Fuerte aumento de los beneficios de las empresas cántabras en 2019
Los rendimientos proporcionales decrecen a medida que disminuye el tamaño de la empresa
Las 915 empresas cántabras que han declarado ya sus resultados de 2019 suman unos beneficios de 705 millones, una vez descontadas las pérdidas. Dos millones más que las 1.687 que tienen depositados los de 2017, lo que indica que el balance final será muy superior. Pero este fuerte crecimiento no es igual para todos. Aunque tradicionalmente las pymes tenían una mayor ratio de beneficios sobre la facturación, se observa un descenso en sus rendimientos proporcionales, lo que indica que las grandes compañías ganan cada vez más terreno, algo que no resulta muy esperanzador para el grueso del tejido empresarial de la región, compuesto por empresas pequeñas o muy pequeñas.
Los tiempos en los que muchas compañías podían presumir de que cada año mejoraban sus beneficios han pasado. También aquellos en los que algunas, como el Banco Santander, podían reservar algunos para asegurar el ejercicio siguiente, porque iban sobradas. Ahora, cada año es incierto y basta ver lo que ha ocurrido en 2020 donde todo lo que pasó a partir del 14 de marzo ha sido completamente distinto a lo ocurrido en las diez semanas anteriores. Sectores que presumían de empezar el año batiendo récords, como el turismo, acabaron escenificándolo con un ataúd a la puerta del Gobierno.
Tardaremos en saber cómo fue realmente el 2020, empresa por empresa, pero ya sabemos lo que ocurrió en 2019, y fue un año bueno, en cuanto a los resultados para las empresas, con una inmensa mayoría en beneficios. Nada que ver con lo que ocurría hasta 2016, donde se enseñoreaban los números rojos. Con las cuentas ya depositadas en el Registro Mercantil se deduce que se produjo un salto significativo en los rendimientos. Las 2.000 mayores compañías de la región declararon 705,5 millones de euros de beneficio y la realidad será mucho mayor, porque al cierre de esta edición únicamente habían presentado las cuentas, como es preceptivo, 915 empresas de las 2.000 que tenemos identificadas con mayor facturación. No obstante, hay que tener en cuenta que las más incumplen los plazos son las pequeñas y la suma definitiva no será tan desmesuradamente superior.
De 2018 ya hay datos de 1.687 empresas cántabras, que sumaron 703,9 millones de euros de beneficio, una vez restadas las pérdidas. Es decir, prácticamente la misma cifra que han declarado en 2019 solo setecientas empresas. Y el año anterior (2017), solo sumaban 579 millones un número aún mayor de empresas, 1.806. Eso quiere decir que los rendimientos han sido francamente crecientes hasta la llegada de la pandemia, aunque resultaría poco exacto extraer las medias aritméticas y compararlas, porque las diferencias entre los rendimientos de una gran empresa y una pyme son abismales.
El caso del Banco Santander
Ni siquiera hemos incluido en estos cálculos al Banco Santander, que por su tamaño desbarata cualquier comparación. Con sus 6.500 millones largos de beneficio neto en 2019, suma nueve veces más que todas las demás empresas cántabras juntas. Solo con lo que paga por Impuesto de Sociedades se podría financiar toda la Administración autonómica, incluida la sanidad y la educación.
Por su dimensión, el Banco solo puede compararse con las grandes multinacionales y todo lo demás queda empequeñecido. En su plantilla (más de 202.000 trabajadores) cabría toda la población laboral de Cantabria.
Sí están incluidas en estos cálculos otras empresas de tamaño nacional asentadas en la región, como las filiales de Repsol en el campo de la electricidad y el gas, que también descompensan cualquier comparativa, aunque menos. Una de ellas, Repsol Generación Eléctrica, ganó 306 millones de euros en 2019, casi lo mismo que todo el resto de empresas cántabras juntas. Su hermana Repsol Comercializadora de Gas y Electricidad, en plena batalla de captación de clientela, perdió 96 millones de euros, más que todo el resto de empresas cántabras juntas, lo que da idea de las distancias siderales entre estas compañías y la media de la región.
Aldro se dispara
Entre las empresas de capital propiamente regional, destaca otra empresa de comercialización eléctrica, Aldro, sobre la que cada día aparecen rumores de compra, ahora por parte de Endesa. La compañía de Torrelavega ha dado un salto espectacular, con unos beneficios de más de 18 millones de euros en 2019. No se encuentran registradas aún las cuentas de su grupo (Pitma), que habitualmente están muy por encima, y que se ha convertido en el principal conglomerado empresarial de la región.
Aspla superó los 17 millones de beneficio bruto; muy cerca estuvo Birla, que vive una edad de oro con la fuerte demanda de su negro de humo; Nippon Gases, con 14 millones, aunque con un fuerte descenso; y GSW, con 12.
En un grupo inmediatamente posterior se encontrarían Quesería Lafuente y Semark (Lupa), por encima de los siete millones de beneficio neto y con crecimientos de entre el 15 y el 20%, o XPO, que también tuvo un gran ejercicio, con más de 5 millones.
En el siguiente pelotón hay tres empresas cuya evolución es muy significativa. La fábrica de envases plásticos de Reocín Formaspack, que tras un salto espectacular ha superado los 4,7 millones de euros de beneficio; Teknia Ampuero (Mecanor) que a pesar de reducir sus ventas ha aumentado los beneficios casi un 40% hasta llegar a los 2,6 millones y Productos Petrolíferos del Norte, que ha multiplicado por once sus resultados hasta bordear los 2,9 millones.
En este grupo hay tres compañías con una progresión muy sólida. La informática Quiter, la empresa de carpintería plástica Teknia Ampuero y el grupo hotelero Seca (Hotel Rhin) que abrió un nuevo establecimiento en Madrid. El caso de Quiter, con más de 3,3 millones de beneficio, es una demostración de que las tecnológicas han despegado y han alcanzado la dimensión de grandes fábricas. No obstante, aún no están muy representadas en el ranking.
Concentración
Hasta hace algún tiempo, los rendimientos de las empresas pequeñas eran proporcionalmente más grandes, sobre todo los ROE, en relación a los recursos propios invertidos, porque también era mayor su riesgo y volatilidad. Eso empieza a dejar de pasar. La incertidumbre y, sobre todo, la globalización, está acabando con muchas pequeñas empresas y no pocas medianas optan por vender, convencidas de que nunca conseguirán el tamaño suficiente para competir en un mercado sin fronteras.
El ámbito empresarial está viviendo un proceso de concentración, al llegar las grandes compañías a nichos en los que antes no estaban interesadas. Se puede comprobar en la hostelería, donde la mayor parte de las cadenas locales han sido tentadas por compañías nacionales o extranjeras.
Eso va a estrechar el mercado en los próximos años, y quizá más rápido de lo que cabía imaginar, si ahora cierran, a consecuencia de las pérdidas de la pandemia, muchos pequeños comercios, bares y restaurantes.
Los grandes también pierden
Pero las grandes empresas también sufren. Ya antes de que se produjese esta situación tan anómala, la fábrica de tubos Saint Gobain Pam se apuntaba unas pérdidas de 7,3 millones en el ejercicio de 2019, y Regsiti, la comercializadora de tarifa regulada de Repsol, otro tanto. La constructora Ascan, del Grupo Sadisa, superaba los seis millones de pérdidas pero al menos podía ver desde lejos como el Racing, que un día fue suyo, perdía más de dos.
La empresa pública Equipos Nucleares reducía drásticamente los números rojos del año anterior, pero todavía presentaba algo más de dos, Lácteos de Santander, 1,6 y Sistemas Britor, productor de surimi, 2,3.