Energía eléctrica a partir de los residuos de pescado

Convertir la molesta y cara obligación de deshacerse de las tripas, las cabezas y otros residuos del pescado en una oportunidad de beneficios es el sueño de cualquier empresario del sector. Y, aunque a priori no parezca fácil, nada impide utilizarlos para generar electricidad.
Al anuncio de una planta que aprovechará los restos de las talas de árboles de la zona oriental de Cantabria le sigue ahora el proyecto de un grupo de empresas conserveras y de transformados de productos del mar para levantar una central eléctrica alimentada con biogás que les permita deshacerse de los residuos orgánicos que ahora deben enviar a vertederos controlados. El gas que produce su descomposición sería convertido en la planta en electricidad y calor.
Esta iniciativa es una de las primeras ideas que aspira a poner en práctica TransforMar, un cluster –agrupación de empresas de un mismo sector– creado el pasado año por iniciativa de Sodercan, que agrupa a nueve de las principales industrias de productos pesqueros de Cantabria. Las seis conserveras (Consorcio, Lolín, Fredo, Laredana, Hoya y Zubieta) y las tres de empresas de pescado congelado (Compesca, Barandica y Froxá) que componen el cluster creen que los residuos que se originan en sus procesos industriales puede tener una solución común y la más ventajosa para convertir lo que ahora es un coste en una fuente de ingresos sería una planta de biogás.

La obtención de la energía

El biogás es un combustible compuesto principalmente de metano y dióxido de carbono, que se obtiene como resultado de la fermentación anaerobia (en ausencia de oxígeno) de materias orgánicas biodegradables. En este apartado encajan a la perfección las espinas, pieles, cabezas y demás productos de desecho que se generan en las conserveras y plantas de congelados. Utilizándolo como materia prima para alimentar la planta de biogás, no sólo solucionarían el problema medioambiental y económico que supone su depósito en vertederos, lo que origina lixiviados muy corrosivos que es necesario tratar y fuertes olores, sino que producirán un combustible que puede convertirse en electricidad y calor al ser quemado en motores de cogeneración. Ya está a punto, también, la tecnología que permite el uso de este gas como combustible para vehículos.
Aunque todavía incipiente en España, la obtención de biogás está muy extendida en otros países de Europa, especialmente en Alemania, donde hay tres mil plantas de este biocombustible y surtidores públicos para el repostaje de vehículos.
Su difusión en España debería haber sido más rápida, ya que cuenta con unas primas por producción incentivadoras, de forma que el kilovatio generado a partir de biogás es pagado por la red a un precio muy superior al del kilovatio generado por las vías convencionales. La tarifa que se venía aplicando se duplicó el pasado año, hasta situarse en 13,1 céntimos de euros por kWh cuando esta energía es producida en plantas cuya potencia es inferior a medio megavatio, y a 9,7 céntimos para las que superan este umbral. Además, el IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía) estudia la creación de una línea de subvención directa a plantas de biogás de potencia inferior a 350 kW, que no hacen grandes aportaciones energéticas pero alivian un grave problema ambiental, al dar salida a residuos que pueden ser muy contaminantes, como ocurre con los originados por el pescado.

Apoyo de otros sectores

Para hacer realidad su proyecto, TransforMar debe sortear un primer obstáculo: las empresas agrupadas no generan, por sí solas, los residuos suficientes para que la planta a construir sea viable. Para solventarlo, el presidente del cluster y gerente de Compesca, Joaquín Fernández, ha iniciado conversaciones con otras industrias del sector agroalimentario, como cárnicas y lácteas, cuyos desechos orgánicos podrían añadirse como materia prima para obtener el biogás, sin que importe la mezcolanza.
Aunque la idea de aprovechar los residuos agroalimentarios para generar biocombustible es novedosa, en Cantabria ya se puso en marcha hace tres años un proyecto destinado a conseguir la obtención de biogás a partir del estiércol que se produce en las explotaciones ganaderas. Una idea basada en las investigaciones de un equipo de la Universidad de Cantabria que, de prosperar, no tendría problemas de materia prima, ya que, según la estimación que hizo en 2003 el Ministerio de Agricultura, la producción de estiércol en Cantabria se aproxima a los dos millones de toneladas anuales.
TransforMar busca un socio tecnológico para su iniciativa que requeriría una inversión relativamente modesta, en torno al millón de euros, pero también necesitará encontrar una ubicación idónea, algo que no es tan sencillo dada la gran dispersión del sector agroalimentario en Cantabria.

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