Sniace: 48 horas que no sirvieron para evitar el cierre
El Gobierno cántabro ha mantenido conversaciones infructuosas con Teresa Ribera y Reyes Maroto
Las intensas gestiones de las últimas 48 horas hechas desde el Gobierno de Cantabria y desde la empresa no han servido de nada. El tráfico de llamadas para tratar de evitar el cierre de una fábrica vital para sostener la economía de la comarca de Torrelavega y a más de 400 familias ha sido muy intenso, y el consejero de Innovación, Francisco Martín, ha llegado a hablar directamente con la vicepresidenta de Transición Ecológica, Teresa Ribera, y con la ministra de Industria, Reyes Maroto, para buscar una salida pero ha servido de poco.
El Gobierno de Sánchez no está dispuesto a retirar el nuevo marco legal para los cogeneradores, que va a ser sustancialmente peor que el anterior. Esa es la peor noticia que podía recibir Sniace en un momento muy delicado, con una fuerte caída del precio de la celulosa y unos compromisos de pago millonarios, derivados de la deuda histórica. Sniace tiene una planta cogeneradora de 93 Mw, una de las más potentes del país, y aunque no la explotase directamente, su arrendamiento a Cogen desde hace tres años le proporcionaba unos ingresos sustanciales, además de proveerle de energía y vapor.
En el momento en que Cogen ha tirado la toalla, la suerte estaba echada. Sniace no puede mantener la actividad. Cogen calcula que la nueva regulación le supone casi diez millones de euros menos de ingresos por ejercicio, y la explotación de esa planta deja de ser rentable, por lo que renuncia al contrato de arrendamiento que tenía con Sniace cinco años antes de lo previsto. Es, para muchos, la crónica de una muerte anunciada. Tras varios días de agotadora incertidumbre, Sniace se ve forzada a solicitar su liquidación y la de sus dos participadas Celltech y Viscocel.
La empresa de Torrelavega, con 80 años de historia, se rinde al no poder hacer frente al pago de sus deudas. La espantada de Cogen solo es la puntilla. Los sucesivos procesos de recapitalización agotaron a los accionistas como se comprobó en la última ampliación de capital, malograda, y la empresa muere al borde de la orilla, porque estaba a dos meses de lograr la patente de sus fibras cortas de celulosa que podían haber revolucionado el mercado de las toallitas desechables, un auténtico problema ecológico mundial.
Sniace tenía previsto alcanzar este año una operatividad plena, pero las circunstancias del mercado también han ido en su contra, con la drástica caída de los precios de la celulosa y de la fibra viscosa, así como la escalada de los precios de la electricidad. Sniace tenía, además otros frentes abiertos, los retrasos en los pagos a la plantilla y la suspensión de la cotización en bolsa. Los integrantes del comité de empresa se encerraron en las oficinas de la compañía para reclamar el pago de la última nómina, que aún no ha sido abonada. Con el cierre en Torrelavega, la compañía deja en la calle a más de 400 trabajadores. En cuanto a la bolsa, Sniace se encuentra suspendida de cotización desde el miércoles.
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En el momento de la suspensión, las acciones de la compañía marcaban un precio de 4,6 céntimos, lo que significa una capitalización de apenas 35,75 millones de euros. En el accionariado quedan atrapados empresarios de renombre como Sabino García Vallina, presidente de grupo asturiano de ingeniería TSK, con cerca de un 30% del capital, y Félix Revuelta, propietario de Naturhouse, con casi un 16%. «Dichas situaciones han desincentivado el interés por parte de cualquier inversor y ha truncado la evolución de la actuaciones que se estaban llevando a cabo para el saneamiento financiero de Sniace», ha explica la compañía a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
La empresa añade que cuando se dicte el auto de liquidación, se suspenderá la administración y disposición de su patrimonio, se nombrarán administradores concursales, se producirá el vencimiento anticipado de los créditos aplazados y empezarán las operaciones de liquidación.