Una fábrica de paneles solares, torres marinas y centrales de biogás
La compañía asturiana HC Energía, que ha adquirido Gas Natural Cantabria, se ha hecho con una de las demarcaciones eólicas gracias a un proyecto industrial que ya estaba en marcha, el de la ingeniería Solarcan y el grupo chino Sky Global que pretendían instalar en Mataporquera una gran fábrica de paneles solares. La iniciativa es coherente con el planteamiento de la empresa china, que ya tiene un importante mercado en España, dado que las instalaciones de energía solar se han disparado en nuestro país al calor de una política muy generosa de primas al kilovatio producido por este sistema.
La empresa china está decidida a fabricar en España los paneles que ahora ha de trasladar en contenedores desde su país, y en alianza con su importador, la compañía cántabra Solarcan, se había decidido por Mataporquera para instalar la fábrica, dado que este emplazamiento también la permitía crear su propio huerto solar, de 10 MW de potencia. La factoría tendrá una capacidad de producción de 50 MW al año y creará un centenar de empleos, lo que puede cambiar por completo la economía de Valdeolea, cuya decadencia en las dos últimas décadas ha sido evidente, a pesar del importantísimo sostén que significa la fábrica de Cementos Alfa.
El Ayuntamiento de Valdeolea llegó a ceder al consorcio hispano-chino una parcela de 35.000 metros cuadrados en el espacio donde ya hace una legislatura se diseñó el llamado Ecoparque Campoo-Los Valles, una especie de muestrario a pequeña escala de las nuevas tecnologías energéticas que está aún por materializar.
La intención inicial de Solarcan y de Sky Global era asentar la planta en el Parque Empresarial Besaya, de Reocín, pero el precio solicitado por Sican les llevó a buscar este nuevo emplazamiento.
Para presentarse al concurso eólico, la multinacional portuguesa EDP y su filial española HC Energía optaron por apadrinar este proyecto industrial con una ayuda financiera, en lugar de elaborar uno propio, lo que le ha servido para conseguir una de las demarcaciones de 220 MW que salían a concurso.
Menos primas, pero más eficiencia
En la planta se montarán los componentes de los paneles fotovoltaicos, pero no se fabricarán las células de silicio, la parte tecnológicamente más relevante, que se seguirán fabricando en China. También está previsto que equipos de la propia planta se desplacen a los huertos solares de sus clientes para hacer el montaje de los paneles in situ.
Cuando la fábrica esté en disposición de vender sus primeros paneles las primas que España concede a la energía solar no serán tan sustanciales como lo fueron años atrás. No obstante, esa circunstancia puede quedar compensada en la rentabilidad de los huertos por el creciente rendimiento de los paneles, tanto por el desarrollo tecnológico de las células de silicio como por la mayor eficacia de los seguidores solares, que consiguen que los paneles tengan la orientación e inclinación más adecuada en cada momento para capturar los rayos del sol.
La factoría constará de dos naves, en cada una de las cuales irá una línea de producción, y un edificio de oficinas. El complejo se completará con almacenes para materia prima y producto terminado.
El huerto solar anejo, en el que podrán instalar sus propias máquinas, estará compuesto por 672 paneles, instalados en una zona de vaguada, de forma que prácticamente no tendrán incidencia sobre el paisaje.
El gran negocio marino
También en la comarca de Valdeolea podría instalarse un taller para la fabricación de fustes de molinos eólicos, que forma parte de las propuestas industriales del consorcio formado por Apia XXI y Ascan, que ha logrado otra de las demarcaciones en concurso. Pero lo más significativo de su proyecto está en el terreno de la investigación marina, donde Apia XXI ya ha adquirido una notable experiencia gracias a las dos boyas que ha construido e instalado frente a la costa cántabra para comprobar los efectos del mar y de la meteorología sobre unas estructuras metálicas como las que se requieren para los futuros aerogeneradores offshore.
Aunque en el concurso cántabro se ha disputado la tierra, hay muchos ojos puestos en el mar, donde los aprovechamientos pueden ser muy superiores. Un medio que, a cambio, plantea obstáculos evidentes, como el anclaje de las torres a grandes profundidades o la evacuación hasta la costa de la energía producida.
Por el momento, ninguna empresa eléctrica se ha atrevido a montar parques eólicos marinos más allá de las aguas someras, donde no resulta difícil fijar los aerogeneradores al fondo. El problema se plantea en países que, como España, apenas tienen plataforma continental y las aguas costeras enseguida adquieren gran profundidad. Quien consiga un estabilizador de garantía podría llevarse el gato al agua en un negocio que todos imaginan de gigantescas proporciones. Pero no será fácil conseguir materiales que resistan la salinidad del mar y los embates de las olas y, mucho menos, la forma de mantener permanentemente estables unas torres que, en aguas profundas, necesariamente ha de estar a flote y cuyo tamaño será bastante superior al que tienen los aerogeneradores terrestres, con potencias de 4 MW o superiores.
La primera de las boyas de Apia, instalada frente a la Virgen de Mar, ha dado un resultado magnífico, después de someterse a los embates del mar durante casi dos años, y ya ha atraído el interés de otros colectivos como el de los meteorólogos. La segunda boya, botada hace unas semanas, es más grande y ha sido fondeada frente a la costa de Ubiarco.
El 71% de la superficie del Planeta es agua y de toda esta lámina líquida, el 97% es mar. Está claro que es mucho espacio para obtener más aprovechamientos que el de la pesca y uno de los más evidentes es el que tiene que ver con la energía eólica, sobre todo por el hecho de que los vientos son más regulares que en tierra.
En España ya hay otros proyectos de investigación en energía marina. Acciona lidera el programa Eolia, con un presupuesto de 33,7 millones de euros, que ensaya las posibilidades de parques eólicos implantados a más de 40 metros de profundidad. Por su parte, Iberdrola renovables tiene solicitadas concesiones marinas en Cádiz, Castellón y Huelva, con una potencia prevista de 3.000 MW.
No sólo las empresas se han lanzado a promover estos parques offshore sin contar aún con la tecnología necesaria. El Reino Unido ha repartido las concesiones para un gigantesco proyecto de energía eólica en el estuario del Támesis e Iberdrola ha conseguido, en alianza con Vattenfall, una potencia de 7.200 Mw (el equivalente a siete centrales nucleares). Por el momento, estas instalaciones están en tramitación, pero se calcula que su instalación no se demorará más allá del 2015 y, para ese momento, el mercado internacional de patentes offshore va a ser un auténtico hervidero. Un enorme negocio en el que pretenden participar de forma muy activa algunas de las compañías que han obtenido demarcaciones del Plan Eólico de Cantabria, pero que deberán trabajar deprisa para llegar a tiempo de ofrecer sus innovaciones.
En esta carrera, España tendrá que competir, en teoría, con EE. UU, China o Italia, en cuyas costas no hay plataforma continental y, por tanto, no pueden desarrollar la energía eólica marina sin una tecnología que les permita fondear las torres a grandes profundidades. Por el contrario, Suecia, Dinamarca, Holanda o Reino Unido saben que tienen grandes espacios marinos someros que aprovechar antes de pensar en las aguas profundas.
Plantas de biogás
Iberdrola es la única de las compañías que acudió al concurso cántabro que ya tiene un parque eólico en la región y, en alianza con el que ya era su socio local, se ha adjudicado una potencia de 205 megavatios en torno al puerto del Escudo. El consorcio Iberdrola Renovables y la cántabra Ocyener construirán en la zona cinco parques eólicos que ya tienen nombre: La Cruz del Marqués, El Escuchadero, Peñas Gordas, La Matanela y Las Matas, situados en los municipios de Luena, Campoo de Yuso, San Miguel de Aguayo, Molledo, San Pedro del Romeral, Campoo de Enmedio y Santiurde de Reinosa. La empresa lleva ocho años estudiando la zona y ese avance le permite suponer que para el 2014 ya puede tener instalados los parques del complejo.
Iberdrola había ofrecido, a cambio de la concesión, unos proyectos industriales relacionados con el sector agroganadero que van a suponer una inversión de treinta millones de euros, probablemente la más generosa entre todos los concurrentes. Estos proyectos también tienen que ver con la energía y vienen a resolver un notorio problema medioambiental, el que generan los residuos ganaderos y forestales.
La iniciativa más notable de las que propone es la construcción de hasta ocho plantas de biogás que podrán aprovechar el metano que producen 320.000 toneladas anuales de residuos orgánicos, que tiene garantizadas, gracias a su acuerdo con la cooperativa Agrocantabria, la segunda mayor del sector en España.
El servicio es mutuo. Para las tres mil familias agrupadas en Agrocantabria, el consorcio dará salida a sus residuos ganaderos –las plantas también utilizarán los de las industrias cárnicas, queserías y fábricas de mantequilla y leche–. Al mismo tiempo, la presencia de la cooperativa en el consorcio puede suponerles retornos económicos. También es evidente que se beneficiarán de los 400 empleos que se estima que crearán estas instalaciones, todos ellos en el medio rural.
El consorcio Biocantaber, formado por Iberdrola y Ocyener había ofrecido, además, una planta de tratamiento de biomasa y su conversión, como combustible, en energía eléctrica, pero las circunstancias en este terreno son inciertas, dado que hay varios proyectos semejantes y los bosques de la región no produce residuos suficientes para alimentar a todos ellos.
Iberdrola Renovables es el líder mundial del sector eólico, con instalaciones en 23 países y una potencia de 11.300 MW, que crece mes a mes. Por su parte, su aliada en Cantabria, Ocyener, está muy relacionada desde sus orígenes con las energías renovables y la consultoría ambiental.