Eugenia Otón (directora de Nestlé en La Penilla): ‘Los empleados toman decisiones, no vienen a meter bombones en cajas’
Eugenia Otón es directora de la centenaria fábrica de Nestlé en La Penilla de Cayón desde hace dos años. Con su llegada, cuatro de las diez factorías que la multinacional suiza tiene en España están dirigidas por mujeres. En la última edición del Círculo Empresarial, Otón destacó la importancia que está teniendo en la planta la irrupción de nuevas tecnologías, repasó los nuevos productos que salen de sus líneas de producción y mostró su preocupación por el absentismo laboral y por la falta de relevo generacional entre los ganaderos, vital para asegurar una de sus principales materias primas, la leche.
Las nuevas tecnologías hacen que en la fábrica de Nestlé en La Penilla de Cayón cada vez haya menos hueco para tareas de escaso valor añadido. «Ya no contratamos a personas que solo vayan a colocar bombones en cajas o a mover palés de un lado a otro. Los trabajos que ofrecemos tienen que ser retadores e interesantes», advirtió Eugenia Otón, que dirige la planta, la mayor fábrica de la región por número de operarios (985) en la última edición del Círculo Empresarial de Cantabria Económica.
Es ese afán por la automatización y las soluciones digitales lo que permite a la factoría asumir una carga de trabajo extra cuando la situación de la multinacional suiza lo requiere.
En los últimos años, Nestlé ha procedido a una reestructuración interna que le ha llevado a cerrar varias plantas en otros países y a recolocar su producción en otras como la cántabra, cuyo un perfil es tan polivalente que produce más de medio millar de referencias comerciales.
De La Penilla salen 6.400 camiones al año y la mitad de la mercancía se exporta a 41 países
De hecho, la filosofía en La Penilla contrasta frontalmente con la tendencia del grupo a apostar por fábricas monoproducto, como la de Girona, dedicada en exclusiva a producir las cápsulas de Nescafé Dolce Gusto, o la de Tesures, especializada en leche condensada.
“Las dos últimas fábricas que se han cerrado a nivel internacional eran de chocolates y bombones y nosotros hemos recibido parte de su producción”. El fruto más reciente de esa cosecha se recogió hace dos años, cuando se le adjudicaron a La Penilla dos líneas de chocolates que se hacían en Francia “porque somos los más eficientes”, justificó su directora.
Una de las técnicas que más ha mejorado la productividad de la planta es la visión artificial, que reemplaza al control visual de los operarios. “Una cámara examina todas las tabletas que pasan por la línea de producción y rechaza las que pueden tener defectos. Además, genera nueva información para que esa circunstancia no se vuelva a repetir”, explicó Otón.
Estas mejoras brindan la posibilidad de concentrar los recursos humanos en labores donde el criterio profesional tiene mayor importancia. Eugenia Otón puso un ejemplo: “Los maquinistas de obleas tienen toda la información en su tablet y con ella pueden hacer su trabajo y tomar decisiones de manera autónoma. Esto nos está ayudando mucho con el empoderamiento de los empleados”, resaltó Otón.
Hay otro factor decisivo que le ha permitido a la planta cántabra captar nuevos proyectos, su versatilidad. La enorme variedad de productos que fabrica demuestra su capacidad para gestionar líneas de negocios paralelas de manera simultánea. “Ya lo teníamos en nuestro ADN y se ha consolidado. Para decidir si se lleva una línea a un sitio u otro, se realizan cálculos muy precisos”.
Al tratarse de una fábrica multiproducto, tiene que lidiar con el reto organizacional interno que supone recibir a diario todos los materiales de embalaje y materias primas, más de 1.000 especificaciones en total. Hay que tener en cuenta que la mitad de su producción se exporta a países de todo el mundo y es indispensable adaptar el packaging y el etiquetado a cada uno de esos destinos y de esos públicos.
“De La Penilla salen 6.400 camiones al año y la mitad de la mercancía se exporta a 41 países. Por ejemplo, La Caja Roja se vende en España y Portugal, pero en Francia los clientes conocen su equivalente, La Boîte Rouge. Luego tenemos variaciones que van a Inglaterra, pero también exportamos bombones a Estados Unidos e Italia», desgranó su directora.
Nuevos productos
En la fábrica cántabra se elaboran productos con los que la población española está muy familiarizada, como La Caja Roja, el Nesquik, las obleas para empanadillas La Cocinera, las masas Buitoni o las cápsulas de café Dolce Gusto. Un abanico de marcas de primera línea con las que la fábrica podría mantener una posición confortable pero Otón dejó claro que para conservar la cuota de mercado no basta con refugiarse en los productos clásicos de éxito y es necesario crear otros nuevos que respondan a los cambios de hábitos de los consumidores. Son procesos que ni siquiera pueden trasladarse de un país a otro, porque cada mercado es distinto y lo que funciona en uno de ellos no siempre tiene garantías de hacerlo en otro. “Nosotros fabricamos unas tabletas premium con una textura muy especial que por el momento solo se comercializa en Francia. Estamos valorando la posibilidad de venderlas en España”, reveló la directora de La Penilla.
El equipo de Nestlé también ha llegado a un acuerdo para fabricar una caja de bombones en colaboración con la conocida marca de galletas de Filipinos.
Otra creación reciente de la planta es una nueva tableta de chocolate negro con el 85% de pureza. “Hemos mejorado el proceso de fabricación de todas las tabletas de chocolate negro y tenemos una de las mejores de este tipo del mercado”, apuntó Otón.
Los amantes del Nesquik y Jungly también están de enhorabuena porque la fábrica ha empezado a producir una versión con trocitos de galleta crujiente.
Muchos creen que la principal fuente de ingresos de Nestlé son los chocolates o los cereales infantiles, pero en realidad es el café, que también se elabora en La Penilla, seguido de los alimentos para mascotas, los cereales y leches infantiles, los suplementos alimenticios y el agua embotellada–. “Aquí hacemos todas las mezclas que se utilizan en las cápsulas de Nescafé Dolce Gusto, y ahora está llegando a las tiendas una variedad que contiene Kit Kat”. La buena acogida de estas nuevas cápsulas ha provocado que la compañía se plantee aumentar la producción.
Entre las últimas incorporaciones a la fábrica cántabra están unos nuevos cereales infantiles sin azúcares añadidos ni procesados, aptos para bebés y personas mayores que necesiten complementar su alimentación o que no puedan digerir la comida con facilidad.
Otra novedad de éxito para la planta es una empanadilla al estilo de Cerdeña que Nestlé ha sacado al mercado con la marca Buitoni. Su directora pondera la calidad de sus masas y opina, como consumidora, que no puede faltar en ninguna nevera porque “soluciona muchas cenas”.
Otón atribuye el éxito de estas ideas y su plasmación industrial a “los equipos de Nestlé, que trabajan con mimo”.
‘No hemos llegado al punto de no tener leche, pero es una preocupación’
La amplísima cartera de referencias de la fábrica cántabra supone una gran complejidad de gestión pero permite atemperar los efectos de la fuerte estacionalidad que tienen algunos productos, como los chocolates, cuyo consumo es mayor en invierno que en verano o los helados, que se venden más cuando hace calor, “pero se dejan de vender cuando hace demasiado calor”, reveló, porque la demanda se desplaza hacia los líquidos.
Otón confirmó que, como todos intuimos al pensar en una fábrica que produce bombones, “la Navidad comienza en La Penilla un poco antes que en nuestras casas”. No obstante, reveló que hay otras épocas del año con fuerte demanda: “La variante de La Caja Roja para Inglaterra se vende muchísimo por el Día de la Madre. La campaña de Semana Santa es muy fuerte en otros países y en Francia, en cambio, se comercializa un volumen muy alto de tabletas de chocolate para postres”.
Desafíos
Hace más de un siglo, los suizos vieron en Cantabria el entorno más adecuado para instalar la primera fábrica de Nestlé en territorio español, debido a las numerosas explotaciones de leche de la zona. Sin embargo, esas granjas se han reducido dramáticamente. Hoy por hoy, la planta de La Penilla tiene garantizada esa materia prima –recibe más de 86.000 toneladas de leche al año–, pero temen que ese declive pueda afectarle a medio y largo plazo. “Vemos que granjas con mucha productividad y con muy buena leche, que incluso están mecanizadas, tienen problemas de relevo porque los hijos no están interesados en continuar, ni tampoco hay nadie que asuma el mando y eso es una pérdida muy grande”, compartió Otón ante los empresarios del Círculo.
Por esa razón, la compañía ha buscado la manera de reducir el impacto que tiene esa falta de relevo generacional. “Trabajamos con 70 ganaderos de la zona, aunque en determinados casos tenemos que comprar a cooperativas y a otras empresas. No hemos llegado al punto de no tener leche, pero es una preocupación”. Tanto que ahora es la propia empresa la que fomenta el emprendimiento en el sector: “Tenemos que hacer ver que este tipo de granjas pueden ser un negocio floreciente”.
Otro de los desafíos que afronta la fábrica cántabra es la fuerte subida del precio internacional del cacao, motivada por el cambio climático y las nuevas plagas que dañan estos árboles.
En la planta de Cayón, la media de edad de los trabajadores no es elevada, 42 años, pero tampoco son ajenos al fuerte repunte del absentismo laboral. “Estamos en la media de Cantabria y es un problema social”, manifestó Otón, preocupada porque se haya naturalizado una frase como ‘voy a cogerme la baja’.
Las consecuencias a corto plazo no le inquietan tanto como las que puedan producirse en un futuro más lejano: “Yo voy a defender mi fabrica, pero hay muchas conversaciones que se mantienen en Suiza [en referencia a la toma de decisiones en la sede central de la compañía] y una fábrica que no es competitiva no gana volumen de producción”.
Los ‘elegidos’ de Nestlé
El trabajo soñado de cualquier goloso consistiría en catar los bombones de Nestlé antes de su lanzamiento. Sin embargo, Eugenia Otón dejó claro que solo el 25% de la población tiene la capacidad organoléptica para valorar esas cualidades y decidir, por ejemplo, los que se añaden o retiran cada año de la Caja Roja o si un producto está en condiciones de salir al mercado.
Pero los expertos tampoco aciertan siempre. “En una ocasión lanzamos las cápsulas de Dulce Gusto vegetales con base de almendra, coco y avena, pero el consumidor no lo compró. A lo mejor, no se hizo bien la demostración o no se ajustó la receta, pero muchas veces nos adelantamos a nuestro tiempo y, en ocasiones, ese producto vuelve a los cinco años. Eso sucedió con el chocolate Jungly. Se elaboró una temporada, luego se dejó de hacer y al cabo de un tiempo, regresó con mucha fuerza. A veces, las preferencias de los consumidores son difíciles de entender”, reconoció.
Igualdad en los equipos directivos
Eugenia Otón asumió la dirección de la fábrica cayonesa en 2022 para sustituir a Alberto López, que ejerció en el cargo durante once años.
Toda su vida profesional ha estado vinculada a la multinacional helvética. Al finalizar sus estudios en Ciencias de la Alimentación en la Universidad de Wageningen, se incorporó a Nestlé, donde ha pasado por varios puestos relacionados con la producción e I+D en plantas de Estados Unidos, Inglaterra, Alemania y Suiza.
Con su llegada a La Penilla, son cuatro las fábricas españolas de la compañía lideradas por mujeres. Una de ella es la de Miajadas, en Cáceres, donde se producen las salsas de tomate Solís. Otra dirige la fábrica asturiana de Sebares (nutrición infantil) y también una mujer está al frente de la de agua mineral de Viladrau (Girona). En el equipo directivo de La Penilla hay un absoluto equilibrio de género, con hombres y mujeres repartidos al 50%.
Además de apoyar a los grupos que gestionan los distintos departamentos de la fábrica, Otón analiza posibles oportunidades de mejora en la planta, formaciones específicas para el personal y está en contacto directo con los operarios de producción.
También busca que los procesos de la factoría estén en consonancia con los planes de sostenibilidad de la matriz. “Nuestra meta es reducir las emisiones de efecto invernadero a la mitad para 2030 y conseguir que sean nulas en 2050”. Un objetivo “difícil, pero no imposible”, añadió.
Explicó que la compañía está comprometida con las prácticas agrícolas que pretenden revertir el cambio climático regenerando la materia orgánica del suelo y restaurando la biodiversidad en aquellos que se encuentran degradados. Como empresa alimentaria, reconoció, “impactamos en la biodiversidad y consumimos materias primas. Por eso, nos aseguramos de que estén libres de deforestación, lo cual es todavía más importante cuando hablamos del café o del cacao”.
No son las únicas medidas que se han tomado en favor de la sostenibilidad: “El próximo año lograremos reducir un tercio el uso de plástico virgen en nuestros envasados y casi todas nuestras referencias están diseñadas para ser recicladas”, dijo.
Sin infravalorar los retos que la empresa tiene por delante, como la globalización de la economía, Eugenia Otón opinó que la infraestructura y el alcance de Nestlé son suficientemente potentes como para salir airosos: “Tenemos 270.000 empleados y 31 marcas multimillonarias. Además, estamos presentes en 188 países, de los cuales 77 cuentan con fábricas. Esa expansión geográfica nos sirve de gran ayuda, especialmente cuando unos países atraviesan una peor situación que otros”.
Por grande que sea Nestlé, compite con otras multinacionales alimentarias aún mayores, como PepsiCo o Mars, y para la directora de Nestlé en Cantabria, el éxito implica trabajo en investigación y desarrollo de productos, un esfuerzo que, en su opinión, no debe cesar, para garantizar la viabilidad de una fábrica como la cántabra, que sostiene la economía de Cayón y una amplia zona del interior de la región. Otón se siente doblemente comprometida, porque “los trabajadores jubilados me recuerdan siempre que han sacado la fábrica adelante con su esfuerzo y que tenemos que trabajar para sostenerla”.
David Pérez