Suez se ofrece para financiar y explotar la nueva caldera de Solvay que inicia la cuenta atrás al carbón
La planta quemará más residuos urbanos e industriales de los que produce Cantabria
Solvay no explotará directamente la planta energética alimentada por derivados de residuos urbanos e industriales con la que pretende sustituir una de sus dos calderas de carbón. El candidato a hacerlo es la multinacional francesa Suez, que afrontará la inversión, y Solvay se convertirá en su cliente. De esta forma, la factoría de Torrelavega empieza a cumplir la hoja de ruta que marca la Unión Europea para descarbonizar las industrias y dejará de quemar unas 130.000 toneladas de carbón al año. La fábrica tiene otra caldera que lo utiliza para cogeneración, que espera reemplazar más adelante, si alcanza un acuerdo con el Ministerio para la Transición Ecológica. La quema de residuos es vista con recelo en las poblaciones circundantes, aunque se librarán de buena parte de las emisiones de CO2 que la fábrica produce ahora, y la empresa está manteniendo numerosos encuentros para despejar las dudas.
Desde hace dos años, Solvay ha trasladado a la opinión pública la necesidad de transformar su sistema de generación energética para abandonar definitivamente el carbón y optar por otros combustibles. Una decisión costosa, porque las calderas son el corazón de la fábrica y su sustitución, se utilice la tecnología que se utilice, exige inversiones muy cuantiosas.
Al tramitar una modificación sustancial en su Autorización Ambiental Integrada ha tenido que desvelar cuál será esta tecnología en la sustitución de una de sus dos calderas de carbón. La planta va a seguir las directrices comunitarias que abogan por la descarbonización y por la economía circular instalando una caldera de producción de vapor a alta presión que estará alimentada por derivados de residuos industriales no peligrosos y de residuos sólidos domésticos (CDR/CSR) una vez sometidos a un cribado mecánico-biológico, que retira todo aquello que no es combustible. El resto lo tritura y lo homogeneiza para adecuarlo a las necesidades de la planta.
La fábrica de Barreda pide autorización para quemar más de 300.000 toneladas de estos residuos al año, el equivalente a vez y media los que produce Cantabria. Su aliado en esta iniciativa, la multinacional francesa Suez que se ha comprometido a financiar la obra y explotar la planta, generará con este combustible el vapor que necesita la fábrica y energía eléctrica.
La nueva caldera hará que la factoría de Barreda (Torrelavega) deje de consumir entre 130.000 y 140.000 toneladas de carbón al año y podrá rentabilizar buena parte de los derechos que le permiten emitir hasta un millón de toneladas de CO2, además de hacer un enorme favor al planeta. También a su entorno, que recibe estas emisiones, aunque en este terreno hay diversidad de pareceres y algunos ayuntamientos de la zona presentarán alegaciones, al no estar convencidos de que las emisiones de la nueva planta sean menos nocivas.
lleva mucho tiempo con este proyecto en cartera, ante la obligación de reducir su dependencia del carbón. Durante algún tiempo valoró la posibilidad de utilizar gas natural como único combustible único pero acabó por descartar apostarlo todo a esta carta. Más tarde, se vio afectada por la larga interinidad del Gobierno español, ya que trata de conseguir que el Estado cofinancie esta transformación energética como ha ocurrido en otros países.
A finales del año pasado optó por iniciar los trámites administrativos que exige la transformación de su primera caldera ante el Gobierno de Cantabria, y simultanear el largo proceso para modificar su Autorización Ambiental Integrada con esta búsqueda de la colaboración del Gobierno central y de inversores privados. Poco a poco ha ido encajando las piezas, al conseguir que la multinacional francesa Suez, especializada en el tratamiento del agua y en la gestión de deshechos, se interese por esta primera parte del proyecto, que requiere una inversión de 125 millones de euros. Son dos socios que se conocen bien y han acometido proyectos internacionales juntos.
Una vez desencadenado el proyecto, los plazos previstos para la ejecución son relativamente breves tratándose de una inversión tan elevada. La planta de combustión de CDR y CSR se ubicará en el extremo Este del recinto fabril (municipio de Polanco) y empezará a construirse en el tercer trimestre del año próximo, si para entonces ha conseguido superar todos los trámites. La obra llevará dos años y en el verano de 2023 se estarán haciendo las pruebas de la nueva caldera, que podría esté operativa a finales de ese mismo año.
Se trata de la inversión privada más importante de las que se han hecho en Cantabria. Tanto como construir una fábrica, aunque en este caso lo que se busca es asegurar la continuidad de la existente por varias décadas más, garantizándole una capacidad de producción un millón de toneladas de sosa al año y unos costes muy competitivos.
La dura competencia de la sosa natural
La factoría de Barreda se proyectó en 1904 y comenzó a funcionar en 1908, por lo que ya tiene un siglo largo, y el corazón del negocio siempre ha sido el mismo, el carbonato de sosa, aunque en distintas épocas haya estado acompañado (a veces con más socios) por la producción de otras sales, de agua oxigenada e incluso de los CFCs, que pasaron a la historia por sus efectos letales sobre la capa de ozono.
Solvay se ha desprendido incluso del cloro, vendido al grupo portugués Bondalti, que ha construido una planta nueva dentro del complejo de Torrelavega, adaptada a las actuales exigencias de la UE, y ha reanudado la producción de este gas a finales de año.
El procedimiento que Solvay patentó para la fabricación del carbonato de sosa ha sido muy eficiente durante siglo y medio y la fábrica de Barreda nunca sintió el aliento en la nuca de ningún competidor, pero esa tranquilidad se esfumó cuando aparecieron yacimientos de sosa natural en Estados Unidos.
Los costes del transporte defendían el mercado europeo para la sosa sintética, pero cuando se han empezado a explotar yacimientos naturales en Turquía, Solvay se ve impelido a reducir los costes de producción. Entre los más significativos están los energéticos, que suponen más del 30% de los gastos.
Ese proceso está enmarcado, a su vez, en los compromisos europeos para reducir las emisiones de CO2.
Más residuos de los que produce Cantabria
Aunque los residuos son un combustible muy barato no lo será tanto su acopio. Cada día, la nueva planta necesitará alrededor de mil toneladas (una tonelada y media equivale, energéticamente, a una tonelada de carbón), que llegarán en camión, aunque Solvay no descarta hacerlo por ferrocarril en un futuro.
Todavía no está definido de donde procederán los residuos. Aunque la multinacional belga llegase a un acuerdo con Mare, la empresa pública que gestiona los residuos en Cantabria, para utilizar los que no son valorizados en la planta de Meruelo y acaban en el vertedero, serían muy insuficientes para las necesidades previstas y Solvay tendría que buscarlos en otras provincias próximas. Para Mare sería un buen negocio entregarle todos los residuos recogidos en la región, porque se ahorraría los grandes costes de gestión que originan, incluso en el caso de que tuviese que afrontar la construcción de una planta donde prepararlos para la futura caldera de Solvay. Pero, la realidad es más compleja, porque parte de esos procesos están subcontratados, entre ellos la incineración, que explota TIR Cantabria, con un contrato vigente hasta 2043.
En las explicaciones que viene dando a partidos políticos y colectivos, Solvay ha insistido en que su planta no generará olores ni puede compararse con una incineradora, ni siquiera con las fábricas que están mezclando en sus calderas combustibles convencionales con neumáticos u otros residuos, como hacen las cementeras.
Las características de la planta
La instalación que pretende construir tendrá un búnker de hormigón para los acopios, con al menos cuatro muelles de descarga cubiertos, para atender el intenso flujo de camiones que van a alimentar esos silos, desde donde unas garras metálicas trasladarán la materia prima hasta los alimentadores de la caldera. Allí, con un aporte inicial de gas natural, para alcanzar la temperatura de régimen que necesita (unos 850º) será suficiente para generar el vapor a alta presión.
Para evitar olores al exterior, el lugar donde se acopian los residuos estará cubierto y a una presión interior a una atmósfera, lo que creará una barrera invisible para partículas y olores. También habrá un silo especial enterrado de 280 m3 para los lodos de depuradora.
La caldera podrá quemar materiales tan diversos como desechos agrícolas y de conserveras; lodos de tratamiento de efluentes, residuos de las industrias lácteas, papeleras y madereras; compost; residuos municipales, incluidos muebles (voluminosos); lodos industriales o procedentes de la depuración de aguas para el consumo humano… Una gran variedad, a un ritmo de unas 42 toneladas por hora.
Tanta variedad exige la tecnología de horno de parrilla, aunque Solvay advierte que, a medida que avance el proyecto de ingeniería, podría pasar a la de lecho fluido de burbujas.
La potencia térmica de la caldera será de 70 MW y producirá un flujo de 120 toneladas de vapor por hora, a una presión de 63 bares y con una temperatura de 425º. Un sistema de recuperación del calor contenido en los gases de combustión permitirá elevar su rendimiento energético por encima del 80%.
Además de suministrar el vapor que necesitan muchos procesos de la fábrica, la nueva caldera enviará otra parte a una turbina-alternador para cogenerar energía eléctrica, con una potencia estimada de 9,3 Mw.
Nueva chimenea
Los gases de combustión se canalizarán a través de una chimenea de nueva construcción, y no superarán los límites de las nuevas normas europeas, más restrictivas que las anteriores. Las emisiones de CO2 de esta caldera bajarán a unas 300.000 Tm/a. Las otras emisiones significativas son de N2, NOx y SO2, junto a oxígeno y vapor de agua.
El tratamiento de estos gases antes de que salgan al aire se hará utilizando el bicarbonato que produce la propia Solvay y que a sus muchos usos ha añadido el de la limpieza de gases, o un proceso combinado con cal hidratada.
Desglose de la inversión
Los equipos principales de la planta costarán 65 millones de euros. La construcción propiamente dicha, unos 47; los servicios de ingeniería de detalle, pruebas y puesta en marcha, 11; y los gastos generales se estiman en dos millones. En total, 125 millones de euros que ayudarán a mover la economía de la región durante los dos próximos años.
Tras pasar por los reactivos, los gases tendrán que atravesar un filtro de mangas, que retendrá las partículas. Ya depurados, se evacuarán por una chimenea de 40 metros de altura, para su dispersión, ayudados por un ventilador de tiro inducido, que estará protegido por una cubierta acústica para reducir el ruido que transmite al exterior.
En los tratamientos específicos, para reducir el NOx a los niveles autorizados por el nuevo reglamento BREF se utilizará amoniaco o una solución de urea.
Habrá otro depurador húmedo para capturar el HCl y el SO2 que pasa por el filtro de mangas, y un tratamiento de carbón activo para retener los metales pesados volátiles y los componentes orgánicos, como las dioxinas o los furanos.
Todos los residuos de los gases se llevarán a un gestor autorizado y las escorias de la combustión (unas 6 toneladas a la hora) pasarán a un área de almacenamiento temporal situada en el suroeste de la planta y se podrán utilizar como material para la construcción de viales o llevarse a un vertedero de residuos industriales no peligrosos.
El proyecto conlleva la construcción de cuatro edificios en el espacio elegido, que ahora apenas tiene uso; uno para las oficinas; el de los silos de descarga; el ocupado por el horno y la caldera, y el de servicios auxiliares.