Las empresas pequeñas se estancan

La facturación media apenas sube un 2% si se descuenta la inflación

En 2023 había en Cantabria 1.600 empresas que superaban el millón de euros de facturación, 61 más que el año anterior. Puede parecer un avance, pero no lo es, porque ese pequeño aumento del censo en función de las ventas (un 4%), ni siquiera llegaría al 1% si restamos el efecto de la inflación (un 3,1% en ese año). El estancamiento en un año aceptablemente bueno, a tenor de la tasa de crecimiento nacional, indica la debilidad de las empresas locales, demasiado pequeñas y con reducidas posibilidades de hacer frente a la globalización.


Después del Ranking de las 1.000 mayores empresas cántabras que publicamos el mes pasado, en este número reflejamos los datos económicos más relevantes de las mil siguientes en facturación, lo que permite completar una radiografía muy exacta de las empresas cántabras. Y no es muy favorable, a pesar de que los datos puedan dar otra impresión.

En las cuentas de 2023 presentadas en el Registro Mercantil (las que se utilizan para elaborar estos rankings) ya son una gran mayoría las que presentan beneficios y también las que aumentan plantilla. Eso hace suponer un escenario muy favorable (sobre todo si lo comparamos con otros anteriores) pero la realidad es bastante más modesta:ni en esas condiciones favorables avanza significativamente la facturación media, un 5,8% en las mil mayores empresas y un 5,1% en las mil siguientes, que, si descontamos el efecto de la inflación del ejercicio se queda en un 2,7% y en un 2,0%, respectivamente.

El sector hotelero ha tenido el comportamiento más favorable. El turismo influye en otros sectores pero no lo suficiente como para reactivarlos.

La gran dependencia que la mayoría tienen del mercado interno puede ser la causa de ese atascamiento, dado que el consumo local evoluciona menos rápido que en otros lugares. No obstante, 2023 fue un año donde se dieron circunstancias muy distintas según los sectores y ni siquiera las empresas que venden fuera de la comunidad o exportan tuvieron un comportamiento homogéneo.

En el microcosmos de la pequeña empresa local priman los servicios: hostelería, comercios, transportes, combustibles, mantenimiento de vehículos… Un buen año turístico, como el 2023 debería haberse notado más en todos los sectores, porque esa afluencia de visitantes se refleja no solo en los hoteles o restaurantes, también influye en las estaciones de servicio, transportes, actividades de ocio, tiendas de todo tipo, alimentación y, por supuesto, en los alojamientos de corta estancia, aunque la mayoría no están declarados y, por tanto, no figuran en este ranking.

Si el efecto de ese tsunami turístico apenas se nota en el conjunto de la economía local es que otros sectores empujan muy poco y no es un problema circunscrito a la ganadería o la agricultura. Muchas empresas industriales o de servicios que tenían un nicho de mercado propio, están sucumbiendo víctimas de la globalización y de las compras por internet. Otras sobreviven pero compitiendo cada vez con menos fuerzas contra unos precios que apenas pueden igualar.

Los grandes centros de telemarketing se van como llegaron.

Se acabaron aquellos tiempos en los que no había competencia foránea, porque Cantabria no tenía suficiente relevancia para las empresas nacionales o multinacionales o porque el coste del transporte penalizaba demasiado a los productos de afuera. Uno de los pocos servicios que se libra de esa globalización es el de las residencias de ancianos, ya que la inmensa mayoría de los usuarios prefiere quedarse en zonas próximas a donde ha residido. Es un sector que crece cada año pero ni siquiera en esas condiciones se van a consolidar los operadores locales, ya que la mayoría están siendo absorbidos por grandes grupos nacionales o internacionales, lo mismo que las academias de enseñanza o las clínicas de servicios sanitarios.

Los nichos de mercado que desaparecen tampoco son sustituidos por actividades nuevas. Aunque es cierto que se está formando un pool de empresas informáticas significativo, su peso en el conjunto es aún pequeño, tanto en número como en facturación. Otra actividad reciente que demostró tener una gran capacidad de generación de empleo, los centros de atención de llamadas telefónicas o de telemarketing se va desmoronando con rapidez, ante la aparición de otras geografías más baratas o por la sustitución de los operadores por inteligencia artificial. Cantabria todavía aspira a tener un papel sustancial en los nuevos centros de procesos de datos, para los que España va a recibir inversiones ingentes, pero la experiencia del que creó el Banco Santander en Solares indica que su generación de puestos de trabajo no será muy significativa. 

Ni la vieja economía ni la nueva parecen haber resuelto quién tendrá el protagonismo en la economía cántabra de los próximos años.


Una de cada tres empresas creadas en 2019 ya no existe

No solo las personas envejecen. La economía de Cantabria sigue descansando sobre los hombres de las empresas creadas hace más de 25 años, sobre todo las industriales. Ese problema de envejecimiento de las sociedades también se da, aunque en menor medida, en la mayoría de las regiones, y no puede achacarse a un escaso espíritu empresarial, sino a las dificultades que tienen las nuevas empresas para asentarse.

Basta fijarnos en lo que ocurre a los cinco años de su creación. Según datos de la plataforma Iberinform, en 2024 ya no existía el 34% de las empresas creadas en 2019, el año previo a la irrupción de la pandemia. Peor aún: el 71% de las que nacieron en 2007, el año previo a la gran recesión global, también ha desaparecido. 

Esa fragilidad no solo es un problema para sus promotores, sino que aumenta el riesgo de no cobrar por parte de los proveedores y financiadores, y eleva los costes generales, un factor que puede contribuir a explicar la baja productividad española. 

 La inyección inicial de capital permite que la inmensa mayoría de los proyectos empresariales cumplan los primeros 24 meses de vida sin problemas. La tasa de supervivencia de las empresas es del 99% en su primer año y del 98% el segundo.

El segundo año sobrevive el 98% de las empresas; el tercero, el 81%; el cuarto, el 70%; el quinto, el 66%; el décimo el 42% y solo el 29% alcanza el vigésimo año de vida

A partir de ese punto, aquellas que no son capaces de generar números negros afrontan un futuro muy incierto. Muchas no logran superar los desafíos iniciales, por una falta de financiación adecuada, la intensa competencia, la mala elección de clientes o los rápidos cambios en el mercado. De hecho, el tercer año de vida es el que registra mayor mortalidad empresarial: la tasa de supervivencia cae 17 puntos hasta el 81%. En el cuarto año, el segundo más complicado, la tasa cae otros 11 puntos hasta quedar en el 70%. Dicho de otro modo: uno de cada cuatro proyectos empresariales quiebra entre el tercer y el cuarto año de vida.  

En los años siguientes las tasas de mortalidad empresarial se suavizan ligeramente. De acuerdo con el estudio de Iberinform, dos de cada cuatro firmas no llegan a cumplir el décimo año, donde la tasa de supervivencia cruza el ecuador y queda recortada al 47%. 

A los 15 años ya solo sobrevive el 31%. A partir de ese momento, las posibilidades de supervivencia se estabilizan, pero la realidad es que las que han sobrepasado ese largo campo de minas son muy pocas: solo una de cada cuatro iniciativas logra cumplir los 30 años.

Mayoría de microempresas

De las 6.632 empresas activas que había en Cantabria a finales del pasado año, 2.705 facturan menos de 300.000 euros; 1.260 ingresan entre 300.000 y 600.000. Un número prácticamente idéntico, 1.276, se mueven en la horquilla entre 600.000 euros y 1,5 millones. Entre esta cifra y los 3 millones de euros ya solo hay 656 y un numero parecido supera esta cuantía: 362 que están entre los 3 y los 6 millones; 204 entre 6 y 15 millones; 84 entre 15 y 30; 45 entre 30 y 60 y por encima de este umbral apenas hay 41. Es decir que solo una de cada cinco supera el millón y medio de euros en ventas.

El empleo también refleja el escaso tamaño de las empresas regionales. Únicamente nueve de cada cien empresas tiene más de 25 trabajadores y un tercio del censo laboral de la región presta sus servicios en empresas con menos de seis trabajadores.


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