El cloro se salva pero no evitará los dos años de inactividad
La CUF portuguesa recuperará el mercado con facilidad gracias a los buenos costes de la fábrica de Barreda
Parte del complejo fabril que tiene Solvay en Barreda acaba de cambiar de manos. La compañía belga no estaba dispuesta a invertir los 30 millones de euros necesarios para que una de sus fabricaciones, la de cloro-álcali, se ajustase a los tratados internacionales, que desde agosto prohíben la utilización del mercurio en la disociación de la salmuera, y hace tiempo que se planteaba la venta o el cierre. Solvay encontró finalmente un comprador, la química portuguesa CUF, pero demasiado tarde y eso había generado una gran incertidumbre, porque ya no será posible mantener la producción en las actuales instalaciones mientras se ponen en marcha las nuevas, y habrá al menos dos años de ausencia de actividad.
La venta de la fabricación de cloro de Solvay a la compañía portuguesa CUF, que invertirá cerca de 50 millones de euros en la planta, es, con la reapertura de la viscosa en Sniace y el anuncio de Coated Solutions de que ampliará sus instalaciones del puerto con 200 empleos más, una de las noticias que ansiaba el Gobierno cántabro para concluir el año. Quizá 2017 no haya sido el de la definitiva recuperación pero sí permite aventurar la vuelta de tiempos mejores.
Una de las incertidumbres que se ha despejado es la continuidad de la electrolisis en Solvay. Pero ¿por qué se planteaban las dudas sobre un negocio que otros ansían? He aquí algunas razones que permiten entender lo que ha ocurrido en estos últimos meses.
La producción de cloro sigue siendo rentable en Cantabria.– Que Solvay no tuviese ningún interés en acometer la fuerte inversión que exige la Unión Europea para seguir fabricando cloro y sosa cáustica no quiere decir que sea un mal negocio, y la prueba es que ha encontrado un comprador que sí está dispuesto a afrontar ese gasto o que su rival en este terreno, Ercros, tuviese el pasado año un beneficio de 45 millones de euros. Es cierto que la unidad de cloro del complejo fabril de Barrera es relativamente pequeña y que, al basarse en un procedimiento electrolítico (la disociación de los dos componentes de la sal) la electricidad representa casi la mitad de sus costes, algo que nunca es una buena noticia en España, donde la electricidad es cara. Pero, a cambio, dispone de un suministro muy abundante y barato de salmuera que llega directamente a la planta por tubería desde los sondeos de Polanco. Una sal de muy buena calidad que no requiere los habituales procedimientos previos para separar otros componentes, especialmente el magnesio o la cal, que tienden a acumularse en los electrodos y entorpecen el proceso de disociación.
En realidad, la planta de cloro fabrica simultáneamente hidróxido sódico (sosa cáustica), puesto que al pasar la electricidad por la disolución salina se obtienen los dos productos, uno en cada electrodo. El primero es un desinfectante biodegradable y se utiliza principalmente en procesos de depuración, y el segundo se vende para todo tipo de detergentes y para bastantes procesos industriales, con una demanda cada vez más sólida. Como ocurre con todos los productos de la química básica, el mercado es bastante cíclico, pero estamos en un buen momento, porque hay una cierta escasez.
¿Por qué abandona, entonces, Solvay esta actividad? El grupo belga utilizaba el cloro para otras fabricaciones, de forma que tenía colocada la mayor parte de la producción en autoconsumo, como ocurre en la mayoría de las plantas donde se produce, que tienen procesos integrados. Al dejar de fabricar plásticos, esa necesidad se resintió mucho y la estrategia de Solvay de centrarse únicamente en el carbonato de sosa hace que cada vez necesite menos el cloro.
Aunque tiene forma de gas, el cloro se comprime para licuarlo y transportarlo hasta otros clientes a un precio competitivo. Incluso así, no suele ser rentable desplazarlo a grandes distancias y los productores buscan mercados locales, por lo que CUF parece interesada en la zona de influencia de la fábrica de Barreda, que no tendría sentido abastecer desde sus factorías de Portugal ni desde la que posee en Galicia.
¿Puede recuperar CUF los mercados de Solvay si la planta está parada dos años? Como ocurre con todas las commodities (productos en los que poco importa quién sea el fabricante) lo decisivo es el precio. Si CUF puede fabricar más barato (y las circunstancias permiten suponer que así será) recuperará con facilidad esos mercados. No obstante, los fabricantes de cloro que quedan en España se disputan la clientela a cara de perro. Fueron ellos los que encabezaron las denuncias públicas para impedir que la planta de Barreda pudiera seguir produciendo cloro, con la esperanza de quedarse con su cuota de mercado.
¿Por qué es necesario rehacer el proceso de fabricación? La producción electrolítica de cloro ha requerido tradicionalmente una células de mercurio de las que, en teoría, no debe escaparse este metal pesado tan contaminante, porque se trata de un circuito cerrado. Sin embargo, la garantía no es absoluta. Por eso, la Unión Europea exige que, a partir del 11 de diciembre de este año, los fabricantes utilicen la tecnología más eficiente y con menos impacto que ofrezca el mercado y hace tiempo que existen métodos con menos impacto, como las células de membrana y las de diafragma, aunque todos tienen ventajas y desventajas. La UE dio un periodo a los productores para adaptarse, consciente de que la inversión era muy importante (prácticamente hay que hacer una fábrica nueva). Pero ese periodo y la prórroga ya se agotaron, sin que Solvay tomase una decisión al respecto, quizá porque hasta 2016 no encontró un comprador fiable para estas instalaciones.
¿Qué ha tenido que ver el Gobierno de Cantabria en este proceso? A pesar del protagonismo que se le ha querido dar en el Parlamento, y de que era quien debía conceder o no la prórroga para mantener la fabricación, el Gobierno cántabro estaba atado de pies y manos. En un principio trató de justificar legalmente una prórroga, pero una comunicación del Ministerio de Medio Ambiente le dejó muy claro que no se daban las condiciones para hacerlo y que no podría ser magnánimo en la interpretación de la norma. Lo que ha procurado es tramitar lo más rápidamente posible la licencia para que CUF se haga cargo de la planta y darle a la compañía portuguesa tantas facilidades como están en su mano para su asentamiento en Cantabria.
¿Qué ventajas tendrá para Solvay tener dentro de su instalación fabril a CUF? La compañía belga siempre se ha mostrado dispuesta a alojar dentro de sus recintos a otros fabricantes o socios y, de hecho, ya hace tiempo que busca un ocupante para el suelo de la antigua Hispavic, al otro lado de la carretera a Suances. Su intención es convertirse en un parque empresarial, al modo de los centros comerciales, donde hay un propietario-gestor y unos establecimientos que pagan por estar ahí y por los servicios que reciben. La nueva filial de CUF, que se llamará Altamira Electroquímica del Cantábrico, pagará por el suelo que ocupe, pero también por el suministro de salmuera de Solvay y por otra serie de servicios, desde los laboratorios a la seguridad, que le permitirán gestionar esa fabricación con apenas 30 personas. Solvay, a su vez, obtiene unos ingresos por servicios y rebaja sus propios costes industriales, al compartir parte de ellos.
¿Qué va a pasar con los trabajadores? CUF quiere tener sus propios operarios, algo que hubiese exigido cualquier otro comprador, en parte porque los trabajadores de Solvay tienen salarios más altos que la media del sector y eso reduce el margen para poder competir. Solvay va a integrar a los 40 operarios de la electrolisis en las fabricaciones que conserva pero eso penaliza sus propios resultados y rápidamente ha planteado un ERE de su plantilla con 52 bajas. La fábrica de Torrelavega ha sido siempre generosa con estas salidas voluntarias y prejubilaciones y muchos de los afectados anteriores entendieron que la indemnización ofrecida era más interesante que continuar trabajando.
Qué garantías ofrece CUF.– La empresa compradora es la mayor compañía química de Portugal, con plantas en aquel país, España (Pontevedra), Bélgica y Reino Unido. Su volumen de negocio es de 1.500 millones de euros y al adquirir la planta de Barreda demuestra poder afrontar los dos años que estará sin actividad o, lo que es lo mismo, sin ingresos. CUF cuenta con un crédito del Banco Europeo de Inversiones para afrontar esta inversión y la renovación de los equipos.
La multinacional portuguesa también tiene intereses en otros sectores, y entre sus proyectos destaca el desarrollo de productos innovadores basados en polvos cerámicos.