Cabárceno se reivindica como un gran motor turístico de la región al cumplir 30 años

Cantur estudia la apertura de un nuevo centro de turismo de aventura en la zona oriental

La empresa pública Cantur recibe cada año un millón cien mil personas en sus instalaciones. Más de la mitad pasan por Cabárceno, el parque que el PRC combatió con dureza durante su construcción y que ha acabado por glorificar, a la vista de su capacidad de atraer turismo nacional. Este año, la pandemia va causar un serio quebranto en las cuentas de la empresa pública, pero Bernardo Colsa, su director, cree que aún se pueden alcanzar los 20 millones de facturación de los 26 previstos, a pesar de los 72 días de cierre y las decenas de miles de entradas que se han regalado a los hosteleros para incentivar a sus clientes. Entre tanto, se estudian proyectos que puedan dinamizar otras comarcas. Colsa apunta hacia la zona oriental y al turismo de aventura, probablemente aprovechando sus maravillas geológicas subterráneas.


La empresa pública Cantur es anterior a la autonomía y se creó para promocionar el turismo en comarcas del interior que tenían economías muy deprimidas y estaban siendo abandonadas. ¿Se puede estar satisfecho de lo conseguido?

Bernardo Colsa. –Pensemos en lo que era Liébana hace 50 años y qué pasó cuando se instaló el teleférico de Fuente De. Estaba orientada a la ganadería y a la agricultura en un 100%. Se construye el teleférico y comienza a activarse como un recurso turístico. Cincuenta años después, ¿alguien duda de que el teleférico ha cambiado Liébana por completo? Han influido otros factores, por supuesto, pero algo tendrá que ver una instalación que es utilizada por 250.000 personas en que cada año se aproximen a Liébana más un millón.

En Campoo volvemos a hablar de lo mismo. Todos los estudios indican que por cada euro que se gasta un esquiador en la estación invernal se inducen ocho en la comarca. No es una estación que dé beneficios –si lo fuera, no sería pública después de todos estos años, no tengo ninguna duda– pero sí es importante para dinamizar la comarca. Y es la segunda empresa que más empleo genera en Campoo después de Sidenor.

-Cabría pensar, entonces, en afrontar nuevas iniciativas en otras comarcas rurales. ¿Hay algún proyecto?

–Ha habido muchos proyectos en las dos últimas décadas, pero ninguno ha llegado a cristalizar. Más bien, se ha tratado de redimensionar las instalaciones existentes: El Parque de Cabárceno, Alto Campoo, o el teleférico de Fuente De. Se han sugerido algunas ideas, como el teleférico del Pas y alguna cuestión más en zonas más orientales, pero ninguna ha llegado a cristalizar. Hacen falta muchos más estudios de mercado para hacer algo y bastante imaginación para no repetir cosas que ya existen en otros lugares de Cantabria. Nosotros estamos trabajando en algunos proyectos en los valles pasiegos y en las zonas más orientales relacionados con el turismo ocio y el turismo aventura. Confiemos en que nos dé tiempo a avanzar en ello.

Las dos últimas ideas con éxito que se han puesto en marcha nunca se hubiesen considerado un atractivo natural de Cantabria. El Soplao era completamente desconocido salvo para los mineros que trabajaban allí, y Cabárceno era un entorno degradado producto de otra actuación minera. ¿La  imaginación puede sacar aún mucho partido de la región?

–El Parque de Cabárceno era una mina a cielo abierto y es un ejemplo en Europa de recuperación de un terreno degradado, con independencia del costo y de la polémica que hubo en su momento. Cuántos terrenos degradados tenemos en Cantabria o España que están así y que no han tenido un proyecto más allá que plantar árboles.

-Hay otro entorno minero sin aprovechar, la enorme reserva de suelo que dejó AZSA al cerrar la mina. ¿Es posible darle una utilidad turística, teniendo en cuenta que se encuentra en un lugar privilegiado, en el centro de la región, junto a Torrelavega y Santillana del Mar, y al borde de dos autovías?

–Hemos estado hablando con el Ayuntamiento de Torrelavega para hacer alguna propuesta que ellos han valorado. Lo que hemos vivido durante esta primavera lo ha parado todo, pero hay que sentarse con los ayuntamientos de la zona para buscar algún activo turístico importante en el centro de Cantabria.

Y, ¿a la vista de cómo se reparten las instalaciones de Cantur, no hay una cierta deuda con la zona oriental de la región, donde no hay ninguna?

–Lo que pasa es que es una zona muy complicada desde el punto de vista geográfico, pero ofrece muchísimas posibilidades como territorio de deporte aventura, muchísimas como turismo naturaleza y entiendo que tienen que ir por ahí las actuaciones a realizar. Pero han de ser innovadoras, no la típica senda por un bosque, que está muy bien pero hay que ir un poco más allá.

-El presidente Revilla ha roto un tabú del PRC y ha dicho que está orgulloso de Cabárceno. ¿Usted también está orgulloso del resultado que ha dado?

–Cuando se construyó Cabárceno, yo estaba en la Facultad de Económicas, en la Universidad de Cantabria, España había entrado en la unión europea y Cantabria era objetivo 2B. En aquella época, el debate era que se destinaran tantos recursos a algo que no se sabía muy bien a dónde iba y no tuviéramos carreteras o no se hubiera invertido ni un euro en la zona del Besaya ni en la de Campoo. Ahora, a toro pasado es muy sencillo verlo. Cuando tienes una instalación a la que van 620.000 personas al año, evidentemente es para coronar a la persona que lo hizo, pero creo que hay que contextualizarlo en aquella época.

Hace treinta años, Cantabria estaba como estaba, con una sensación de desgobierno absoluta, llevábamos seis años de desgobierno absoluto y en constante crisis.

Tampoco era muy normal que toda esa inversión se hiciese en unos terrenos que el Gobierno de Cantabria no compró hasta década y media después.

–Pues sí. Hasta hace catorce años en que se han pagado los terrenos a la compañía Agruminsa, ni siquiera eran propios.

Revilla, con ocasión del 30 aniversario de Cabárceno, manifestó su ‘orgullo’ por el Parque que tanto combatió en su polémico origen. El PRC ha optado por reencajar así su mensaje, después de tres décadas. Más de la mitad de este tiempo ha estado al frente de su gestión. FOTO: DAVID S. BUSTAMANTE

-Cabárceno es un éxito de cara al turismo nacional, pero apenas tiene visitantes extranjeros. ¿Empieza a ser conocido a nivel internacional?

–Sí. En Cantabria el 80% de su turismo es español. Donde no hemos crecido lo suficiente es en el turismo internacional y ese es uno de los retos que tenemos por delante. No solo nosotros, lo tuvieron los anteriores dirigentes de Cantur y lo tendrán los que vengan después. Contamos con un turismo de segunda residencia muy importante, lo que significa turismo familiar y el paradigma de ese turismo familiar son instalaciones como Cabárceno. Sin embargo, las estadísticas indican que solo entre el 5 y el 10% de los visitantes que tiene el Parque son de fuera de España y es un porcentaje pequeño.

Queda muchísimo camino por recorrer desde el punto de vista de la internacionalización del producto y es un reto que tenemos por delante. Cabárceno está muy consolidado en Cantabria y en España, lo hemos podido ver durante la pandemia en los reportajes que han salido –que nunca ha habido tantos–. Además, hemos hecho algo que ha tenido un éxito extraordinario, los Directos de Cabárceno, que nos han promocionado mucho más todavía.

-Se puede promocionar en el exterior entrando, por ejemplo, en un circuito de parques naturales?

–Estamos inscritos desde hace dos décadas en una asociación de acuarios de Europa, pertenecemos a su junta directiva y, está mal que lo diga, somos la envidia de muchas instalaciones en el resto de Europa precisamente por las 750 hectáreas que tenemos para los animales. Cada vez es más conocido y cada vez nos llegan más peticiones de cuidadores de animales de otros zoos de Europa que quieren venir a Cabárceno a trabajar, a colaborar o a hacer intercambio.

Entonces, ¿qué atrae al visitante extranjero?

–En Cantabria el veraneante tiene el referente del arte prehistórico, porque Altamira es uno de los iconos mundiales. Tú compras cualquier libro de texto en Mongolia, China, Japón… y te aparece una fotografía del Taj Mahal, la estatua de la libertad, la torre Eiffel, el Big Ben, las pirámides y el bisonte de Altamira. Ese es un patrimonio que, aunque nosotros no hemos explotado suficientemente, tiene muchísimo prestigio internacional.

El porcentaje de visitantes extranjeros relacionados con el arte prehistórico es bastante importante en Cantabria. Sin embargo, cuando se quedan algunos días más, apuestan por la montaña, los Picos, la naturaleza y el patrimonio histórico. No acaban de apostar por Cabárceno.

-Cantur siempre ha sido una empresa muy difícil de gestionar y los directores sueles acabar frustrados. ¿Por qué?

–Es complicada porque es una empresa de cerca de 400 trabajadores en temporada baja y 500 en temporada alta, con instalaciones muy dispares entre sí. Liébana no tiene nada que ver con la zona centro de Cantabria y la gestión que se ha llevado en Liébana también lo refleja. Lo mismo que Alto Campoo. Y gestionar a la vez cosas tan distintas como una estación de esquí, un teleférico, un parque como el de Cabárceno y los campos de golf es complejo, porque son muy diferentes.

A eso se le suma el que desde 2012 hay dos tipos de personal, al fusionarse la Sociedad General de Turismo con Cantur y que la promoción turística de Cantabria y la gestión de activos turísticos pueden chocar entre sí.

Y, luego, desde 2018, a la empresa le afecta de lleno la ley de contratos del sector público. No somos administración pública pero trabajamos como una administración publica más, lo que ralentiza enormemente el día a día de una empresa.

Por el parque pasan al año 650.000 visitantes. Este año, enero y febrero auguraban un nuevo récord, pero los 72 días de cierre lo van a impedir.

¿Y tiene solución?

–Tenemos lo bueno y lo malo de las empresas públicas, pero sí es cierto que es necesario dar agilidad a la empresa desde el punto de vista burocrático para poder afrontar los retos de inmediatez que exige el mercado del ocio. Cuando estás disfrutando de tus vacaciones, no hay nada peor que alguien te las fastidie. Si tus vacaciones te dan problemas estás enfadado y hablas mal de ese producto. Eso no nos lo podemos permitir. Por eso, más necesario que invertir en una nueva atracción es invertir en el software para gestionar las colas que permita mucha más agilidad a la hora de entrar en las instalaciones.

A mí me consta que ha habido esfuerzos de directores anteriores que lo han intentado y que se han quedado a mitad de camino. No es ni mucho menos una crítica, porque conociendo ahora la dirección te das cuenta de por qué muchas cosas no se han podido realizar.

-Las entradas regaladas a los hosteleros para que se las entreguen a sus clientes ¿van a vaciar la caja de Cantur este año?

–Hemos estado cerrados 72 días y además en un año que iba extraordinario, porque tanto enero como febrero habíamos batido los records históricos de visitantes. En esos 72 días hemos dejado de ingresar 5.100.000 euros respecto a lo presupuestado, que suponen el 22% de todos los ingresos del año; hemos perdido el puente de marzo que era extraordinario este año, la Semana Santa y los puentes de mayo, que siempre suelen ser bastante favorables para la empresa.

Cuando el Gobierno decidió esta campaña estaba apelando al concepto de empresa pública. Estimular el consumo puede que no repercuta en tu ganancia pero repercute en la generación de rentas para el resto de la sociedad. A día de hoy, en el Parque de Cabárceno solamente han entrado alrededor de 40.000 personas con entradas gratuitas. Cuarenta mil personas que se han tenido que gastar al menos dieciocho euros en algún restaurante de Cantabria para poder acceder al parque. Es mucho dinero y, según lo que nos comentan los propios hosteleros, parece que sí ha funcionado.

Pero, para el personal de Cantur puede ser desanimante ver que tiene mucho movimiento pero pocos ingresos…

–Sí, pero no podemos permitirnos perder la perspectiva de que somos una empresa pública. Claro que hay que hacer caja y que eso está resintiendo las cuentas, pero prima mucho más el interés de activar a la ciudadanía en el consumo. En cualquier caso, en el mes de junio el 90% de los visitantes a las instalaciones de Cantur son grupos escolares o de jubilados y los gastos son los mismos, entren los que entren.

Usted ha tenido que batallar para adelantar dos horas la apertura del teleférico los fines de semana, algo que pedían algunos montañeros. ¿Ha dado resultado?

–Un dato: el primer día que abrimos la frontera con Euskadi era un viernes. El sábado abríamos el teleférico a las ocho de la mañana y en media hora entraron 60 personas, de los cuales 40 eran de Euskadi. Pagando todos. Eso te demuestra muchas cosas.

La campaña de los hosteleros va a continuar?

–La campaña de bares y restaurantes ya ha concluido. Ahora se ha abierto la segunda parte de la promoción, que es para el que pernocta en Cantabria, que va a tener entradas gratuitas. Eso va a durar hasta el 20 de julio aproximadamente. Tenemos alguna otra medida más, como dar entradas gratuitas a menores de doce años a modo de premio para todos los chavales que han estado confinados y, en el último trimestre del año, que los mayores de 65 años que vengan con acompañante tengan la mitad de la entrada gratuita.

En cualquier caso, estamos teniendo buenas cifras de ocupación de gente de pago. Algunos pensaban que el 90% iba a entrar gratis y no es ese porcentaje ni mucho menos.

‘Creo que este año la temporada de verano se va a prolongar más allá del 15 de septiembre’

¿El teleférico de Cabárceno tiene el tirón que supuso el Gobierno de Ignacio Diego que lo adjudicó o solo ha servido para encarecer las entradas al Parque?

–Entiendo que es una manera de ver el parque atractiva, pero no añade más visitantes. Está bien como un servicio añadido, pero tiene unos condicionantes, las cláusulas leoninas del contrato, que ponen en cierto peligro la estabilidad y que en poco tiempo han obligado a subir la entrada de 25 euros a 32.

Aun siendo una tarifa relativamente barata para lo que se estila en otros lugares de España o de Europa, 7 euros no es una subida normal en tan poco espacio de tiempo.

Años antes se pensó hacer un teleférico desde el parque hasta Peñacabarga. ¿Se ha desestimado definitivamente ese proyecto?

–Yo estaba en Cantur cuando se hizo ese proyecto y fui unos de sus firmes defensores. Había un proyecto de teleférico y luego de tren que conectaba con Peñacabarga, que creo que era una idea extraordinaria, pero llegó un nuevo gobierno, la desechó para hacer esta otra, y ahora te planteas la duda de si es compatible con la obra que ya está realizada.

Poner ahora mismo un teleférico de las mismas características que tiene el de Cabárceno hoy por hoy no lo veo.

¿No es posible encontrar una utilidad para el Monumento al Indiano?

–En los 70 y 80 el negocio de hostelería que había allí arriba pitaba bastante. Era un sitio de referencia. Había una cultura de subir a Peñacabarga y no solamente en la gente de Astillero, de Solares o de Trasmiera sino también en la población de Santander. Es una montaña identitaria de la ciudad y sin embargo se ha perdido la referencia del santanderino hacia la subida de esa montaña. Solo la tiene como referencia visual. Si no hay cultura de subir es imposible que algo pite allí, a no ser que pongas un servicio hostelero que lo empuje. Ese es el gran reto que tenemos. Es necesario dar un impulso desde múltiples puntos de vista: medioambiental; de deporte; de mirador, simplemente, y también por supuesto educativo.

Alto Campoo sigue siendo una estación invernal en la que es muy difícil hacer previsiones. De acuerdo con lo que nieve, un año puede equilibrar las cuentas y otro que sea muy deficitario. Y los cañones de nieve no han servido para evitarlo.

-Los estudios de rentabilidad de una montaña siempre te hablan de que necesitas un índice de nieve acumulada al año que supere los 3 metros y tener la estación abierta al menos cien días. En los últimos diez años, la media de nieve ha sido de 2,12 (en algunos años solo de 1,20) y en rara ocasión hemos superado los 100.000 visitantes, salvo dos años esporádicos.

Para que funcionen los cañones de nieve solo se tiene que dar una condición, que haga frío, pero lamentablemente estamos teniendo unos inviernos muy cálidos y no hace el frío suficiente para generar nieve.

Con esos condicionantes, ¿qué se puede hacer?

–Es una montaña muy diferente a otras, precisamente por su cercanía al mar y por su baja altitud. Nunca va a ser Formigal ni Panticosa, porque no tienes altura, ni tampoco puede pretenderlo, aunque muchas veces se ha intentado en Cantur. Eres lo que eres y tienes lo que tienes.

Es una estación a veinte minutos de una vía de gran capacidad, la autovía A-67, y no tienes que serpentear por una cordillera para llegar a ella, como a otras. Además, es muy proclive a la práctica de esquí familiar y grupos de amigos porque está muy recogida, y es perfecta para debutantes, porque tiene una base buena y larga. Si tenemos eso, potenciémoslo, porque hay cantidad de gente con algún problema de movilidad y en esta estación lo tiene muy bien para poder practicar.

También hay gran cantidad de jóvenes que podrían ir y no lo hacen, entre ellos los escolares de Cantabria. Hay que plantearse por qué no van y tenemos que buscar más rentabilidad entre semana y en los productos que generan valor añadido: hostelería, comercios, escuelas de esquí… Es ahí donde puedes diferenciarte con tu producto.

El teleférico, adjudicado a una empresa mexicana, encareció la entrada al parque en 7 euros, algo que Colsa considera una subida excesiva, aunque Cabárceno sigue siendo de los parques más baratos para el público.

Pero había proyectos para extender la temporada hacia el verano, con barranquismo, tirolinas…

–Yo creo que hay un recurso fundamental en Campoo que está infrautilizado, el pantano del Ebro. Hay empresas de turismo activo en la comarca que tienen un mérito extraordinario y que están generando cantidad de recursos laborales y económicos en la zona través de actividades acuáticas relacionadas con el pantano del Ebro. Yo creo que ahí sí podríamos actuar y podríamos ligarlo a la estación de Alto Campoo con un producto multiaventura y multicultural.

En Campoo lo tienes todo, el Pantano, los Cañones del Ebro, el monte Hijedo… Es una comarca para sacar muchísimas pruebas deportivas.

Igual hay que dar un empuje desde lo público para generar un recurso nuevo, el pantano del Ebro. Que se conozca más y que la gente vaya a él. Ahí es donde tenemos que estrujarnos la cabeza.

Los establecimientos de Cantur son visitados cada año por un millón cien mil personas. ¿Queda mucho margen para crecer?

–Hay dos instalaciones que son el tractor de la empresa, el teleférico y Cabárceno. El teleférico tiene sus límites: solo puedes subir 20 personas (ahora, con las limitaciones del Covid, 15) y tienes un límite horario. Ahí puedes crecer poco. Puedes crecer fuera de temporada, pero en temporada ya es imposible. El Parque de Cabárceno más de 600.000 personas al año, que es una cifra muy importante, concentra la mayoría de las visitas en la temporada alta, y digo lo mismo que con Alto Campoo: si tienes un gasto fijo por abrir, haya un visitante o veinte, habría que trabajar más en esas campañas de temporada baja.

En temporada alta está cerca de la saturación diaria?

–Sí, y hay que tener cuidado porque no puedes matar de éxito el parque.

Y, en general, hay que cambiar muchas dinámicas para que todos los establecimientos funcionen de una forma más fluida y mostrar más y mejor lo que tenemos, ¡aunque sin convertir el parque de Picos en el Paseo de Pereda!

Si se abriesen más accesos sería posible ampliar su capacidad de acoger visitantes?

–Podría ser, pero creo que es mucho más sencillo. Simplemente hay que gestionar bien las colas, meter software. Nosotros tenemos capacidad para absorber 500 coches cada hora, que es una cifra muy importante. Estos días, con las normas sanitarias, ha sido imposible mantener esa ratio porque hay que parar a la gente, hay que comprobar el ticket, hay que darles una serie de instrucciones… Se tarda mucho más de un minuto en la gestión del cliente y la gente está tardando en entrar.

Por lo general es mucho más fluido, y se podría hacer todo mucho más sencillo con control de matrículas y con cámaras, productos que están en el mercado desde hace mucho tiempo y que hay que tomar la decisión de aplicarlos o no aplicarlos.

Yo estoy convencido de que se puede avanzar mucho más en la gestión de las colas, y evitar hacer una obra.

¿Hay posibilidad de equilibrar las cuentas de Cantur?

–Las cuentas estaban equilibradas cuando llegué. La anterior gestión había hecho buenos números y la idea es, efectivamente, seguir manteniendo el control económico.

Me refiero a equilibrar las cuentas sin apoyo público.

–Nosotros somos la única empresa del sector publico institucional de Cantabria en la que los gastos de personal no se nutren de subvenciones públicas. Se financian con la venta de los servicios que tiene Cantur. En Sodercan o en Mare, el capítulo de personal viene a través de subvención del Gobierno de Cantabria, en nuestro caso no, salvo en la parte de promoción, la que tiene que ver con la Sociedad General de Turismo, que se crea la para promoción de Cantabria como destino turístico y fue integrada hace unos años en Cantur.

En cualquier caso, este año va a ser difícil mantener el nivel de ingresos. ¿Cuál es la previsión?

–La cuestión es que durante el cierre hemos perdido cerca del 22% de los ingresos del año. Va a ser muy difícil que lo recuperemos, aunque superásemos el verano del año pasado, con la sensación de caos que tenemos en todo el país.

Por tanto, las cuentas van a quedar tocadas. Las cifras de ingresos rondaban los 26 millones de euros y si nos quedamos en 20 me doy con un canto en los dientes, pero para eso hay que remar.

Tengo la sensación de que  todo el proceso vacacional español se va a retrasar porque se acaban de abrir de fronteras y porque quien ha vuelto a trabajar, ya sea empleado público o privado, tiene tanto pendiente que no cogerá las vacaciones nada más llegar y disfrutará de ellas más adelante. Por tanto, el verano se puede prolongar mucho más allá del 15 de septiembre y creo que eso nos puede dar opciones importantes.

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