Del garaje a la sala pública de ensayos
Que muchas bandas míticas de rock se hayan formado en garajes o ensayando en lugares más o menos precarios, puede añadir color a sus biografías pero, de haber podido elegir, seguramente hubiesen optado por soluciones más cómodas. Para ellos y para sus familiares y vecinos.
La falta de locales donde ensayar sigue siendo un problema común para los muchos jóvenes atraídos por la idea de formar una banda de música. Si consiguen superar ese obstáculo, tampoco les resultará fácil tocar en pubs o en establecimientos hosteleros, porque la legislación es muy restrictiva. Para solucionar ambos problemas, el Ayuntamiento de Santander ha levantado en el Parque de las Llamas el Escenario Santander, que supera, por su planteamiento integrador y la calidad del edificio, a iniciativas similares de otras capitales españolas.
En el Escenario Santander van a convivir músicos de todas las tendencias y de todas las edades. No es un proyecto pensado solo para gente joven, porque en las bandas también hay viejos rockeros y porque el edificio va a ser ocupado en una de sus alas por la Banda Municipal de Música que, por fin, contará con una sede fija, después de décadas de rodar de un local municipal a otro.
El edificio, diseñado por el arquitecto Pucho Vallejo, que ha aprovechado el talud del parque para disimular su volumen, está dividido en dos partes. La destinada a albergar a los grupos de música ligera, cuenta con quince locales de ensayo, insonorizados, muy luminosos y holgados para las necesidades de una pequeña banda, con superficies que oscilan entre los 14 y los 23 metros cuadrados.
Ya son más de cuarenta los grupos preinscritos para utilizar los locales, por lo que tendrán que organizarse para compartir las salas y distribuirse los horarios. Esta autogestión se va a ver facilitada por un reglamento interno que ha sido consensuado entre el Ayuntamiento y los integrantes de estas bandas de música, en el que se recogen muchas de sus peticiones, entre ellas la amplitud del horario de uso de los locales de ensayo, que estarán disponibles desde las once de la mañana hasta las doce de la noche. O el hecho de que en fin de semana también sea posible utilizar las instalaciones. Cada local cuenta con un pequeño almacén en la planta baja donde los grupos pueden guardar sus equipos.
Para saber cómo suenan y preparar maquetas de sus canciones, el edificio dispone de una espléndida sala de grabación, en la que se realizarán talleres donde formarse como técnico de sonido.
La otra gran demanda de los grupos, la de poder ofrecer conciertos, ha sido resuelta con un auditorio situado entre ambas alas del edificio, con un aforo de unas novecientas personas y que será el escaparate del centro municipal ante los santanderinos. El propósito de su coordinador, Charly Charlón, gran conocedor de la música ligera que se hace en Cantabria desde los años sesenta, es ofrecer semanalmente un concierto con dos grupos locales y a precios casi simbólicos. Para rentabilizar la inversión que ha hecho, el Ayuntamiento santanderino alquilará el auditorio a promotores privados para la organización de conciertos.
El uso de los locales de ensayo no será gratis, aunque las tarifas son muy moderadas. Por 90 euros al mes, los integrantes del medio centenar de bandas que han manifestado su interés por esta iniciativa municipal podrán contar con un lugar donde dar rienda suelta a su creatividad, sin que el exceso de decibelios moleste a nadie.
Además del talento musical, ser vecino de Santander va ser un valor añadido para ingresar en una banda porque, aunque el Centro está abierto a todos los grupos de la región, el que al menos uno de sus miembros esté censado en la capital será tenido en cuenta a la hora de asignar los locales.
Para poner en pie esta generosa oferta musical, el Ayuntamiento de Santander ha gastado más de cuatro millones de euros. Una iniciativa que debiera convertirse en un vivero de nuevas vocaciones musicales.