El Edificio de Tabacalera se transforma en centro cívico

Santander saca partido de una parte del inmueble estatal, que lleva dos décadas desocupado

Después de muchos años sin uso, parte del edificio de Tabacalera en la calle Antonio López volverá a tener vida. El Ayuntamiento de Santander consiguió que Patrimonio del Estado, propietario del inmueble, le cediese 3.000 metros cuadrados y está acondicionando las instalaciones para convertirlas en un centro cívico cultural que dinamizará la zona, una obra que ha costado cinco millones de euros y concluirá a finales de año. El nuevo centro acoge un espectacular jardín vertical de 558 metros cuadrados, el más grande de Europa en interiores.


Más de 20.000 santanderinos podrán disfrutar del nuevo centro cívico Castilla-Hermida antes de que acabe el año. Después de más de dos décadas en las que el edificio ha permanecido sin uso, el Ayuntamiento de Santander consiguió que Patrimonio del Estado, propietario de los inmuebles de la antigua Tabacalera, le cediese parte de las naves de los Depósitos de Elaborados, que se está acondicionando para acoger espectáculos, eventos y programas socioculturales de todo tipo. Una oferta que dinamizará uno de los barrios más densos y concurridos de la ciudad.

Las obras, que han supuesto una inversión que ronda los cinco millones de euros, comenzaron en abril del año pasado con la intención de tener las instalaciones operativas este verano. Sin embargo, han sido varios los contratiempos que lo han impedido, especialmente la crisis sanitaria, que alteró el ritmo habitual de los trabajos y ralentizó la recepción de suministros.

Además, algunas actuaciones han requerido más dedicación de la que se presumía, como  las dirigidas a solucionar los problemas de estabilidad de la fachada o los refuerzos estructurales.

Para dar por concluidas las obras, la UTE adjudicataria, compuesta por Senor Construcción y Teginser, todavía tienen que sustituir las lamas de la fachada, ultimar algunos acabados y completar una grada retráctil instalada en la planta baja, que permitirá aumentar el aforo en los actos con más afluencia de público.

El centro cívico ocupa algo menos de la mitad del módulo de cuatro plantas que en su día fueron almacenes. El Archivo Catastral, que fue trasladado hace dos años desde el barrio de La Florida, ahora se extiende por la planta baja y parte de la primera. El resto de las instalaciones y la torre que completa el edificio por la zona norte permanecerán sin uso por el momento, lo que va a dar lugar a un incómodo efecto desde el exterior, la sensación de una obra inacabada. Ese gran espacio que aún queda sin uso, en pleno centro de la ciudad, y con unas magníficas vistas al mar, debería haber sido candidato a todo tipo de iniciativas y quizá ahora, con la construcción del centro cívico, resulte más evidente la gran oportunidad que presenta.

El jardín vertical interior más grande de Europa

Si algo va a caracterizar el nuevo centro municipal va a ser el enorme jardín vegetal que se ha instalado en el atrio formado por las dos fachadas, la original de edificio y la nueva interior, de grandes ventanas. Ese patio cubierto de cuatro plantas de altura permite que la luz natural penetre tanto en este espacio como en las dependencias anejas, a través de las ventanas de acero con rotura de puente térmico, para aumentar la estanqueidad.

Todo el diseño del centro está marcado por ese fuerte componente biofílico. Luis Fernández del Arco y Eva de la Fuente Rentería, de FDA Arquitectos, han apostado por incorporar elementos de la naturaleza para recrear un ambiente que favorezca el bienestar de los usuarios. También han instalado paneles fotovoltaicos para reducir los consumos de energía. Con este apoyo, los altos niveles de aislamiento térmico y la eficiencia en los sistemas de producción de calor y frío instalados, el edificio se hará acreedor de la calificación energética A, la más ambiciosa.

Una de las fachadas interiores está escondida bajo un espectacular jardín de 558 metros cuadrados formado por unas 22.300 plantas de más de 25 variedades tropicales y subtropicales, idóneas para las condiciones de iluminación, humedad y temperatura que habrá en el lugar.

El planteamiento paisajístico de esta vasta alfombra verde de 17 metros de altura y 32 de anchura, instalada por Diego Jardinería, ofrece una gran diversidad de texturas y colores.

Para conseguir distintas percepciones dependiendo del punto desde la que se contemple, el jardín se ha inspirado en una obra del pintor expresionista abstracto Jason Pollock y se ha decantado por un patrón de mimbre, unido por líneas principales que lo recorren.

Las vigas originales del edificio, pintadas de blanco, cruzan este muro vegetal, que ocupa la pared interior de las cuatros plantas del inmueble. Sobre él incide la luz natural, que se complementa con otra artificial de tipo LED, controlada por sensores, para asegurarse de que todas las plantas reciben niveles suficientes de luz en todo momento.

Diego Jardinería ha contado con la colaboración de Terapia Urbana, que se ha encargado de desarrollar unos sistemas módulos flexibles multicarga que se conectan a una subestructura anclada al muro soporte.

Una de las particularidades de este mecanismo, producido por Fernando Santamaría, es que dispone de un riego recirculado para optimizar el consumo de agua y es capaz de monitorizar, mediante control remoto, parámetros como los tiempos de riego, la calidad del agua, los caudales, temperatura, humedad relativa o fertilización.

Disposición de las plantas

La parte del edificio de Tabacalera que ha sido cedida por Patrimonio del Estado al Ayuntamiento de Santander tiene 2.880 metros cuadrados, distribuidos en cuatro plantas cerradas y una quinta en la que se pueden realizar actividades al aire libre.

La planta baja ocupa unos 720 metros cuadrados y cuenta con dos accesos. Uno de ellos comunica con la calle Antonio López y otro con la Leopoldo Pardo. En ella habrá un salón de actos dotado de una grada retráctil y tabiques móviles de vidrio, que posibilitan modificar el espacio en función de las necesidades. También se ha proyectado una zona de recepción, camerinos y una cabina de control.

En el reparto de la primera planta se ha incluido una unidad de Servicios Sociales, una ludoteca, dos aulas para la atención de menores y los baños.

Instaladores de Diego Jardinería colocan las plantas que componen el espacioso jardín vertical interior en el centro cívico Castilla-Hermida. FOTO: DIEGO JARDINERÍA.

La segunda planta alberga las dependencias propias de un centro cívico: una sala de encuentros, un telecentro con capacidad para 15 personas y siete talleres de 35 metros cuadrados cada uno, con aforo de 16 personas, de los cuales cuatro pueden unirse dos a dos, hasta llegar a los 70 metros cuadrados de superficie, gracias a los tabiques móviles que hay entre ellos.

El jefe de obra de Senor Construcción, Alejandro Burgués, califica la tercera planta como ‘La Factoría de la Creación’. En ella, se realizarán actividades socioculturales de todo tipo. La Factoría cuenta con una sala de artes escénicas de 110 metros cuadrados, un despacho, una sala de audiovisuales, un plató, una sala de revelado y dos de artes plásticas, con tabiques móviles que permiten convertirlas en un solo habitáculo de 115 metros cuadrados.

Finalmente, en la cubierta del centro cívico, que antes era una zona lúdica destinada a los trabajadores de la empresa tabaquera, se ha acondicionado un pequeño espacio cerrado ya existente, el denominado ambigú.

Su morfología recuerda a la de un pequeño pabellón deportivo y comunica la tercera planta con una amplia terraza al aire libre donde puede organizarse toda clase de eventos con unas vistas privilegiadas a la bahía de Santander.

Vista a la calle Antonio López, en Santander, desde la cubierta del centro cívico.

Antes de la reforma, el edificio estaba formado por plantas independientes y superpuestas. La construcción del atrio y el jardín ha obligado a romper los forjados entre plantas y las ha comunicado entre sí.

El pasado se conserva

Los proyectistas del centro cívico han mostrado desde el principio su intención de respetar los vestigios industriales del edificio y entremezclarlos con elementos arquitectónicos más vanguardistas.

La filosofía es disponer de unas instalaciones adecuadas para el fin social que pretende darles el Ayuntamiento y, al mismo tiempo, dejar constancia, tanto en los exteriores como en los interiores, de las más de tres décadas que estuvo funcionando el Depósito de Tabacos Elaborados, obra del arquitecto Juan José Resines del Castillo. Esta actitud respetuosa está más justificada aún por el hecho de que el inmueble está catalogado por la Fundación Docomomo Ibérico para la documentación y conservación de la arquitectura y el urbanismo del movimiento moderno.

El edificio de Tabacalera de Antonio López, que sigue siendo propiedad de Patrimonio del Estado. En la zona sombreada, las plantas cedidas al Ayuntamiento de Santander para instalar el centro cívico.

Los arquitectos Fernández del Arco y de la Fuente Rentería están convencidos de que la reapertura de este espacio para su uso ciudadano servirá para impulsar el interés de los santanderinos por la cultura, pero también para que los antiguos empleados de Tabacalera se reencuentren con lo que en otra época fue su centro de trabajo y valoren la proyección cultural y social de un edificio que, según los proyectistas, pretende significarse como uno de los más singulares de los 16 que componen la red santanderina de centros cívicos.

David Pérez

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