¿Cuánto suelo industrial necesita Cantabria?
La crisis económica no solo ha servido para desnudar las carencias de nuestro modelo productivo, demasiado dependiente del ladrillo. También ha servido para hacer desaparecer debates que desde hace más de una década llenaban los periódicos cuando se hacía referencia a la política industrial: la falta de suelo para satisfacer las urgentes necesidades de las empresas.
El Gobierno de coalición PSOE-PRC convirtió esta demanda empresarial en una de sus prioridades nada más tomar posesión. A partir de ese momento, llovieron sobre la mesa del Ejecutivo las propuestas de los ayuntamientos para crear polígonos industriales en cualquier mies de Cantabria.
El entonces consejero de Industria, Miguel Angel Pesquera, anunciaba en 2004 la intención del Gobierno cántabro de crear más de 10 millones de metros cuadrados de suelo industrial, siete de ellos en macropolígonos contemplados en el Plan de Protección del Litoral. Hoy aquel ambicioso proyecto continúa su curso, pero sólo algunos de esos polígonos se han concretado, como el Parque Empresarial Besaya (Reocín), el de Tanos–Viérnoles (Torrelavega) o el Parque Tecnológico (Santander), con resultados de ocupación aceptables en Reocín y Santander, y decepcionantes en el de Tanos. Pero incluso allí donde se han levantado naves, la realidad no es demasiado complaciente. Algunos empresarios reconocen que estarían dispuestos a venderlas o alquilarlas, porque ahora no se justifican para su volumen de actividad, y otros no pueden acabarlas porque los bancos les han cortado el grifo de la financiación.
Un asunto desaparecido
Ya sea por efecto de la crisis, o porque las necesidades de las empresas locales no eran tantas y las más urgentes se han visto satisfechas con los polígonos que ya están disponibles, el suelo industrial ha dejado de ser motivo de polémica entre el Gobierno regional y las asociaciones empresariales. En realidad, es un asunto que ya ni se menciona.
Aún descontando los efectos de la mala situación económica sobre los planes de inversión de las empresas, ejemplos como el del polígono de Tanos-Viérnoles, vendido en un 60% pero en el que casi nadie levanta sus naves, demuestran la distancia que hay entre las peticiones de suelo y las necesidades reales del tejido industrial.
A pesar de todo, el Gobierno cántabro –a través de la empresa pública Sican– prosigue la hoja de ruta trazada hace seis años para dotar a la región de esos diez millones de metros cuadrados de suelo industrial o, al menos, de una parte significativa. Ya no se trata de responder a una demanda embalsada, que ahora demuestra cuánto tenía de artificial, sino que es producto de una decisión estratégica, la de captar esas inversiones que se deciden por un criterio de oportunidad. La experiencia demuestra que una parte de los asentamientos industriales acaban decantándose, simplemente, por el lugar donde hay suelo disponible.
Procesos muy dilatados
Una de las razones de peso para no frenar el impulso público hacia la creación de nuevos polígonos, es la compleja tramitación administrativa y los dilatados plazos que se necesitan para la creación de suelo industrial. Tampoco la fórmula urbanística extraordinaria del PSIR, para que proyectos singulares puedan saltarse buena parte de las competencias municipales, ha aliviado sustancialmente el proceso.
El desarrollo de un parque empresarial como el de Marina-Medio Cudeyo ha requerido cerca de 40 solicitudes a diversos organismos, con las correspondientes alegaciones e informaciones públicas. A eso hay que añadir las difíciles gestiones para hacerse con la propiedad del suelo en una región donde predomina el minifundismo. Unas negociaciones que en muchos casos sólo pueden resolverse con la expropiación de terrenos que ya han sido calificados como industriales, pero cuyos dueños no terminan de aceptar que ahí no van a poder levantar adosados.
La suma de todos estos factores hace que pasen unos seis años desde que se proyecta un polígono hasta que se urbaniza y puede ser ocupado por sus compradores. Demasiado tiempo, en opinión de Sican, como para abandonar ahora la tramitación de suelo industrial a la espera de que repunte la economía.
Tampoco hay que olvidar que existe una promesa gubernamental de que habría diez millones de metros cuadrados de nuevo suelo industrial en el horizonte de 2010-2011. Lo que es evidente, es que buena parte de ellos estarán en mera tramitación urbanística, pero incluso en ese caso parecen demasiados. Ni las necesidades estratégicas, ante la eventual llegada de las industrias vinculadas al Plan Eólico, ni un posible repunte de la demanda a medio plazo justifican ya seguir impulsando un volumen tan desmesurado de suelo.
Dosificar recursos
Haya o no un compromiso político, un escenario de crisis como el actual obliga a replantearse la utilización de los recursos públicos de Sican para cumplir los objetivos marcados seis años atrás. La inversión necesaria para llevar a término ese plan de suelo industrial tan ambicioso supera los 630 millones de euros (105.000 millones de pesetas).
Ante la imposibilidad de sufragar una inversión de tal calibre desde las arcas públicas, antes de la crisis se inició la búsqueda de socios privados para la promoción de algunos polígonos. Este planteamiento innovador tuvo éxito en el desarrollo del Parque Empresarial de Marina-Medio Cudeyo. Empresas como SIEC, el Grupo Tirso o Talleres Orán se integraron en la sociedad mixta, público-privada, que se creó para urbanizar ese macropolígono de casi un millón y medio de metros cuadrados, pero la iniciativa hubiese quedado muy comprometida de no haber decidido el Banco Santander construir en él un Centro de Proceso de Datos, que atraerá además, a varias de sus empresas proveedoras.
El intento por repetir este modelo privado de promoción de suelo industrial en la primera fase de la ampliación de Vallegón (Castro Urdiales) no tuvo éxito y todo indica que no se podrá aplicar en ningún otro de los proyectos. Una vez esfumada la demanda potencial de suelo, la iniciativa privada ha perdido todo interés y ese es el mejor termómetro para valorar la situación: El suelo industrial ya no solo no escasea, sino que sobra y va a sobrar durante mucho tiempo.
El sector público, aunque no lo reconoce, ha aflojado la marcha, ralentizando los proyectos pero no podía hacerlo con el de Castro Urdiales que conserva una demanda algo más consistente. Ante la falta de respuesta de la iniciativa privada, Sican decidió acometer por sí sola la urbanización, que comenzó hace unas pocas semanas a cargo de una UTE formada por Emilio Bolado y Fomento de Construcciones y Contratas. Cobrarán por ello 6,9 millones de euros.
Alto Asón, el más inmediato
Tras el comienzo de las obras en Castro Urdiales y con toda la atención puesta en que se cumplan los plazos comprometidos con el Banco Santander en el Parque de Marina-Medio Cudeyo, aparece el polígono que se está concluyendo en Ramales de la Victoria. Se trata del Parque Empresarial de Alto Asón, que ocupa los 253.000 m2 de la Mies de Riancho, de los que cerca de 88.000 serán edificables.
Con su entrada en servicio se dará cumplimiento a una vieja demanda de los empresarios de la zona, donde dos sectores, el agroalimentario y el metalúrgico, necesitaban más suelo para desarrollar su actividad empresarial. Es posible que buena parte de esta demanda también haya desaparecido, afectada por el mismo mal de sobredimensionamiento de las expectativas que están sufriendo las promociones de viviendas en la comarca. Sican, que ha invertido 4,4 millones de euros en esa obra lo comprobará pronto. Quizá sea otro polígono vacío más a la espera de tiempos mejores, aunque en este caso al gasto hay que añadir el consumo de unos recursos naturales muy valiosos, junto al cauce del río Carranza.
Tampoco las naves-nido
Una de las actuaciones de Sican más avanzada es la construcción de 60 naves modulares en el Parque Empresarial Besaya. Los 17.000 metros cuadrados repartidos en pequeños pabellones trataban de dar respuesta a las necesidades de las numerosas pequeñas y medianas empresas de la cuenca del Besaya, que aparentemente necesitaban un nuevo emplazamiento, pero fuentes fiables sostienen que la demanda ha desaparecido casi por completo.
Sican asegura lo contrario, pero ha introducido nuevas fórmulas para facilitar la comercialización entre quienes no tienen un fácil acceso a los créditos. Por primera vez en la historia de esta promotora pública de suelo industrial, los compradores pueden subrogarse en la hipoteca que suscribió Sican para financiar el proyecto, optar por un alquiler con opción de compra e, incluso, por un simple contrato de arrendamiento, si se trata de jóvenes emprendedores o son propuestas innovadoras.
Un corredor que puede esperar
A la vista del panorama general, los dos macropolígonos industriales que se planteaban en La Pasiega y en Piélagos-Villaescusa han quedado congelados. El gran corredor industrial que iba a nacer en el Puerto de Santander y continuaría polígono tras polígono hasta Renedo de Piélagos parece ahora desmesurado, incluso como reserva de suelo. En el caso de La Pasiega, su principal expectativa estaba en la captación de una gran fábrica de envasado de leche del grupo Lactiber, un proyecto que ya ha quedado desestimado. Los dos accionistas principales, la cooperativa cordobesa de Los Pedroches y la vasca Andía Lácteos pensaban haber concentrado en esa fábrica toda la leche que envasan con la marca blanca de Mercadona, pero el mercado no está para alegrías.
Las circunstancias también aconsejan valorar la necesidad real de varios de los polígonos previstos y no iniciados. Con el suelo que ahora mismo hay en venta en el Parque Tecnológico y Científico de Cantabria, en el Parque Empresarial Besaya, de Reocín y en Marina-Medio Cudeyo parece más que suficiente hasta que el ciclo económico se invierta y se consoliden los tímidos signos de reactivación, algo que Sican asegura empezar a percibir. Después de un largo silencio y, lo que es peor, de cancelación de muchas de las solicitudes, la empresa pública asegura que vuelve a recibir llamadas interesándose por suelo industrial. En el pasado no hubiese podido ofrecer muchas alternativas, pero en estos momentos el comprador va a tener mucho donde escoger.