Diseñando la EDAR del siglo XXI

Cantabria se incorporó tarde a la depuración de los vertidos de aguas residuales, pero cuando lo hizo, prácticamente en esta última década y gracias a las ayudas de los fondos de cohesión europeos, fue con programas que abarcaban cuencas fluviales completas, lo que, si bien ha reducido el número de plantas de tratamiento necesarias, ha obligado a recurrir a macroinstalaciones, con mucha obra civil y grandes necesidades de suelo. Su tamaño estaba justificado por la gran cantidad de núcleos de población que debían atender: casi todo el arco de la Bahía en el caso de la EDAR de San Román, la cuenca del Besaya en la de Vuelta Ostrera y la zona oriental para la de San Pantaleón. Pero también la tecnología al uso imponía esas dimensiones, con el consiguiente impacto visual, que ha convertido estas instalaciones en polémicas y de difícil ubicación.
La renovación de cualquiera de las depuradoras construidas deberá esperar al menos un cuarto de siglo, que es el tiempo estimado de vida útil, pero la investigación abierta en este campo puede conseguir que sus sucesoras sean mucho más pequeñas y, lo que es aún más interesante, con una calidad de depuración mucho mayor, lo que convertirá el agua resultante en utilizable para usos agrícolas o industriales.
En este diseño de plantas de aguas residuales trabaja desde hace tiempo un grupo de investigación de Ingeniería Ambiental de la Universidad de Cantabria liderado por Iñaki Tejero que busca en los reactores biológicos basados en biopelículas, una alternativa de futuro frente al método tradicional de fangos activos.

Plantas más pequeñas

En los reactores de fangos activos, que es el proceso más usado, las bacterias que se alimentan del agua residual se encuentran en suspensión en grandes decantadores. Esta técnica se ha venido utilizando desde hace casi un siglo, pero a finales de los noventa se produjo el despegue de los biofiltros, biopelículas que, además de depurar, son capaces de filtrar el agua, lo que hace innecesario la construcción de decantadores. Con esta técnica, las bacterias, en vez de ser cultivadas en suspensión, se fijan a distintos soportes, formando una película, y los depósitos de decantación se sustituyen por membranas, lo que permite reducir el tamaño de las plantas depuradoras a la mitad. Además, la utilización de las membranas de filtración mejora sustancialmente la calidad del agua tratada, algo que resulta muy útil, ya que permite reutilizarla en otros procesos.
Las ventajas que ofrece esta tecnología se ven frenadas por el alto precio que todavía tienen las membranas. La tela de polímeros con finísimos poros, que se necesita encarece notablemente su fabricación, en la que destacan países como Canadá o Alemania.
El grupo de investigación en Ingeniería Ambiental de la UC cuenta con dos plantas piloto en la depuradora de San Román que trabajan a partir del uso de biopelículas y membranas. Allí analizan procesos híbridos, en los que utilizan simultáneamente biomasas de bacterias en suspensión y biopelícula, para comprobar como interactúan ambos procedimientos, y aplican membranas, pero en lugar de hacerlo para la filtración lo hacen para aportar oxígeno al proceso de depuración que se desarrolla en estos reactores biológicos. De este modo se consigue un importante ahorro en la energía que consume la planta.
El grupo de investigación cántabro ha desarrollado ya más de diez patentes en materias que van desde el tratamiento de aguas residuales industriales a la utilización de microorganismos para la restauración de suelos contaminados o los tratamientos biológicos de vertederos. En este último campo, han diseñado un software de simulación compleja de vertederos de residuos urbanos (producción de lixiviados, de biogás, etc) a partir de las investigaciones que han realizado en el de Meruelo y que se aplica ya en muchos vertederos de España y en alguno de Brasil, aunque, curiosamente, no en Cantabria.
Todos sus trabajos han estado guiados por el objetivo de conseguir una aplicación práctica. Su director, Iñaki Tejero, es rotundo al respecto: “De nada nos sirve nuestro conocimiento como ingenieros si no somos capaces de resolver problemas o mejorar sistemas”.
La labor del grupo en el campo del tratamiento de aguas residuales ha sido premiada en un congreso sobre membranas celebrado en Aachen (Alemania), por un trabajo realizado por una de sus investigadoras, Leticia Rodríguez. Una aportación que se enmarca en un proyecto europeo (Novedar) en el que colaboran grupos de investigación españoles y holandeses, que persigue el desarrollo de lo que será la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales del Siglo XXI. Todavía está por ultimar, pero lo que ya es seguro es que será más compacta, tendrá menores costes energéticos y permitirá un mejor aprovechamiento de las aguas depuradas. Algo que resultará muy útil en un mundo donde el agua tiende a ser un bien cada vez más escaso.

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