Cuando la tesela se asocia con el píxel
Componer una imagen con puntos de color para formar mosaicos es una modalidad artística milenaria que los romanos elevaron a su máxima cota; más tarde la aplicaron los pintores impresionistas y ahora renace como píxeles, puntos de color capaces de convertir cualquier imagen informática en un sólido, brillante y duradero revestimiento para un mural o una piscina.
A pesar de la irrupción de técnicas digitales, la tradición artística de los mosaicos decorativos no se ha interrumpido, aunque por el camino se hayan ido descubriendo nuevas utilidades en el campo de la construcción.
Hisbalit, una empresa cántabra que fabrica mosaico vítreo en pequeñas series resume ambos aspectos. Centrada en el mercado de piscinas y fachadas, pero poco después decidió recorrer también los caminos del diseño y ha logrado abrirse un hueco en el sector de la decoración.
Su medio siglo de historia ha girado en torno a una minúscula pieza de vidrio, la tesela, sobre la que la familia Guzmán no ha dejado de investigar. Hoy, es la empresa más veterana de su sector en Europa y exporta mosaicos a 60 países.
Un material con muchas cualidades
Hisbalit fue fundada en 1964 por Antonio Guzmán y Carlos López, en una época en que arquitectos y promotores comenzaban a interesarse de nuevo por las posibilidades que ofrecía el mosaico para la construcción. La vinculación de ambos fundadores con el sector del vidrio les hizo pensar que las cualidades de este material eran especialmente útiles para revestir fachadas o piscinas. Su nula porosidad, la resistencia a los cambios bruscos de temperatura y su fácil limpieza podían convertirlo en un recubrimiento muy ventajoso.
Llevados por esta convicción, levantaron en Soto de la Marina la primera fábrica europea de mosaico vítreo, con cinco empleados y un capital social de diez millones de pesetas. Desde entonces, las instalaciones han ido evolucionando y ahora están atendidas por 78 empleados.
Un producto ecológico
Hisbalit parte del vidrio reciclado molido para fabricar sus mosaicos, al que se añaden pigmentos naturales para obtener el color. La materia prima procede de cristaleras o de la recuperación de ventanas rotas, ya que debe ser un vidrio incoloro y de buena calidad. No le sirven ni el vidrio procedente de botellas ni las lunas de automóvil, que llevan en medio una película plástica de seguridad que inutilizaría la colada.
El proceso por el que se hornean las teselas de vidrio guarda una clara analogía con la repostería, tal y como lo explica la directora de Marketing, Sara Guzmán: “Yo lo comparo con hacer galletas. El vidrio se muele hasta alcanzar una textura semejante a la del azúcar glass. A este polvo se le da forma con prensas y se mete en una cadena de calor a 800 grados. Una vez que sale del horno, la pieza está formada”. Es, a esas elevadas temperaturas, cuando los pigmentos naturales (óxidos) añadidos a la masa van dándole la tonalidad deseada. Los colores se fijan luego mediante un proceso de enfriamiento que también tiene sus secretos. Tanto el brillo como el acabado mate de las piezas se obtienen en el horneado.
La analogía con la cocina puede extenderse a los hornos eléctricos que se utilizan, los mismos que se instalaron en 1964, porque esa larga experiencia en el manejo asegura el punto exacto de horneado que el repostero busca en sus creaciones.
Un sistema de colocación innovador
Si las teselas de vidrio se siguen fabricando como hace 50 años, en lo que sí ha habido innovación es en la colocación de las piezas en obra. Las teselas tradicionalmente iban adheridas por su cara vista a un papel que se retiraba una vez fijadas con cemento a la superficie a revestir.
El problema de este método era que las piezas no estaban unidas entre sí, con el riesgo de que alguna se desprendiese con el paso del tiempo. Para evitarlo, Hisbalit desarrolló un sistema de enmallado en el que las teselas están unidas por un hilo de termopolímero, formando cuadrados de 33 centímetros de lado. Esto también facilita la colocación como si fuese una loseta cerámica, aunque utilizando un cemento cola, dada la nula absorción del vidrio. De esta forma, no solo se evita que las teselas se caigan sino que el material de que está hecho el enmallado incrementa en un 60% la adherencia a la superficie a revestir.
La flexibilidad que permite esta forma de unir las teselas convierte al mosaico en una solución muy cómoda para el recubrimiento de superficies curvas o con geometrías complicadas, allí donde el uso de material cerámico obligaría a cortar las piezas una a una y a colocar los fragmentos por separado, tal y como se hace con el trencadís, típico de la arquitectura modernista catalana.
La única condición que exige el mosaico vítreo es que la superficie que se va a revestir esté perfectamente lisa, porque el pequeño grosor de la tesela (cuatro milímetros) hace que reproduzca cualquier irregularidad que pueda haber debajo. Al ser tan delgado, este mosaico se puede instalar sobre otro revestimiento previo, sin necesidad de picarlo o desprenderlo. Una ventaja nada desdeñable a la hora de hacer reformas domésticas, porque reduce la duración de las obras y elimina el ruido y el polvo.
Una decoración artesanal
Es en el momento del enmallado en fábrica cuando se hace la composición de colores y se forman dibujos tan imaginativos como se desee. En la página web de Hisbalit un configurador de mezclas permite que el cliente juegue con diferentes opciones hasta dar forma a la composición que busca. Otra opción es la de imprimir imágenes sobre las teselas, una posibilidad que conjuga la vieja tradición del mosaico con las nuevas tecnologías.
El uso del mosaico se ha extendido en instalaciones de hostelería y tiene una demanda creciente en la decoración del hogar. La tendencia a personalizar nuestro entorno más próximo ha redescubierto las aplicaciones estéticas y sensoriales que ya le dieron los romanos para decorar suelos y baños.
Pero donde el uso del mosaico ha encontrado un mayor impulso es con la proliferación de spas. Los balnearios urbanos, con sus piscinas y circuitos de hidroterapia, son el escenario óptimo para el uso de este material. No solo es el más práctico sino que permite una diferenciación estética para añadir singularidad a estos establecimientos. También esa tendencia a la diferenciación ha encontrado demanda entre los particulares y no son pocos quienes piden el escudo de su club de fútbol favorito para el fondo de su piscina o incluso un paisaje para su salón. Un gran mosaico-póster de Marilyn Monroe en el vestíbulo expositor de la empresa demuestra que es posible reproducir cualquier imagen.
Un producto exportable
Como en todas las empresas de material de construcción, el boom de la vivienda supuso para Hisbalit unos años de fuerte crecimiento, pero el pinchazo de esa burbuja no le ha acarreado tantos perjuicios como a otros fabricantes. Por un lado, el mosaico vítreo, algo más caro que la cerámica convencional, no era el tipo de material que las promotoras colocaban masivamente en las viviendas, aunque sí en el revestimiento de piscinas en urbanizaciones. Por otro, la propia orientación de la firma, enfocada más a la fabricación de series pequeñas y personalizadas, le ha permitido sobrellevar mejor la crisis que a las empresas levantinas de mosaico, centradas en grandes producciones.
El mercado exterior también le ha dado oxígeno para sortear la dureza de estos últimos años. Hisbalit abrió esa puerta en 2006 en Méjico y desde entonces ha conseguido colocar sus productos en 60 países. Hispanoamérica, Portugal, Francia o Italia son los más receptivos a sus mosaicos, y crece significativamente la demanda procedente de Rusia.
“El grueso de nuestras ventas se produce ahora mismo en España”, aclara, no obstante, Sara Guzmán. “El pasado año dedicamos un 25% a la exportación, pero nuestro objetivo es llegar a vender fuera el 50% de nuestra producción”. Hisbalit cerró el pasado ejercicio con cerca de cinco millones de euros en ventas.
Mientras se cumple ese objetivo de internacionalización, la empresa cántabra continúa apostando por la innovación y no solo en diseños, colores o texturas. También trata de sacar nuevas utilidades a las propiedades del mosaico vítreo, como la fotoluminiscencia, unos pigmentos fluorescentes que añadidos al vidrio molido durante la fundición transforman el mosaico en un panel idóneo para señalizaciones de emergencia.
Una función práctica que añadida a las de índole estética y a los recubrimientos nos habla de las muchas posibilidades que sigue teniendo un material tan antiguo y noble como el vidrio convertido en mosaico. Nueva vida para un arte con dos milenios de antigüedad.