Los primeros efectos del Brexit
La marcha de Gran Bretaña de la UE no será fácil. Antes habrá que desmontar un entramado de 80.000 páginas de tratados que ha firmado como socio y tendrá que establecer sus propios acuerdos para intercambios de mercancías con los 156 países de la Organización Mundial de Comercio, puesto que ya no le valen los que firmados por la Unión, que exime a sus socios de ese trabajo. Además, Gran Bretaña siempre ha sido muy escueta a la hora de legislar y muchas de sus normas simplemente se referencian a la regulación comunitaria, por lo no le quedará más remedio que redactarlas. Problemas de tanto calado, como planteó en Santander Emilio Lamo de Espinosa, presidente del Instituto Elcano, permiten augurar que la salida no será sencilla ni rápida. Esa es otra mala noticia para las empresas, porque crea un estado de permanente incertidumbre obliga a aplazar muchos proyectos y también está retrayendo a los consumidores, especialmente a los compradores de casas.
Algunas compañías cántabras ya lo han notado, especialmente las que operan en uno de los sectores más sensibles a este nuevo escenario, el turístico.
Quienes eligieron Gran Bretaña para pasar unos días de vacaciones coincidiendo con la celebración del referéndum se encontraron con la agradable sorpresa de que su estancia les pudo resultar hasta un 15% más barato de lo que pensaban. La depreciación de la libra frente al euro, como consecuencia del triunfo del Brexit, se convertía en un incentivo para elegir ese país como destino turístico, pero ese efecto de la depreciación de la moneda opera en ambos sentidos y el bolsillo del turista británico se ha visto resentido en igual medida a la hora de viajar al nuestro.
Así lo ha constatado ya la empresa que desde su creación sirve de puente entre los turistas británicos y la comunidad cántabra, Brittany Ferries, que ve como desciende la demanda para los próximos meses: “El pasaje de la temporada alta ya estaba vendido, por lo que no nos ha afectado demasiado” –señala Manuel Pascual, director de Brittany Ferries en Santander–, “pero sí estamos notando un frenazo en las ventas de la campaña otoño-invierno”. En cuanto a las mercancías, “la temporada de verano es históricamente la más baja por lo que la afección es mínima; ya veremos cómo transcurre el otoño”. En cualquier caso, las incertidumbres y el brusco descenso del valor de la libra “son un enorme hándicap para un negocio basado en el transporte de turistas y mercancías desde Reino Unido al continente”, lamenta Pascual.
El descenso en el número de visitantes procedentes de Gran Bretaña interrumpe la progresión de un turismo con un gran potencial de crecimiento. Más de 225.000 pasajeros circulan anualmente entre el puerto de Santander y los puertos del sur de Inglaterra que conecta Brittany Ferries. El destino de los que llegan está casi siempre fuera de nuestra comunidad, que utilizan como lugar de tránsito hacia el Sur y el Levante español, pero aún así los británicos suponen el 22,5% de los turistas extranjeros que se alojan en hoteles, campings y apartamentos turísticos de la región. Además, eran los que mostraban una mayor progresión. El pasado año crecieron a un ritmo del 18%, hasta alcanzar los 63.943 visitantes, el triple que los alemanes. Más significativo aún es que hayan superado ya en número a los viajeros franceses, los más numerosos tradicionalmente.
Proyectos aplazados
La inseguridad generada por las consecuencias que pueda tener el Brexit amenaza también con abortar algunos de los proyectos que Brittany Ferries pensaba poner en marcha, entre los que incluso se barajaba una ampliación del número de escalas del ferry en Santander: “Aunque nuestro principal input se factura en libras, la empresa consolida sus cuentas en euros, ya que la mayor parte de los costes son en esta moneda” –explica Pascual–. “Una devaluación de la libra afecta directamente a nuestra línea de flotación y esta situación de incertidumbre hace que tengamos que replantear o posponer algunos de los proyectos que estaban casi en marcha y esperar a que se clarifique la situación”, añade.
En esta misma idea incide el presidente de la Autoridad Portuaria, Jaime González, que tras señalar el riesgo que para el transporte de mercancías tendrá “cualquier retroceso en las facilidades del tráfico por una mayor complejidad en la tramitación aduanera”, advierte de que el tráfico de mercancías que transporta el ferry es complementario al de pasajeros, “y, si estos disminuyen, podría disminuir la frecuencia de escalas”.
Con todo, y aunque la posibilidad de que vuelvan a existir trámites aduaneros repercutirá muy negativamente en el transporte de mercancías y complicará la entrada de pasajeros, el director de Brittany Ferries se muestra confiado en la continuidad de la continuidad de los visitantes británicos. Por un lado, los precios, a pesar de la devaluación de la libra, siguen siendo muy competitivos y, como apunta el propio Pascual, hay otras razones de fondo que juegan un papel importante en la elección del turista británico: “España y Portugal se seguirán manteniendo como países de referencia en el mercado británico por la inseguridad que hay en otros destinos mediterráneos. Por ello, los pasajeros con destino o procedencia en el Sur seguirán realizando una primera o última noche en establecimientos cercanos o en la propia Santander, con los consumos añadidos en restauración y carburante que se generan”.
Un destino clave para el Puerto de Santander
La importancia que tiene el tráfico de pasajeros para el puerto santanderino no es el único motivo de preocupación para la Autoridad Portuaria, en cuanto a los posibles efectos del Brexit. También es muy relevante el movimiento de mercancías. Nada menos que el 20% de las que entran o salen del puerto de Santander tiene su origen o destino en Gran Bretaña, el primer país en el ranking de intercambios comerciales.
Tráficos como el la importación y exportación de vehículos, críticos para el Puerto de Santander, podrían verse afectados en función del tratamiento aduanero que se establezca para las mercancías de Gran Bretaña. Y lo mismo podría suceder con otros tráficos habituales con ese país, como las exportaciones de cemento de Alfa o las importaciones de chatarra que alimentan los hornos de Global Steel Wire.
La política aduanera que finalmente se adopte será la que decida si se mantienen esos mercados en niveles similares al actual o afectará al tráfico portuario. “Para poder analizar las consecuencias del Brexit –concluye Jaime González– “habría que conocer el tipo de acuerdos para la circulación de pasajeros y mercancías que se alcanzarán en los dos próximos años con un Reino Unido fuera de la UE”.
Un mercado tradicional para la industria
Gran Bretaña es desde hace muchos años un mercado habitual para muchas de las industrias cántabras. Cerca del 10% de lo que exporta Cantabria a la Unión Europea tiene la isla como destino. Según los datos de ICEX (el Instituto de Comercio Exterior), las empresas cántabras le exportaron el pasado año mercancías por valor de 168,4 millones de euros, mientras que las importaciones sumaron 244 millones.
Cuarenta y cuatro empresas regionales venden en el Reino Unido con regularidad, por lo que los efectos del Brexit abren una preocupante interrogación para muchas industrias.
Para alguna de ellas, ya ha tenido consecuencias como en el caso de Textil Santanderina, que opera en ese mercado desde los años ochenta, y que se ha visto afectada por la depreciación del valor de la libra. A esta pérdida de rentabilidad en las operaciones en marcha se suma el hecho de que “la incertidumbre que el Brexit ha generado hace que el mercado se ralentice y que disminuya la demanda de productos en nuestro sector”, señala el director de Textil Santanderina, Juan Parés.
Para combatir la depreciación de la moneda inglesa y poder seguir siendo competitivos en ese mercado, Pedro Burgada, gerente de Talleres Orán –una industria auxiliar de automoción, cuyos lazos comerciales con Inglaterra se remontan al año 1985–, apunta una duda que va a ser común en muchas empresas: “Es posible que, debido a la devaluación de la libra frente al euro, tenga que realizarse algún ajuste de nuestros precios de venta”.
Burgada señala el riesgo que tiene la automoción de que se reduzcan las exportaciones a Gran Bretaña si disminuye su capacidad de compra. Pero apunta también a una circunstancia inversa, mucho más positiva para la economía regional, la “posible deslocalización de algún fabricante [inglés] de automóviles, lo que podría favorecer el volumen de alguna fábrica española”.
Ascensores IMEN es otra importante industria cántabra que tiene en el mercado británico uno de sus mejores clientes. Opera allí desde 1994 y, aunque hasta la fecha no ha detectado ningún cambio, su director de marketing, Antonio Pérez Luzuriaga teme una pérdida de competitividad de su sector si se acaban estableciendo aranceles: “Si se cumple la aspiración de Inglaterra y finalmente hay un acuerdo de libre comercio es de esperar que las repercusiones sean mínimas. Si no fuera así y surgieran aranceles, habría lógicamente una pérdida de competitividad frente a los productores británicos y, por tanto, una disminución de las ventas que por el momento es muy difícil de cuantificar”, advierte. “Es evidente que si se producen cambios de envergadura habrá que realizar cambios proporcionales en la estrategia de las empresas para intentar paliar al máximo posibles efectos adversos”, admite el director de marketing de IMEM.
Para hacer un seguimiento del proceso la CEOE cántabra se dispone a crear un observatorio que centralice toda la información que se vaya generando. Este grupo de trabajo servirá para resolver las dudas que puedan surgir a las empresas cántabras ante el escenario de incertidumbre abierto por el Brexit. Una situación que no solo amenaza con dañar nuestra economía, sino que sitúa a la UE ante el mayor reto de su historia.