La relación de Torrelavega con un magnate francés de la TV

Eduardo López Pisano es un pintor cántabro relativamente poco conocido, porque la mayor parte de su vida y su obra se desarrolló en Francia. Soldado republicano, tuvo que cruzar la frontera y exiliarse al acabar la guerra civil española, pero sus penurias continuaron porque, inmediatamente, se vio confinado en un campo de refugiados francés y más tarde se convirtió en prisionero de los alemanes y destinado a un batallón de trabajos forzados. Aparentemente, sus desgracias acabaron con la caída del régimen nazi y con su asentamiento en París en 1947, pero los años de posguerra fueron muy duros para todos, y ahí labró una amistad profunda con un francés que había vivido unas experiencias parecidas como prisionero y tan religioso como Pisano, cuyas convicciones políticas no estaban reñidas con una reivindicación permanente de las costumbres y tradiciones de su infancia, que afloran permanentemente en sus cuadros, una vez superadas las pinturas torturadas de posguerra.
Por amistad o por devoción hacia su pintura, este francés, apellidado Licoys y al que Pisano invitaba a participar en sus tertulias artísticas, acabó adquiriendo más de 300 cuadros del artista de Torrelavega asentado en Montmatre. Y esa colección pasó a sus hijos, especialmente a Eric, que con el paso del tiempo se convirtió en el jefe del gigante francés de la comunicación Vivendi, el mayor grupo de Europa, que llegó a concentrar en su seno Canal + France (la emisora privada más importante del país), la agencia Havas, los estudios Universal, de Hollywood, y un sinnúmero de filiales de comunicación y entretenimiento, entre ellas Canal+ España, donde también poseía la editorial Anaya.

La exposición de París

Eric Licoys, hoy jubilado, reparte su tiempo entre la presidencia de una asociación francesa que lucha contra el cáncer y la gestión de su colección de arte, en la que destacan sus pisanos. Él ha hecho más que nadie para promover el reconocimiento del pintor cántabro. Hace tres años consiguió que el Museo de Montparnasse, de París, hiciese una exposición del artista cántabro, cuya inauguración se convirtió en una exaltación de la memoria de los republicanos españoles. Allí se encontraron el ministro de Interior Manuel Valls –hoy primer ministro de Francia– y la vicealcaldesa de París (hoy alcaldesa) Anne Hidalgo, hijos ambos de españoles que tuvieron que irse de su país de origen tras la guerra. Una concentración de políticos franceses de origen español que acudían por Pisano, pero también por el hecho de que Licoys estuviese detrás de la exposición, ya que además de promotor, eran suyos la mayoría de los 60 cuadros exhibidos.
La exposición de Montparnasse sirvió para reivindicar la figura de Pisano que, a pesar de tener un estilo tan personal, caracterizado por el color, la energía y la vaguedad de las formas que costaría encuadrarle en algún grupo artístico concreto, suele ser incluido, por generación, en la nueva Escuela España de París, en la que también se incluyen Antonio Clavé, Manuel Ángel Ortiz o Emilio Grau Sala, otro gran amigo que compartía con Licoys padre. No obstante, Eric Licoys cree que es en España donde debería tener un museo permanente, se sobreentiende que con una parte significativa de sus fondos. Él no ha tenido inconveniente en donar a la Parroquia de la Virgen Grande de Torrelavega un viacrucris completo, catorce óleos en los que Pisano representa las estaciones del martirio de Jesús, y que, por el hecho de que fueron realizados cuando se levantó este templo quizá pintó pensando que algún día colgarían de los muros de la iglesia de su localidad de origen, aunque lo cierto es que casi nadie conocía de su existencia.
El propio Licoys vino a hacer entrega a la parroquia de estas obras desconocidas y explicó la larga relación que vinculaba a su padre con el pintor, fallecido en 1986.
Pisano no cambió su residencia de París con la llegada de la democracia a España, pero sí la aprovechó para visitar Torrelavega casi cada verano, y para participar en sus tertulias.
Licoys, que ahora defiende el legado de Pisano, representa la época más ambiciosa del movimiento empresarial francés, cuando de la mano del entonces presidente de Vivendi, Jean Marie Messier, convirtieron una sociedad de distribución de aguas en el mayor holding europeo de la industria de la comunicación y el entretenimiento y, una vez desgajada la actual Veolia, uno de los mayores del mundo en actividades medioambientales.
No obstante, la carrera de compras se pagó cara y en 2002 se encontró con una crisis muy profunda que obligó a la salida de Messier, tras declarar en ese ejercicio unas pérdidas de nada menos que 23.300 millones de euros. Para evitar la quiebra de la compañía, el grupo francés tuvo que vender muchas de las participadas, un proceso que duró años, pero que consiguió restablecer el equilibrio en el grupo, si bien con un tamaño bastante menor. Aún hoy es un gigante de la industria discográfica y de los videojuegos a través de Universal Music Group y de Activission Blizzard.
Licoys, formado en la banca de negocios, era el responsable del parque de ocio Asterix, cercano a París cuando fue fichado por Messier y acabó por comandar el gigante galo, el segundo grupo de comunicación más importante del mundo en ese momento.

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