La Caridad crece

Hace veinte años, el inmueble de tres alturas que albergaba el Asilo santanderino de La Caridad fue sustituido por un edificio mucho más amplio. Pero, aquellas primeras dependencias de principios de siglo se han mantenido hasta hace un par de años, cuando fue necesario demolerlas para poder hacer una nueva ampliación en la residencia de mayores, esta vez mediante un nuevo edificio, anexo al actual, ubicado en el solar que quedaba libre tras su derribo.
La ampliación, ejecutada por Ascan, añade un volumen sensiblemente mayor que el ocupado por el edificio original pero no llega a alcanzar la superficie del asilo inaugurado en 1984. Con ello, las posibilidades de edificabilidad del terreno se han agotado y se aprovecha mejor el espacio de esta finca de unos 3.500 m2 delimitada por la calles Alta, Argentina y Montevideo.
Para la constructora, su ejecución fue sencilla aunque se ha dilatado en el tiempo. Y es que el proyecto estuvo listo en el 2000, pero Ascan no pudo acometer las obras hasta tres años más tarde puesto que el local del viejo asilo –cedido gratuitamente al Ayuntamiento de Santander– se utilizaba como sede de la biblioteca Mª Luisa Pelayo y de la UNATE, la Universidad de las Aulas de la Tercera Edad.
Desde de su derribo, han sido dos años ininterrumpidos de obras que finalizaron la pasada primavera. La residencia de mayores prosiguió normalmente su actividad y los únicos problemas fueron los lógicos de cualquier obra emplazada en pleno centro de la ciudad. Apenas había sitio para el acopio de materiales, la circulación de vehículos pesados era dificultosa y la limpieza de escombros, por seguridad, debía hacerse con frecuencia.
Los trabajos costaron 3.610.000 euros –unos 600 euros por m2– frente a los 460 millones de pesetas en los que la dirección técnica lo había valorado inicialmente. Salvo este incremento, consecuencia de la incorporación de mejoras de última hora, todo funcionó según lo previsto.
En realidad, ambos inmuebles parecen sólo uno, porque la fachada anterior es ahora una medianera que comunica, a través de puertas, la parte vieja con la nueva. El resultado es una especie de ‘U’ que envuelve un patio interior con un pabellón acristalado para que los mayores puedan sentarse al sol o tomar el aire.

Funcionalidad

Arquitectónicamente, el nuevo edificio se compone de un núcleo central y dos alas. Son 6.000 m2 de superficie divididos en seis plantas –todas ellas con la misma distribución– y una bajo cubierta un poco más pequeña que el resto.
Junto a pasillos y zonas comunes, en el semisótano se encuentran instalaciones generales como el cuarto de calderas, un garaje, un tanatorio y una zona de rehabilitación que incluye un gimnasio y un salón para el ocio. La primera planta, provista de comedor, es un Centro de Día para los ancianos que pasan allí la jornada pero regresan a dormir a sus casas. Finalmente, la bajocubierta es una zona diáfana con usos múltiples y magníficas vistas, donde, en principio, se celebrarán talleres de terapia ocupacional.
Desde la segunda hasta la quinta, todas las plantas cuentan con dieciséis habitaciones –la mayoría dobles con un enorme baño compartido para cada dos, al que se accede a través de puertas correderas–, una sala de estar con aseo, otra de visitas para los familiares, un despacho médico, un cuarto de lencería, un comedor y un office. Una distribución que permite a los ancianos cubrir sus necesidades vitales sin tener que desplazarse de la planta donde se encuentra su dormitorio y, por tanto, se adecúa a sus dificultades de movimiento.
El hecho de estar destinado a mayores asistidos también explica otros aspectos del edificio, como la ausencia de barreras arquitectónicas. Una rampa de más de ochenta metros, que comunica la planta baja con la primera, y tres ascensores, uno de ellos montacamillas, garantizan los desplazamientos verticales.
Los materiales utilizados también son funcionales, de fácil limpieza y duraderos, para que apenas requieran mantenimiento.
La residencia destaca por una carpintería exterior de grandes dimensiones que favorece la entrada de luz en abundancia, la suavidad de la pintura de las paredes y los acabados en roble de sus numerosas puertas.
Cada planta está pintada de un color distinto, porque los ancianos se familiarizan mejor con los colores que con los números, pero todos son colores tenues para dar sosiego a los inquilinos.

Pionero en voz y datos

Frente a la sencillez de su concepción arquitectónica, ‘La Caridad’ incorpora los últimos avances tecnológicos en comunicación. Su innovador sistema de telefonía VoIP –obra de Innova Consulting– es pionero en la región y permite al personal de la residencia comunicarse por voz, en cualquier momento y lugar, y hacer o recibir llamadas desde el exterior del recinto en los terminales inalámbricos WiFi.
Hasta ahora, para localizar al personal se utilizaba la megafonía. Pero, desde que se ha desplegado la red WiFi, se puede contactar con los trabajadores en cualquier punto del edificio gracias a terminales móviles de voz, lo que facilita la coordinación del trabajo diario y la prestación de asistencia urgente.
Esta infraestructura reporta beneficios adicionales al geriátrico, al no necesitar cableado e integrar todos servicios desplegados, de forma que no existan problemas de compatibilidad entre distintos sistemas. Así, aprovechando la WiFi, se ha puesto en marcha una red inalámbrica de datos en las oficinas y un sistema de vídeo vigilancia IP en tiempo real a través de cámaras, cableadas e inalámbricas, que permiten monitorizar las zonas susceptibles de control y visualizar las imágenes mediante un equipo de recepción o, de forma remota, vía Internet.
Abiertos a cualquier innovación, en un futuro, esta red soportará más servicios, entre ellos, el que permitirá al personal médico consultar la información clínica del paciente, mientras le visita, a través de terminales móviles (PDAs).

100 plazas y 40 empleos

A pleno funcionamiento, la nueva residencia sumará cien nuevas plazas de 24 horas –y unas 30 en el Centro de Día– a las 166 que ya ofrecía. Para ello, será necesario añadir cuarenta profesionales especializados en geriatría a los aproximadamente 70 que integran la plantilla hasta la fecha.
La Asociación La Caridad de Santander ha tenido que esperar mucho tiempo a esta ampliación, que estaba pendiente desde principios de los ochenta. Sin embargo, la financiación necesaria no llegó hasta 1992, al obtener las instalaciones de la antigua Obra Social de la Falange, y el edificio no se ha puesto en pie hasta abril de 2005.
Ahora, lo que el Consejo espera es que los organismos oficiales decidan ayudarles, poco a poco, a equiparla. Su presidente, Jesús Ceballos, ya ha anunciado que, tras su puesta en marcha, abandonará el cargo, porque la nueva residencia es la culminación de más de veinte años de trabajo.

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