’La noche ha desaparecido’
P.- ¿Cómo comenzó en el mundo de la noche?
R.- Siempre quise ser empresario, porque mi padre lo era. Con sólo 16 años monté mi primer negocio en Mataporquera, de donde soy. Teníamos una finca pequeñita y yo, que era el ojito derecho de mi madre, le pedí que me dejara hacer algo con ella. Junté a un grupo de compradores con un constructor y se levantaron unos pisos que todavía existen. Después ya me decanté por el mundo de la hostelería y llevo tres décadas vinculado a la restauración. Y, en concreto, al mundo de la noche.
P.- ¿Y sigue teniendo ganas de emprender, tal como están las cosas?
R.- Estoy hipotecado hasta las cejas pero con ilusión de seguir adelante. Si no lo llevas en la sangre, tarde o temprano acabas tirando la toalla. Muchos lo han hecho ya y en las calles ves muchos locales vacíos donde antes no había ninguno. Y es que las ventas en la noche han caído un 50 o 60%, como mínimo, por la falta de consumo.
P.- Por falta de consumo y por el botellón, porque ¿no es cierto que los hábitos de la juventud han cambiado?
R.- A cambiar los hábitos obliga la economía. Y en estos momentos la prioridad es poder pagar los gastos fijos, no alternar. La noche es el último sector, donde menos llega el dinero. Antes le echábamos la culpa al tiempo pero este verano ha sido bueno y las ventas han sido catastróficas.
P.- Siendo así, ¿cómo siguen abriendo cada noche?
R.- La gente, y sé que expreso el sentir de mi profesión, no sabe qué hacer con las instalaciones. Hace tiempo se podían pagar rentas caras pero ya no. Nosotros no somos como una tienda, que puede recoger la ropa y marcharse. Tenemos que seguir porque hemos hecho un gran esfuerzo para acondicionar los locales y hay falta de sensibilidad por parte de los propietarios, que tendrían que adaptar el precio de las rentas a los momentos que corren. Aunque, ¿por qué van a hacerlo si seguimos pagando?
P.- En su caso ¿cuál ha sido el secreto para perdurar en un sector donde los negocios son tan efímeros?
R.- El empresario de la noche debe ser responsable e innovador e invertir continuamente en su negocio para no dejarlo morir. El cliente siempre es el mismo y el objetivo es que se divierta en un lugar con buen ambiente. Algunos no dan importancia a aspectos que parecen menores, como los baños, pero son esos pequeños detalles los que marcan la diferencia. En los baños del Kudeta, por ejemplo, cientos de mujeres se hacen fotos porque tienen unas puertas y unos lavabos espectaculares.
P.- Además de los baños, ¿qué tiene el Kudeta de especial?
R.- Llevo 21 años en ese local aunque ha tenido otros nombres (No, Pachá, Dolce Vita) y otros enfoques. Siempre le hemos puesto mucha ilusión y fuimos los pioneros en traer djs, gogós, drag queens, efectos visuales y de sonido… Como Kudeta abrimos hace dos años y la novedad fue un restaurante que sirve cenas los fines de semana y una decoración estilo zen que trajimos de Bali. Significa ‘El Buda del Mar’ y se lo pusimos porque allí también hay un local maravilloso que está al lado del mar. Celebramos fiestas universitarias, despedidas de solteros y los sábados por la tarde hay sesiones ligh, libres de alcohol y con aforo limitado para menores de edad.
P.- Otro de sus locales, el Loft de Cañadío, también es un clásico de la noche santanderina…
R.- Sí, lleva diez años aunque también ha sufrido pequeños cambios de imagen para estar siempre a la última. Como la noche ha desaparecido, ahora nos hemos propuesto ganar el día y hace un mes que ofrecemos hamburguesas enormes, tamaño XXL, y raciones supergigantes a precios competitivos hasta las 12 de la noche.
P.- ¿Por qué cree que en Santander los bares de copas han acabado ganándole la partida a las discotecas?
R.- Por el precio de las consumiciones. Un local pequeño es tan digno como uno grande, pero si vende las copas muy baratas está entrado en una competencia desleal con compañeros del gremio que tienen instalaciones más grandes, porteros y mucha mano de obra. Hace 20 años, en Santander había al menos una decena de discotecas y hoy sólo quedamos dos y media y sobrevivimos gracias a un esfuerzo importante por cumplir nuestros compromisos de pago con el personal, las instalaciones y los impuestos, que han subido del 8 al 21%.
P.- ¿Cuál es el principal problema al que se enfrentan?
R.- Precisamente que la noche ha desaparecido. Ya no se sale los jueves, se ha perdido el 50% de las ventas de los viernes y un 30% de los sábados, así que sólo nos queda ese día y son muy pocas horas de trabajo. Hace años, la discoteca se abría a las 12 de la noche y a las 12,30 estaba llena. Ahora, aunque abramos a la misma hora, la gente no llega hasta las cuatro y a las seis en punto tenemos que cerrar porque los horarios se tienen que cumplir a rajatabla.
P.- ¿Qué plantea usted para mejorar las cosas?
R.- Lo que pido es tener algo más de margen para trabajar, al menos los sábados y fechas especiales, como la Nochevieja o la Semana Grande. El problema es que la normativa es obsoleta y demasiado rigurosa con el horario. ¿Por qué un panadero tiene libertad para trabajar cuando le dé la gana y un hostelero no? Deben exigirnos que no molestemos a nadie pero, si no molestamos a las seis menos cinco de la mañana, ¿por qué a las seis y cinco sí? Echan a la calle a todos los clientes al mismo tiempo de un local insonorizado y seguro y una hora después ya permiten abrir after hours que, en algunos casos, carecen de lo más elemental.
P.- Después de tantas noches, cuéntenos algún recuerdo imborrable…
R.- Ha habido cantidad de fiestas, inauguraciones, actos de campañas políticas, congresos, presentaciones de coches y de motos, celebraciones como la victoria de España en la Copa Davis. Pero el recuerdo más especial que guardo es el del primer aniversario del Kudeta, porque fueron tres días y trajimos a doce animadores, a un gran violinista que tocaba con U2, actores, sombras chinescas…
P.- ¿Qué hace cuando no está trabajando?
R.- Siempre lo estoy porque cuando un local abre la puerta la labor ya está hecha. Es un trabajo de oficina y debes estar pendiente de todo, desde la puerta hasta la cabina del Dj. Ojalá los políticos entendieran la problemática que tenemos los empresarios del mundo de la noche.