlia a su competidor Saica parecía haber abandonado el sector definitivamente para concentrarse en las artes gráficas (Gráficas Calima), pero en poco tiempo, dos de los hermanos, Lope y Raúl Carral, reaparecían con una fábrica de cartoncillo para envases y sólo cuatro años después abren una nueva planta, Micronorte, para producir un tipo de cartón impreso más rígido, destinado al embalaje de otras gamas de productos.
La planta, ubicada en el polígono industrial de Requejada, ha supuesto una inversión de 6,7 millones de euros, por los que ha obtenido una subvención pública de 740.000, y en el capital social, que asciende a tres millones de euros, participa con un 30% la empresa pública Sodercan. El resto de los socios son Lope Carral, principal accionista y presidente de la compañía, Raúl Carral y la familia López-Tafall, presentes también en las otras empresas del grupo.
Aunque se trata de sociedades independientes entre sí, Gráficas Calima, Norgraft Packaging y Micronorte Packaging tienen en común algo más que los propietarios. Las tres pueden ser complementarias a través de la impresión y parece claro que el objetivo es aprovechar las sinergias que producen entre sí, al menos en las primeras fases de la actividad: la preimpresión y la impresión.
Calima, fundada hace trece años, para dedicarse a la impresión de revistas y libros, pronto comprendió que debía apostar por máquinas de alto rendimiento que sólo podían justificarse si obtenía fuera de la región una parte significativa de la carga de trabajo. El conocimiento previo del negocio del cartonaje y de las artes gráficas llevó a los mismos accionistas a la creación de Norgraft, la fábrica de Maliaño en la que se aunaban las dos vertientes, con la producción de estuchados de cartoncillo impreso en cuatricromía para productos alimentarios, como los ultracongelados o los cereales. La planta tuvo un éxito tan rápido que impulsó una ampliación inmediata de la capacidad productiva.
En un sector muy atomizado, y con una estructura fabril relativamente anticuada, la fábrica cántabra, de tecnología avanzada, resultaba un rival muy difícil de combatir por costes y calidades y eso ha provocado que alguno de los fabricantes tradicionales, sobre todo los vinculados a las cajas de cartón para latas de conservas de pescado, se haya visto abocado a la desaparición o la venta.

Una oportunidad de negocio

La relación con los clientes hizo ver a los propietarios de Norgraft que podían abordar un nuevo tipo de producto, un cartón más rígido que el cartoncillo, del que se diferencia por las finas planchas onduladas de microcanal que lleva pegadas. Este cartón fino tiene la consistencia suficiente para formar estuchados que protejan los productos de los golpes y es un buen aislante, unas características que le hacen imprescindible para productos alimentarios delicados, como las galletas, y muy demandado para perfumería y pequeños electrodomésticos, que necesitan envasados con impresiones externas de gran calidad y que, al tiempo, protejan el producto de los golpes en el transporte y manipulado. La demanda de este producto es creciente en España y en Europa, por lo que la nueva empresa prevé vender la mitad de su producción fuera del país, especialmente en Francia.
Las comunicaciones son muy importantes para la nueva actividad y eso llevó a la empresa a elegir el polígono que la sociedad pública Sican ha construido en Requejada, a pie de autovía, donde ha adquirido una parcela de 30.000 metros cuadrados, de los que ya utiliza la mitad, con una nave de 4.300 metros cuadrados y una amplia plataforma de carga. El espacio construido es suficiente para hacer una primera ampliación y, si las circunstancias son parejas a las que se han dado en la empresa hermana Norgraft, los terrenos excedentes permitirían disponer de suelo para una segunda nave de dimensiones parecidas.
Dentro de las instalaciones, lo más destacado es la impresora alemana KBA, en la que Norgraft ha invertido tres millones de euros. La plegadora-pegadora Hartmann y una troqueladora que permite los formatos de envases más variados han supuesto dos millones de euros más. Juntas, prácticamente aseguran la automatización de todo el proceso fabril.
Para manejar esta maquinaria, Micronorte ha preferido formar a su propio personal y ha llegado a un acuerdo con el Ayuntamiento de Polanco, cuya Agencia de Desarrollo Local ha procedido a la selección de trabajadores. La nueva fábrica cerrará el año con 44 empleados, muchos de ellos de apenas 21 años, pero su objetivo a medio plazo es alcanzar el centenar.
Los planes de producción de Micronorte son muy ambiciosos. En lo que resta de año espera facturar 2,5 millones de euros y en 2005 situarse en los 6 millones. Será en ese momento cuando se realice la segunda fase de la inversión, otros dos millones de euros, y se alcancen los cien trabajadores, con una facturación anual de 12 millones de euros. Micronorte y Norgraft se habrán convertido, en ese momento, en dos de las plantas con mayor capacidad productiva del sector.

Carencia de energía

El director general de Micronorte es Pedro Nalda, el anterior delegado del Gobierno en Cantabria y, previamente, consejero regional de Industria. Nalda, que desde su cargo público promovió el polígono de Requejada, se va a ver afectado por una de sus carencias, la de energía.
La subestación de Viesgo que atiende la zona es muy insuficiente para las necesidades del polígono y en tanto no se construya una nueva, las empresas asentadas se ven en la necesidad de servirse de generadores, una situación insólita tanto para Micronorte como para su vecina, la fundición MainMetall España, grandes consumidores de energía eléctrica.

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