Sin romper un cristal
Cuando la familia Cuesta creó a comienzos de los años 70 un pequeño taller de calderería, estaba lejos de imaginar que su trabajo iba a desbordar los límites de Cantabria, y que acabaría teniendo destinos tan lejanos como China, Corea, Brasil o Méjico. Pero su temprana vinculación al grupo Saint-Gobain, para cuya planta de Renedo comenzó a construir máquinas dedicadas a la fabricación de vidrio, le ha permitido asomarse a un mercado internacional para el que lleva ya trabajando veinte años. En ese dilatado periodo, Hercu Industrial ha instalado sus equipos de manutención en varias de las fábricas que la multinacional posee en Europa y Sudamérica, así como en las nuevas plantas que Saint-Gobain ha comenzado a abrir en su expansión por Asia.
En la estela de una multinacional
Trabajar para una gran firma multinacional puede deparar oportunidades de crecimiento como la que Hercu ha sabido aprovechar. Su primitiva actividad en el campo de la calderería y en tareas de mantenimiento –en las que la planta de Saint-Gobain en Vioño era uno de sus clientes– tendió pronto a concentrarse en un sector en el que había un gran vacío: la fabricación de máquinas para la producción de vidrio. La inexistencia de un equipamiento estandarizado para estas industrias obligaba a realizar diseños a medida en buena parte de las líneas de producción, desde la salida del horno hasta el almacenamiento final. A esta tarea se aplicó Hercu, especializándose en la fabricación de transportadores, alimentadores y cargadoras automáticas.
El trabajo realizado por Saint-Gobain trascendió pronto a otras fábricas del grupo en España y Hercu comenzó a suministrar su maquinaria a las factorías de Avilés y Arbós.
El cristal para automoción –otra de las especialidades de Saint-Gobain– abrió nuevos mercados para la maquinaria de Hercu y no tardó en producirse el salto a Europa. Apenas diez años después de comenzar su aventura empresarial, los equipos de manutención de los hermanos Cuesta empezaban a ser reclamados por fábricas de vidrio de Francia, Alemania, Inglaterra o Bélgica, así como en las plantas que la multinacional francesa ha ido abriendo en otros continentes.
Actualmente, Hercu destina al mercado internacional el 60% de su producción, lo que le obliga a mantener en otros países equipos de instaladores para el montaje y puesta a punto de la maquinaria.
Aunque se ha especializado en el sector del vidrio, la firma de Guarnizo realiza también trabajos de calderería, mantenimiento y otro tipo de máquinas para empresas como Cementos Alfa, Teka o Equipos Nucleares.
Instalaciones llave en mano
El diseño de los equipos para la fabricación de vidrio, ya sea el destinado a la construcción o el de automoción, comporta exigencias específicas de calidad. Hay que evitar el uso de elementos contaminantes o que puedan rayar el cristal y es notorio que cualquier pequeño defecto en el proceso puede convertir en inservibles coladas enteras o conducir al achatarramiento series de miles de unidades recién fabricadas.
En el caso de los vidrios destinados a la industria de la automoción (parabrisas, lunas laterales y traseras), los serigrafiados sólo pueden ser realizados si previamente se efectúa una perfecta limpieza y secado del cristal. En este campo, Hercu ha diseñado una lavadora de parabrisas que pasa por ser una de las mejores del mercado. Dependiendo de las dimensiones y de la velocidad del proceso de lavado, su precio puede oscilar entre los 84.000 y los 120.000 euros.
Es, quizá, el producto más conocido de la marca cántabra, pero de los talleres del polígono de Guarnizo salen también túneles de enfriamiento y de secado, apiladoras, estaciones de corte o transportadores, capaces de fabricar un parabrisas cada 14 segundos y de apilar cada 3 segundos un cristal lateral de automóvil.
Aunque en España Hercu no tenga prácticamente competencia, para abrirse paso en Europa debe hacer frente a compañías cuyos recursos superan con mucho las posibilidades de investigación de la firma cántabra. Para salvar ese obstáculo, reclama un mayor apoyo de instituciones regionales al desarrollo tecnológico de las pequeñas y medianas empresas. La propia firma ha tomado ya la iniciativa de firmar un convenio de colaboración con la Universidad de Cantabria para realizar un estudio que le permita reducir más el nivel de ruido de su producto más destacado, la lavadora de parabrisas, dejándolo por debajo de los ochenta decibelios.
Una expansión en riesgo
Aunque el trabajo que realizan para el grupo Saint-Gobain absorbe casi por completo su capacidad de producción, Hercu Industrial se ha lanzado a la captación de nuevos clientes para diversificar los riesgos. Su asistencia a la última Glasstec –la feria internacional del sector del vidrio que se realiza en Düsseldorf–, le ha abierto la posibilidad de nuevos mercados en países como Irán o Turquía. Sin embargo, sus proyectos de expansión chocan con las limitaciones físicas que le imponen sus actuales instalaciones.
La empresa dispone de tres naves en el polígono de Guarnizo, donde se instaló en 1983, que suman cuatro mil metros cuadrados. Pero al no estar ubicadas en el mismo lugar, se ve obligada a dispersar las diferentes fases de fabricación. En dos naves contiguas, se llevan a cabo los trabajos de calderería, mecanizado y montaje, mientras que en la tercera, situada en una zona próxima, se efectúan las pruebas de funcionamiento de los componentes o de las líneas completas de manutención, antes de ser montadas en la fábrica para la que se construyen.
Para solucionar esa disfuncionalidad, agravada por una ordenación del tráfico en el polígono que multiplica la distancia entre naves, Hercu proyectaba su traslado a Morero, donde reservó una parcela de 10.680 m2. Allí planeaba construir una planta industrial de 7.000 m2 que le permitiría agrupar holgadamente todos sus procesos de fabricación y dejaría margen para crear una zona de exposición en la que poder exhibir sus máquinas. Las nuevas instalaciones también permitirían añadir una docena de nuevos puestos de trabajo a una plantilla que ya cuenta con 42 operarios.
Contencioso por el polígono
Sin embargo, las cosas han discurrido por cauces muy diferentes a los esperados. El recurso ganado por Arca contra la edificabilidad prevista en Morero ha obligado a los promotores del Parque Empresarial a reducir ese coeficiente en todo el polígono desde el 0,7 inicialmente previsto hasta el 0,62. Esto significa que los 7.000 metros cuadrados que podía construir se han visto reducidos a poco más de seis mil. Todos los afectados por esta misma situación, argumentan que al efectuar la reserva de suelo y acordar el precio (10.000 pesetas por metro cuadrado) y las condiciones de edificabilidad, nadie les advirtió de que hubiese un contencioso cuyo resultado podría modificar lo acordado. Tampoco ayuda a resolver el conflicto la pretensión de los promotores de Morero de mantener las tarifas de un suelo cuyo aprovechamiento para las industrias va a ser menor, aunque lo cierto es que el precio al que ha salido a la venta ese polígono de promoción pública es bastante inferior a los habituales en este mercado.
Tanto Hercu como otras dos empresas afectadas están a la espera de que un arbitraje resuelva sus diferencias con los promotores del polígono, pero este contratiempo ha dejado ya huella, y la firma de Guarnizo comienza a plantearse la búsqueda de una nueva ubicación para sus instalaciones, sin descartar la posibilidad de que sea fuera de Cantabria.