Mademan, el producto del ejecutivo bancario que decidió hacerse industrial y no deja de crecer

David González, propietario de Mademan, ha adquirido en cinco años media docena de empresas y ahora abre una escuela de FP

David González era un ejecutivo de banca hasta hace solo cinco años, cuando decidió reorientar su vida laboral y creó una empresa de mantenimiento industrial, Mademan. En este breve espacio de tiempo ha adquirido otras siete compañías, ha pasado de 20 empleados a 120 y se acaba de trasladar a los talleres de 10.000 m2 que tenía Puertas Roper en Maliaño. Su empresa ha ido ampliando los servicios que ofrece pero su iniciativa más inmediata va a sorprender: en sus nuevas instalaciones ha reservado espacio para crear un centro privado de FP que empezará a impartir su oferta académica en diciembre.


David González, creador de Mademan, en su despacho.

David González es propietario y gerente del grupo cántabro de mantenimiento industrial Mademan. Tiene cerca de 50 años y, tras un largo periodo ocupando puestos de dirección en entidades bancarias como Banesto, Bancaja y Bankia, en 2014 decidió que solo podía resolver sus dificultades de conciliación familiar creando su propia compañía. “Vivía fuera de aquí, me iba los lunes y volvía los viernes. Llega un momento en el que ves que no hay ningún sueldo que compense estar todas las semanas así”, se justifica.

Quizá otro se hubiese decidido por una empresa de servicios, pero él prefirió adquirir los activos de una pequeña empresa de mantenimiento industrial del polígono La Cerrada que se encontraba en liquidación y desde entonces su iniciativa no ha dejado de crecer. Ha multiplicado la facturación y su oferta de servicios y acaba de trasladarse a una nave de 10.000 m2 que ocupaba Puertas Roper antes de la separación de su accionariado y de que esta firma reagrupase su actividad industrial en Aguilar de Campoo.

El crecimiento exponencial de Mademan ejercicio a ejercicio ya le había llevado antes a cambiar de emplazamiento. Hace dos años, dejó atrás las instalaciones donde comenzó su actividad para establecerse en otras más grandes junto al aeropuerto de Parayas. Ahora, por el mismo motivo, ha vuelto a La Cerrada y ha invertido 700.000 euros en acondicionar la enorme nave que ha arrendado. “Aquí estamos sobredimensionados”, reconoce, pero no será por mucho tiempo, porque esa misma sobrecapacidad le invita a abordar nuevas actividades.

El secreto de la prosperidad

Muchas empresas basan su estrategia de negocio en crecimientos paulatinos pero sostenidos. Mademan, en cambio, ha apostado por avanzar deprisa. En apenas cinco años de actividad se ha convertido en uno de los grupos industriales con mayor tasa de crecimiento de la región. El secreto está en optimizar los cimientos que otros dejan preparados.

Cuando David González se desvinculó de la banca, y adquirió las instalaciones de la empresa quebrada, empezó con los 20 empleados y la cartera de clientes que dejaba el anterior propietario. Mademan arrancó prestando servicios de mantenimiento mecánico en grandes compañías, como Global Steel Wire, Bridgestone, Astander, Panusa o Saint Gobain. A este listado se fueron sumando Saica, Hergom, Solvay, Ascan, Copsesa, Senor, Fernández Rosillo, Yates y Cosas, Grumblau, Wartsila, Aena, Fundiciones Carg, Columbian, Newtesol, Atecsol, Vega Pelayo, Edscha España, Componentes y Conjuntos y Oxital, entre otros.

Al tiempo, González trazó un plan estratégico para crecer en líneas de negocio paralelas y pasar de ser un proveedor menor a ofrecer una cartera de servicios lo más extensa posible. Para ampliar su perímetro de una forma tan ambiciosa y en un corto periodo empezó a comprar otras empresas.

La primera de ellas fue Talleres Dufer, que impulsó sus servicios de mantenimiento mecánico en dos ramas, la hidráulica y la neumática. A finales de 2016, adquirió Talleres Requejada, un pequeño taller de mecanizado de Polanco.

Luego, incorporó al grupo a Técnicas y Suministros TMAG, dedicada al mantenimiento eléctrico; Manufacturas y Montajes Montañeses, especializada en la construcción de estructuras metálicas; y, más tarde, dio entrada al grupo empresas como Arbone (obra civil y rehabilitación de fachadas), Tintotec (tintorería industrial) y Pecmal (limpieza industrial).

Esta voracidad empresarial le ha llevado a alcanzar una plantilla de 120 empleados y hacerse hueco en un mercado que está prácticamente reservado a grandes compañías nacionales y multinacionales como Eulen, Grupo Norte, Ferrovial, Sacyr Facilities, Veolia, Engie o Suez.

Sembrando  fuera de Cantabria

Los jardineros saben que una planta no alcanza un grado de majestuosidad solo con riegos rutinarios, hay que preparar el terreno. Hace dos años abrió, de la mano de Nexian, una delegación comercial en Oviedo para exportar su modelo de negocio a Asturias, donde pretende conseguir nuevos clientes y absorber más sociedades. “Llevamos dos años buscando comprar una empresa allí que nos permita empezar con unas instalaciones, una plantilla y una base de clientes sobre la que potenciar y asturianizar el negocio”, revela.

Tareas de reparación de mecánica industrial, montajes metálicos y mecanizados en los distintos talleres que tiene la nueva planta de Mademan en Maliaño.

Mademan ya realiza trabajos de mantenimiento industrial en la región vecina pero, al no disponer de una sede física allí, tiene que desplazar a parte de su personal cántabro, con los costos que eso implica.

También hace mantenimientos en plantas del País Vasco, pero en ese caso la distancia permite que los trabajadores implicados vayan y vengan en el día.


Una nave con muchas posibilidades

Tras rubricar un contrato de alquiler por diez años, Mademan comenzó en junio a acondicionar la antigua nave de Roper, que había quedado muy deteriorada, y en septiembre empezó a estar operativa. Para adaptarse a la normativa vigente, tuvo que sustituir por paredes las enormes cristaleras que separaban las oficinas de los talleres, cambiar el sistema eléctrico, sustituir las más de 300 luminarias antiguas por LED, equiparse con sistemas contra incendios, reparar el suelo y adquirir nueva maquinaria.

Tanto el exterior como el interior de la fábrica muestran ahora un aspecto renovado y parte de la fachada, las paredes y los suelos lucen los azules corporativos de Mademan.

Las instalaciones cuentan con 600 m2 de oficinas y sala de reuniones; mil de taller de mecanizado; otros mil de taller de mecánica industrial y 2.000 para la construcción de estructuras metálicas. González ha reservado 3.000 m2 para ampliaciones, con varios proyectos en mente. “Tengo que estar atento con los trabajadores porque rápidamente me ocupan ese espacio y hay que optimizarlo”, bromea.

Una ingeniería que puede hacer prototipos

Junto a las oficinas, repartidas por dos plantas, se ubicará próximamente otra compañía que el propietario de Mademan acaba de constituir, Advance Engineering Mademan, con la que pretende participar en proyectos científicos dentro de los campos de la criogenia, la radiofrecuencia y los microondas, entre otros.

El gran problema de las ingenierías que trabajan en este ámbito es que dependen de terceros para construir prototipos y hacer ensayos. Esa será su ventaja: “Nosotros tenemos la capacidad de construir cualquier aparato, porque somos autosuficientes en los departamentos de estructuras metálicas, mecanizado y obra civil”, y ese potencial valor añadido es el que le ha invitado a adentrarse en este nuevo campo.


Proyectos

Esta heterogénea gama de servicios le ha permitido meter la cabeza en el sector de la construcción, cuyas necesidades son muy distintas a las de la gran industria. Uno de los proyectos en los que ha participado recientemente es el Centro Cívico Marqués-Hermida, en Santander, para el que ha fabricado la estructura metálica que da soporte al jardín vertical, el más grande de Europa en un interior, y las lamas de las ventanas, que replican las que tenía el edificio antes de la reforma.

También está fabricando las estructuras metálicas voladizas del Centro Cívico de Cueto. “Últimamente no hay proyecto arquitectónico de categoría que no suponga construir algo que sobrevuele sin estar apoyado, pero este edificio será singular”, puntualiza.

Mademan está trabajando, al tiempo, en las estructuras metálicas que se colocarán en el futuro museo de Gamazo, que acogerá la colección de arte contemporáneo de la Fundación ENAIRE.

Una de las iniciativas más ambiciosas que tiene entre manos es la puesta en marcha de una escuela de mantenimiento, un centro privado de formación profesional dirigido a trabajadores de su sector que pretendan mejorar su cualificación y empleabilidad.

En los 2.000 m2 que ha reservado en sus nuevas instalaciones para esta iniciativa se construirán aulas, talleres de trabajo, un parking cubierto para alumnado, profesorado y personal no docente y los espacios para formación práctica que requiere cada módulo.

Una apuesta por la formación especializada

González ha comentado que las empresas del sector del metal son poco partidarias de incorporar alumnos de FP recién titulados por su nula experiencia en un ámbito con claros riesgos por accidentes y donde se necesita una formación adicional. Por ello, apuesta por una FP dual en la que el alumno compagine sus estudios con el trabajo. Él mismo reconoce que prefiere incorporar personal experimentado, pero que su responsabilidad social le lleva a incorporar también a estos estudiantes en prácticas. Su proyecto de escuela trata de evitar, precisamente, que muchos recién titulados se encuentren con estos problemas para acceder al mercado laboral.

La sección de mecanizado de la planta.

Cuando se abra el nuevo centro en diciembre no empezará desde cero. En esta filial, Mademan se ha aliado con la Escuela Europea de Maquinaria Roxu, un centro asturiano de formación que tendrá un 45% de las acciones. De esta manera, la futura Escuela Mademan de Mantenimiento dispondrá  de sus homologaciones y certificaciones y replicará su oferta formativa, a excepción del módulo de Mantenimiento Industrial, la especialidad que va a introducir la compañía cántabra.

Parte del profesorado vendrá de Asturias para impartir las clases mientras Mademan busca en la región el personal docente definitivo para impartir sus titulaciones.

Un modelo de FP desfasado

Frente a otras opiniones, David González considera poco práctico que los centros en los que se imparten titulaciones de índole industrial se encuentren junto a grandes fábricas, que en otras épocas demandaron mucho personal, pero que ahora ya no tienen las mismas necesidades, y lo justifica: “El 70% u 80% de la población cántabra está ubicada en el eje de Santander, Camargo, Astillero y Torrelavega. Por tanto, la mayor parte de centros de FP industrial deberían estar en ese entorno”.

Una de las particularidades de su escuela será ofrecer especializaciones que no se imparten en Cantabria, como las relacionadas con la extinción de incendios o el manejo de drones. Él sostiene que los centros públicos no han ajustado sus titulaciones a las necesidades reales de las empresas y pone como ejemplo la inexistencia de títulos académicos de Electromecánica, cuando los profesionales especializados en esta disciplina son los más demandados en el mundo del mantenimiento industrial.

Su empresa se surtirá de  los profesionales que forme la escuela pero saldrán muchos más, que obviamente irán a trabajar a otras compañías. “No me importa formar gente para la competencia, lo que nos interesa es que en el mercado haya gente muy preparada”, sostiene.

Cervezas Colegiata

Una política de expansión tan ambiciosa parece requerir una dedicación tan exclusiva como exhaustiva, pero si por algo se caracteriza su propietario es por su versatilidad y por gestionar meticulosamente su tiempo.

En 2011, viendo las posibilidades que ofrecía el sector agroalimentario, decidió subirse al carro de la elaboración de cerveza artesanal y crear su propia firma, Cervezas Colegiata, en Reocín.

A día de hoy, reconoce que el negocio está aún por explotar y los ingresos siguen sin ser suficientes como para contratar a un maestro cervecero. Por ello, él mismo asume ese papel los fines de semana, casi siempre a horas intempestivas. “No se me caen los anillos por ponerme a cocinar un sábado o domingo a las cuatro de la madrugada”, dice con naturalidad.

Él estaba convencido de haber tocado techo profesional en el mundo de la banca después de dos décadas dedicadas a la dirección de varias entidades bancarias. A pesar de que ha cambiado radicalmente de trayectoria para situar a Mademan entre las empresas referentes de su sector, su cabeza no cesa de maquinar nuevos proyectos y establecerse nuevas metas. “Tengo ilusión por hacer nuevas cosas y quiero contagiársela a la gente para que luche por lo que de verdad quiere”, dice. Un mensaje animoso frente al derrotismo que ha generado la crisis sanitaria en muchos otros empresarios.

David Pérez

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