Semicrol prepara el salto a EE UU, centrando el protagonismo en su marca Fundanet

La compañía cántabra ha convertido su software en una referencia para todos los centros de investigación

Semicrol, una de las empresas TIC más veteranas de Cantabria, reunió la pasada primavera en Santander a más 120 personas, una buena representación de la comunidad española de usuarios de su software Fundanet para fundaciones y centros de investigación. El éxito de este producto ha creado el dilema de si Semicrol debiera convertirse en Fundanet, el producto por el que es conocido en el resto de España, México y Colombia, y con el que ahora prepara el desembarco en EE UU.


Las entidades adaptan sus denominaciones a los mercados. El Banco Santander decidió quitar la preposición ‘de’ para evitar una sensación localista en los ámbitos internacionales. Repsol era solamente una de las muchas marcas existentes en la cartera de empresas que se integraron en el Instituto Nacional de Hidrocarburos. Por eso, la compañía cántabra Semicrol se plantea si resultaría más oportuno convertirse en Fundanet, el software con el que se ha hecho fuerte en el sector de las fundaciones y centros de investigación. Una marca que no solo es conocida en España, sino que también tiene importantes clientes en Centroamérica y Sudamérica y que ahora está introduciendo en EE UU.   

Medir los avances y resultados de un centro de investigación, que a veces trabajan con un horizonte bastante largo, nunca ha sido fácil, pero el software de Semicrol ha resultado decisivo para que tanto los financiadores como los responsables de los centros y los propios investigadores tengan una visión mucho más diáfana de todos los pasos. Eso está contribuyendo a mejorar el rendimiento de cada euro que se gasta y a racionalizar los esfuerzos.

El poder de convocatoria de Fundanet se comprobó la pasada primavera en un encuentro de usuarios de toda España, al que acudieron más de 120 profesionales de fundaciones y centros de invesigación.

Para la industria farmacéutica y biotecnológica, saber que un centro de investigación es más eficiente que otro es decisivo a la hora de contratar las tareas que externaliza, pero también las fundaciones y organizaciones sin ánimo de lucro quieren  tener una información más precisa de cómo se gasta el dinero que aportan, y la herramienta informática creada por Semicrol ha resultado decisiva.

También se libra una guerra entre iguales. Los centros de investigación no solo buscan innovaciones sino que compiten entre ellos por conseguir más financiación o atraer a los mejores cerebros, y necesitan medir la eficiencia de su asignación de recursos económicos y humanos y de sus ensayos clínicos. Todo ello ha dado lugar a que el software de gestión que lleva años comercializando Semicrol con la marca Fundanet se haya generalizado en el sector y supere en protagonismo al nombre de la empresa.

La compañía fundada por Vicente Alciturri, que ahora dirigen su hija Natalia, como CEO, y Eduardo Obregón, como director de desarrollo de negocio, lo toma como una consecuencia natural, y ha dado carta de naturaleza a la marca, que ya vuela sola en los mercados.

Las peculiaridades del sector

El proceso de investigación tiene sus peculiaridades y la principal de ellas es que invierte los términos lógicos: “Lo que mueve a una empresa es la actividad, y esa actividad genera los ingresos, mientras que en un centro de investigación son los ingresos los que generan la actividad”, explica Natalia Alciturri, para hacer entender que la tipología de este sector requiere un software a medida, tanto para la gestión del día a día como para el seguimiento de las inversiones.

Fundanet nació hace dos décadas como consecuencia de una colaboración entre Semicrol y tres fundaciones cántabras de prestigio, la Fundación Valdecilla, la Fundación Torres Quevedo y la Fundación Botín, con características bastante diferentes, ya que una es sanitaria, otra universitaria y la tercera, de carácter privado. “Ahí empezamos a identificar que requieren un control y un seguimiento de la actividad específicos”, recuerda Natalia. Pronto tuvieron la oportunidad de participar en un proyecto importante en el País Vasco y, al año siguiente, en otro de la Comunidad de Madrid, donde se había creado una fundación para dirigir la investigación biosanitaria de los grandes hospitales públicos.

“Empezamos a desarrollar el software junto a ellos de una forma valiente y, seguramente sin estar suficientemente preparados, nos embarcamos en dos proyectos de mucha envergadura, con mucho sacrificio y aprendiendo junto a ellos, porque nosotros lo que sí sabíamos hacer era optimizar los procesos de gestión académica”, relata Natalia. “Así fuimos construyendo Fundanet, y a partir de ahí hemos ido ganando mucha masa crítica en el mercado”.

Uno de los departamentos de Semicrol, que fue una de las primeras empresas en asentarse en el PCTCAN. FOTO MARÍA CASUSO

En España ya hay alrededor de 120 centros que utilizan la tecnología de Semicrol, aunque las relaciones más estrechas son las que ha forjado con el Idival, la Fundación Botín, el centro de nanotecnología vasco CIC NanoGune, la Fundación Universidad Complutense y los institutos de La Paz, la Fe (Valencia) o la Clínica de Navarra.

El software de Semicrol saltó las barreras nacionales en 2013, cuando empezó a ser utilizado en México, y dos años después entró en Colombia. Salir al extranjero requería adaptarlo al protocolo estándar de los ensayos clínicos. “Reprogramar nuestro software, pensado hace quince años, ha sido como cambiar las alas del avión en medio del Atlántico y sin que ningún pasajero lo note”, compara Eduardo Obregón. “Un gran esfuerzo, porque la tecnología ha cambiado y ha habido que reescribirlo todo pero ahora tenemos clientes muy importantes fuera de España que nos llevan a seguir apostando por este proceso de internacionalización. No estaba diseñado para trabajar en distintas monedas, en distintos idiomas y tampoco teníamos conocimientos suficientes sobre cómo es realmente un ensayo clínico”.

El desembarco en EE UU

El siguiente paso será el desembarco en EE UU el próximo año. En 2023, Semicrol participó en un programa de emprendimiento en el país para tratar de conocer el ecosistema en el que se mueve su investigación biosanitaria, que está concentrada en el estado de Massachusetts. Eso le ha permitido definir mejor su objetivo y centrarse en las fundaciones de tamaño medio, para las que no existe un software específico. 

Semicrol tiene el producto que necesitan pero es consciente de que en aquel mercado no es fácil entrar y valora si hacer ese desembarco directamente o hacerlo con socios estadounideses con los que ya ha trabajado en el sentido inverso, ayudándoles a introducirse en la península ibérica.

La decisión no es sencilla porque Fundanet no ha sido diseñado para ser comercializado por terceros. El soporte técnico es una parte fundamental de su éxito y, aunque esas alianzas resulten la forma más utilizada para adentrarse en aquel mercado –de hecho, es la que emplean la mayoría de las multinacionales–, eso comporta un trabajo previo, para dotar a los distribuidores de las herramientas y la formación necesarias para el despliegue y la implantación.

Los creadores consideran Fundanet no solo como una aplicación, sino también como una forma de trabajar. Recoge el saber hacer de todas las instituciones en las que se ha forjado, y cuando otras toman la decisión de incorporarlo, son conscientes de que se verán obligadas a cambiar muchos de sus hábitos pero lo aceptan para ponerse a la altura de los mejores. “Les ponemos la casa patas arriba, pero saben que hemos trabajado en esos centros a los que aspiran a parecerse y quieren que les traslademos su experiencia”, apunta Eduardo Obregon.

La experiencia de estos años les ha demostrado que, independientemente del nivel que tenga el centro de investigación, siempre hay margen de mejora, y citan, sin identificarlo, un centro de investigaciones clínicas que se ha ahorrado alrededor de un millón de euros al año en pruebas auxiliares. Por lo general, estas ineficiencias están relacionadas con el crecimiento de estos centros, que en algunas ocasiones ha sido exponencial (algunos superan los 50 millones de euros de presupuesto), sin una adecuación paralela de su estructura. Un proceso que han de afrontar al introducir el software de Semicrol.

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