Todos querían el sueldo de Caja Cantabria
Las cajas aliadas en SIPs que, como la de Caja Cantabria, mutualizan todos sus beneficios futuros mantienen su marca pero poco más. La integración es prácticamente una fusión y eso implica que las condiciones de trabajo debieran ser idénticas. Pero esa teoría no resulta nada fácil de llevar a la práctica cuando el Banco de España exige reducir los costes en torno a un 15% antes de dar vía libre a cada SIP y prestarles el dinero prometido para su saneamiento.
La primera reacción de los sindicatos, con muy pocas excepciones, ha sido el pedir la equiparación al alza de salarios, prejubilaciones en las mismas condiciones que en el pasado –cuando las cosas iban bien– y que aquellos trabajadores que tengan que ir a trabajar a otra provincia sean compensados. Quizá porque muchos, incluso dentro de las propias cajas, siguen teniendo la percepción de que el panorama del sector financiero es de color de rosa, un sindicato de empresa aragonés no ha dudado en reclamar en su SIP una paga más al año, consolidable, por cada cien kilómetros que un empleado de su entidad sea forzado a desplazarse de su actual puesto de trabajo.
Al final, no habrá tantas alegrías. Al menos en la SIP de Caja Cantabria, Caja Astur, CAM y Caja Extremadura, quizá porque la mayor parte de los trabajadores son conscientes de que, en estos tiempos, es difícil exigir la igualación de todas las entidades con Caja Cantabria, que tiene nada menos que 20,5 pagas al año, aunque las extraordinarias no puedan considerarse como una nómina más. También es cierto que la posición de partida de la mayoría está en 16,5 pagas. Eso sí, hay cajas que ahora navegan en otras SIPs que llegan a tener 24 pagas, como es el caso de algunas procedentes de fusiones anteriores, planteadas con tanta generosidad que no sólo se igualaron las condiciones por arriba sino que llegaron a sumarse las extras de cada asociado.
El mundo ha cambiado mucho desde entonces y el ambiente para el acuerdo laboral es ahora más propicio. Tanto que CC OO ha acabado por recordar a los restantes sindicatos que no se enfrentan a un escenario de fusión como en los años 80 o 90, sino a una reconversión y en las reconversiones no se aspira a ganar poder adquisitivo sino a no perderlo: “Al fin y al cabo, hace un año a ninguno de nosotros se le hubiese ocurrido pedir las condiciones de una de esas cajas con las que ahora nos aliamos y a las que casi no conocíamos de nada”, reconoce un sindicalista.
Equiparación en función de los objetivos
El primer acuerdo laboral alcanzado establece que, por el momento, todo se quedará igual, aunque a medida que se vaya ejecutando el Plan de Viabilidad se tomarán decisiones tendentes a la equiparación de las condiciones laborales de todas las cajas. Si los objetivos del Plan se van cumpliendo, las diferencias salariales entre las entidades aliadas se irán reduciendo. Si no se alcanzan los objetivos, habrá que emplear el dinero en otras medidas más urgentes.
Eso quiere decir que Caja Cantabria sólo tendrá un 10% del capital de la SIP, pero sus trabajadores seguirán siendo los mejor pagados durante bastante tiempo. Como promedio, un empleado de la entidad cántabra tiene un costo para la Caja de 69.500 euros (con las cotizaciones sociales de la empresa incluidas), mientras que el trabajador de Caja Extremadura le cuesta a su entidad 53.400.
También ha quedado aclarado el asunto de las prejubilaciones, que será la vía principal de ajuste de plantilla. El hecho de que no se vayan a producir despidos traumáticos, ni probablemente incentivados, ha tranquilizado a la plantilla desde un principio, pero suscitaba algunas dudas, sobre la cuantía que recibirían los afectados.
Aparentemente, se podrán ir a casa en las mismas condiciones que sus predecesores, quienes dejaron la actividad en los tiempos de vacas gordas, con alrededor de un 80% del salario, aunque el costo real para la Caja en este caso será bastante menor. La razón es que ahora podrá recurrir a un expediente de regulación de empleo, por lo que en realidad se produce un despido y una parte de los ingresos del trabajador proceden del desempleo. También ayudará una fiscalidad más benévola, ya que en este caso hay una exención de tres años y medio. Entre unas cosas y otras, el prejubilado acabará cobrando la misma cuantía neta que los anteriores aunque a sus entidades de origen su baja les resultará entre un 18% y un 20% más barata.
Eso no significa que salgan regaladas, porque cada prejubilación le costará a las cajas alrededor de 250.000 euros y los beneficios se han acortado tanto en los últimos meses que no servirán para sufragar un costo semejante. Las entidades de la SIP tendrán que recurrir al dinero del FROB para financiar parte de estas prejubilaciones, lo que supone endeudarse y, además, hacerlo a un precio muy caro, ya que este fondo público ha de devolverse en un plazo máximo de cinco años y se presta a un tipo de interés del 7,35%.
Plantilla cara pero bastante ajustada
Las prejubilaciones individualmente más caras serán las de Caja Cantabria, ya que sus trabajadores son los que más cobran del grupo, pero, colectivamente, serán las de la CAM, donde el excedente de personal es mucho mayor. En la entidad cántabra, que tiene algo menos de un millar de trabajadores desde hace años, las plantillas se han mantenido siempre muy ajustadas, hasta el punto que ahora ni siquiera se puede prescindir de los contratados que cubren bajas. En cambio, otras entidades han tenido políticas mucho menos contenidas. El ejemplo de la fallida Cajasur es clamoroso. La única entidad controlada por la Iglesia acumula 3.000 trabajadores, el triple que la caja cántabra, para un volumen de negocio similar.
Dentro de la SIP, los ratios son más homogéneos, pero Caja Extremadura tiene 1.150 trabajadores, 150 más que Caja Cantabria y su negocio es ligeramente inferior.
En total, el grupo de Caja Cantabria suma 14.000 trabajadores, de los que 7.000 pertenecen a la alicantina CAM y se estima que el ajuste global será de unas 2.000 personas. Aunque esa cifra represente un 14%, de la plantilla los efectos sobre los costes futuros de personal probablemente superarán el 20%, dado que el sistema de prejubilaciones afectará a los trabajadores más veteranos y, por tanto, más caros. La línea de corte no está establecida, aunque casi nadie cree que baje de los 55 años, porque cada año que se anticipa la jubilación se incrementan muy notablemente los costes. La Caja cántabra tiene en estos momentos 282 operarios con más de 50 años y desde 2009 mantiene paralizado el plan de prejubilaciones establecido para el cuatrienio.
Gracias al ajuste global del plantilla, la SIP podrá cumplir el objetivo de eficiencia del Banco de España, algo que obviamente no hubiese sido posible si, al tiempo que recorta el personal se produce una equiparación salarial de todas las entidades con la que más paga, en este caso Caja Cantabria.