El Grupo Armando Álvarez anuncia una segunda fábrica en EE UU durante el Congreso de la Empresa Familiar
Santander ha acogido el XXVII Congreso Nacional de la Empresa Familiar, coincidiendo con el 25 aniversario de la Asociación Cántabra de la Empresa Familiar (ACEFAM). El evento ha reunido a cerca de 700 representantes de las empresas más relevantes del país, un colectivo que genera el 10% del PIB nacional. En ese marco, la familia cántabra propietaria del Grupo Armando Álvarez ha desvelado su intención de construir una nueva fábrica en Estados Unidos, dedicada a plásticos agrícolas y enfocada a aquel mercado.
El Congreso de la Empresa Familiar es la exaltación anual de estas empresas que han alcanzado tamaños propios de las grandes corporaciones anónimas e incluso se han convertido en multinacionales, como ocurre con dos de las que sirvieron esta vez como ejemplo, el Grupo Armando Álvarez y Cosentino, cuya trayectoria fue desgranada en público por sus propietarios. Pero también es un acto social, en el que se encuentran estas familias poderosas, y en esta ocasión, con una representación cántabra más nutrida que nunca, al acudir prácticamente todos los miembros de ACEFAM.
Era la segunda vez en la historia en la que este importante evento del Instituto de la Empresa Familiar recalaba en la región (la primera fue en 2010), y coincide con el 25º aniversario de ACEFAM. “Es un magnífico regalo del Instituto”, señaló el presidente de ACEFAM, Vicente Alciturri, en su discurso de bienvenida.
Una empresa cántabra fue protagonista de la primera jornada. José Ramón Álvarez, presidente del Grupo Armando Álvarez; Ana Álvarez, vicepresidenta; y Pepe Álvarez, presidente de SPR Packaging, explicaron cómo ha evolucionado hasta una gran corporación con 18 sociedades, clientes en más de cien países y una cifra de negocio que ronda los 1.300 millones de euros.
José Ramón Álvarez hizo un repaso de la historia de la compañía familiar, desde la serrería asturiana de su abuelo Ramón, que proveía de apeas de roble y haya a las minas de la región, hasta que se pasó al eucalipto, más flexible; la llegada a Torrelavega de su padre, Armando Álvarez, con un pequeño taller para suministrar celulosa a Sniace, y la creación de Aspla, a medias con Solvay, en 1964, cuando la fábrica de Torrelavega creyó necesario ir sustituyendo por el nuevo material los envases de madera, como estaba haciendo su planta gemela de Tavaux, en Francia.
Los rendimientos de Aspla no fueron muy brillantes los primeros años, y Solvay acabó por salir del capital, pero el presidente del Grupo Álvarez dejó claro que esa política de estar siempre atento a las necesidades del cliente ha sido en este caso y en otros la clave para su crecimiento.
Al final, Aspla, la primera empresa de transformación de plásticos del Grupo, acabó por ser el motor de la compañía, que fue adquiriendo otras fábricas por toda España.
Nueva fábrica en Estados Unidos
La tercera generación, la que representa José Ramón Álvarez, ha convertido el grupo en líder mundial de los plásticos para agricultura, aunque su gama es tan amplia que se atrevió con un pronóstico: “Es probable que todos los que estáis aquí estéis en contacto con nuestros productos sin saberlo’.
Con él se ha impulsado la expansión internacional del grupo familiar que, en 2014, dio el salto a Estados Unidos, al adquirir una fábrica en Dallas, y fue su hijo, Pepe Álvarez, el que compartió su propia experiencia al frente de aquella filial tejana, SPR Packaging, donde se enfrenta a grandes retos. “Hemos pasado por momentos muy complicados, pero hoy podemos decir que hemos multiplicado por cinco nuestra facturación anual y por cuatro nuestra capacidad productiva, superando los 150 millones de dólares”, explicó con orgullo.
La ‘complicación’ fue producto de su propia ambición, cuando, con 25 años y recién llegado a la compañía estadounidense, consiguió un contrato de 120 millones de bolsas que desbordaban las posibilidades de la fábrica y crearon un serio problema para el funcionamiento de la factoría y cumplir con el cliente, que dejó de comprar por la mala experiencia. “Afortunadamente, tengo que decir que a día de hoy le servimos el 50% de su volumen y cuenta con nosotros como partner estratégico”.
En estos diez años, el grupo torrelaveguense ha invertido en EE UU 300 millones de euros y ya está construyendo una nueva planta para plásticos agrícolas. “Seremos la primera empresa del país en tener un centro de fabricación de estas características”, con un matiz importante, “que además, somos una empresa extranjera”.
‘El malo de la película’
Por su parte, Ana Álvarez habló de los desafíos que afronta el sector del plástico con las nuevas regulaciones sobre su uso: “En 2018, el plástico se convirtió en el malo de la película”, recordó. España fue el primer país en introducir un impuesto decidido por la UE para el plástico virgen y confesó que, en ese momento, “muchos clientes se estaban acercando a decirnos que buscaban unas alternativas de packaging más sostenibles, que no querían saber nada del plástico, así que imaginaros nuestra situación”.
Ante este reto crucial, su padre le encargó liderar la transformación ambiental del Grupo. Con su equipo, tuvieron que trabajar intensamente para demostrar que el plástico, bien gestionado, puede ser un aliado, desmontando prejuicios y reafirmaron su compromiso con la sostenibilidad.
“Hoy tenemos herramientas punteras para ayudar a nuestros clientes a cumplir sus objetivos de sostenibilidad”, dijo. “Soluciones que permiten reducir el espesor o que pueden ser un 100% reciclables”. Aspla ya recupera al año 16.000 toneladas, lo cual colabora a reducir su huella de carbono, pero la mejor defensa del plástico llega al compararlo con sus alternativas: “Hoy, nuestra sociedad no podría vivir sin el plástico. Según la ONU, eliminarlo del packaging de los alimentos aumentaría el desperdicio alimentario en un 30%”, expuso Ana Álvarez. Recordó, también, que la producción de tomates se reduciría a la sexta parte si no se pudiesen utilizar los plásticos de invernadero, pero no eludió la necesidad de seguir investigando para reducir la huella de carbono que produce la fabricación y dejó claro que, pase lo que pase con este material, “a lo largo de nuestra historia nos hemos ido adaptando y en el futuro queremos estar en cualquier alternativa o producto que se presente y suponga un avance para la sociedad”.
En una de las mesas redondas, Ignacio Rivera, José Manuel Entrecanales, presidente de Acciona; Andrés Sendagorta, presidente de Sener; y Sabina Fluxá, CEO del Grupo Iberostar, dejaron claro el fuerte compromiso que han asumido las empresas familiares tanto con el medio ambiente como con su entorno social. Un papel que muchas han venido realizando sin tener una conciencia expresa de ello y que ahora empiezan a gestionar de una forma tan profesional como las áreas productivas.
Una mayor integración europea
Como cada año, el Congreso contó con un país invitado. En esta ocasión, Italia fue el protagonista. Enrico Letta, ex primer ministro de Italia y presidente del Instituto Jacques Delors, enfatizó en la urgente necesidad de acelerar la integración de ciertos sectores clave en la Unión Europea para evitar que la industria pierda competitividad frente a Estados Unidos, China y las potencias emergentes como Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. El expolítico italiano hizo un llamamiento a una mayor integración en sectores como el de telecomunicaciones, finanzas y energía.
Letta, que se encuentra recorriendo Europa para promover esta causa, subrayó que “si no se toman medidas decisivas, Europa corre el riesgo de quedarse rezagada”, e insistió en el obstáculo para la competitividad empresarial que supone “la fragmentación de los sistemas regulatorios y la falta de simplificación legislativa, teniendo en cuenta que tenemos 27 ordenamientos jurídicos diferentes”.
Más optimismo sobre la economía nacional
El pesimismo se aleja lentamente de las empresas familiares, según muestra la encuesta realizada a los asistentes al XXVII Congreso Nacional de la Empresa Familiar celebrado en Santander. Los empresarios valoran la situación actual con un 5,55 sobre 9 puntos, mejor que un año atrás (5,03). De hecho, se convierte en la mejor nota que le han dado al Gobierno de Sánchez, ya que habría que remontarse a 2017 para ver cifras mayores.
La mayoría de firmas familiares (59%) espera un aumento moderado de la actividad en este ejercicio, con una limitada creación neta de empleo. Un 38% espera un crecimiento frágil sin repunte de empleo y un 3% apunta que ambos crecerán con fuerza.
Un 60% de los empresarios presentes en el evento prevén aumentar sus ventas este año, diez puntos más que el pasado.
En cuanto a las plantillas, un 48% la mantendrá, un 42% la incrementará –cinco puntos más que en 2023– y solo un 10% cree que recortará puestos de trabajo.
Preguntados por los riesgos que enfrenta la actividad, los empresarios señalaron, por este orden, los cambios regulatorios, la dificultad para encontrar talento cualificado y el frente geopolítico. La falta de talento es también uno de los obstáculos para modernizar las empresas.
En cuanto a los fondos europeos lanzados para salir de la pandemia y reindustrializar Europa, el 55% reconoció no haber presentado ni una solicitud y solo un 3% de los que han sido beneficiados cree que ha tenido un impacto significativo en su balance
Clausura del Rey
Tradicionalmente, el presidente nacional ha sido el encargado de clausurar este evento, pero desde que un recién llegado a Moncloa Pedro Sánchez fue abucheado en la edición celebrada en Valencia en 2018, ha evitado acudir al encuentro. Sí estuvo, en cambio, Alberto Núñez Feijóo, que mostró su apoyo a los empresarios familiares: “Sabéis lo que es vincular una vida a la supervivencia y al desarrollo de vuestras compañías para dejar la mejor huella posible en la sociedad. Quiero pediros que sigáis mejorando nuestro país, y daros las gracias por ello”.
El protagonista de la clausura fue el rey Felipe VI, que elogió la labor de las empresas familiares españoles, “un pilar fundamental” de la sociedad y “el motor de nuestra economía y el principal empleador del sector privado”. También subrayó que “debe hacerse un esfuerzo para ganar en productividad y en competitividad”.
“En un contexto económico extraordinariamente complejo, os enfrentáis a una presión creciente para adaptaros y diferenciaros. Es aquí donde aspectos clave como la incorporación del talento, la apertura a la innovación y la adopción de la tecnología tienen un rol crucial. Si el objetivo es mantenerse y prosperar, el camino es adaptarse. Lo habéis hecho en épocas pasadas y más recientes, y estoy seguro de que lo seguiréis haciendo”, enfatizó el rey.
Por su parte, la presidenta del Gobierno de Cantabria, María José Sáenz de Buruaga, llamó a velar por la cultura del emprendimiento, establecer un marco de relaciones institucionales que mejoren el crecimiento de las empresas y crear “un entorno facilitador que aporte estabilidad política, elimine obstáculos y que ayude a trabajar para llegar tan lejos como su iniciativa y esfuerzo permitan”.
También participó en la jornada la ministra de Seguridad Social, Elma Saiz, que tras reconocer que han sido años muy duros para las empresas familiares, al encadenar la recuperación de la crisis financiera de 2008, con la pandemia y la “inflación provocada por un contexto internacional convulso”, ensalzó su aporte económico.