ISABEL ORTIZ, Frigorsa: ’LAS HERMANAS FORMAMOS UN TRÍO PERFECTO’
A las hermanas Ortiz les cambió la vida de la noche a la mañana. Cuando Jesús Ortiz Gil, su padre y fundador de Frigorsa, sufrió un grave accidente tuvieron que arrimar el hombro y tomar las riendas de la empresa. No les faltó la ayuda de la plantilla, la confianza de los proveedores y el apoyo de Frigo, una marca a la que se encuentran sentimentalmente unidas por el respaldo que recibieron en los momentos más duros. Veinte años después, Frigorsa se ha convertido en una empresa de referencia en el sector de los congelados y precocinados gracias a su trabajo, a la cantidad y variedad de productos que ofrecen a la hostelería y, sobre todo, a la lucha de la familia.
P.- ¿Cuál es el origen de Frigorsa, la empresa que hoy defiende junto a sus hermanas?
Isabel Ortiz.- La fundó mi padre, Jesús Ortiz Gil. Había comenzado con la distribución de pescado y marisco congelado en el año 1975, después de dejar su trabajo en un laboratorio farmacéutico. Por entonces, la empresa llevaba su nombre, Congelados Jesús Ortiz Gil. A él le apasionaba este trabajo. Le encantaba la pesca y estaba acostumbrado a comprar y vender pescado y marisco. Y a viajar a ciudades como Vigo para adquirir el mejor género. En 1982, le ofrecieron la exclusiva de Helados Frigo y de Congelados Iglo para Cantabria y decidió trasladarse a las instalaciones que tenemos ahora. Pero, en abril de 1997, sufrió un accidente en las instalaciones de la empresa y tuvo que jubilarse forzosamente. Fue entonces cuando nosotras tomamos las riendas del negocio y la gerencia recayó sobre mi hermana Carol, que por entonces solo tenía 24 años.
P.- Mucha gente les identifica con la distribución de Frigo. ¿Qué significa esta marca en la historia de la empresa y en la suya personal?
IO.- Cuando mi padre sufrió el accidente teníamos más de veinte empleados y mi madre se reunió con ellos para explicarles cuál era la situación y animarles a que tiraran del carro. La gente de Frigo de Barcelona vino a Cantabria y nos sentimos apoyadas e instruidas. Desde entonces, nuestra relación con ellos tomó un cariz muy personal y familiar, porque nos ayudaron a que la marca no se moviera de Ortiz. Por todo ello, Frigo es el corazón de nuestro negocio. De hecho, cuando cambiaron el logo y pusieron un corazón pensamos que lo habían puesto a propósito, porque en el momento más duro nos cogieron de la mano.
P.- Además de los helados de Frigo. ¿Tienen algún producto por el que les reconozcan en la hostelería?
IO.- Sí, la joya de nuestra corona son las Rabas Frigorsa. Las empezamos a elaborar en el año 1993 a partir del peludín de Perú y hacemos unas 100 toneladas anuales. Su éxito en la hostelería se debe a que en Cantabria solemos tomar rabas de aperitivo pero el calamar fresco es muy duro y aquí preferimos que sea más blando. Además, tiene poca merma, sala bien y en el sector son muy conocidos por su calidad.
P.- Usted nunca llegó a trabajar con su padre, pero seguro que les dejó otro legado, además de la empresa…
IO.- Mi padre fue todo un visionario para su época, porque fue el primer concesionario de Frigo en España que comenzó con la preventa y la primera empresa de distribución en Cantabria en vender con este sistema. Antes se cargaba el camión y se vendía la mercancía que había en él. Con el sistema de preventa fue posible planificar bien las rutas y ofrecer a los restaurantes un abanico mucho más amplio de productos que se entregan bajo pedido.
P.- ¿De pequeña, se imaginaba trabajando en la empresa familiar?
IO.- En realidad quería estudiar medicina pero, cuando conseguí la nota media que necesitaba para acceder, mi madre me dijo que era mejor que hiciera una carrera relacionada con el mundo de la empresa, para echar una mano a mis hermanas después del accidente de mi padre. Así que estudié Administración y Dirección de Empresas e hice prácticas en Equipos Nucleares antes de incorporarme a Frigorsa. Y ya han pasado 13 años.
P.- Seguro que conocía mucho de la empresa antes de empezar a trabajar en ella…
IO.- Los colores los he vivido siempre, porque el año en que yo nací a mi padre le asignaron la distribución de Frigo en Cantabria en exclusiva. Tengo que reconocer que, en un principio, trabajar en la empresa familiar no me motivaba. Sin embargo, cuando empecé fue como una droga y desde entonces he querido vivirlo a tope. Me di cuenta de que lo llevaba metido en las venas. Solo era cuestión de encontrar mi lugar.
P.- ¿Y cómo repartieron sus fuerzas dentro de la empresa?
IO.- La mayor responsabilidad recae sobre mi hermana Carolina, que es la gerente; Mayra se encarga de grandes cuentas y medios y yo de todo lo relacionado con los recursos humanos y el marketing. De todas formas, las tres hacemos de todo. Creo que formamos un trío perfecto, tanto dentro de la empresa como fuera.
P.- ¿Han sentido alguna vez que tenían más dificultades por ser todas mujeres?
IO.- En absoluto, diría que todo lo contrario. Lo que sí hemos notado es el cariño por parte de muchos de nuestros proveedores, especialmente, de las personas que trataban con mi padre y nos conocían desde siempre.
P.- ¿Cuáles han sido sus principales proyectos en la empresa?
IO.- El primero fue implantar el sistema de televenta, para poder dar oxígeno a los comerciales en sus rutas. Afortunadamente, fue un éxito y hoy trabajamos con un sistema de siete rutas, una de ellas que funciona por completo con la televenta. También me he dedicado a realizar muchas acciones de marketing. Por ejemplo, fuimos la primera empresa en Cantabria en realizar un catálogo completo de ofertas cada dos meses, en promocionar nuestra marca de rabas, en abrirnos a las redes sociales y a la web. Y hace siete años, arrancamos con las Ferias Horeca Frigorsa, siendo también los primeros en España en realizar este tipo de eventos exclusivos para profesionales de la hostelería. Nunca hemos estado parados.
P.- De los precocinados se habla mucho. ¿Les influye la opinión pública respecto a estos productos?
IO.- No mucho, porque no nos dirigimos al consumidor final, aunque en la hostelería sí hemos notado una tendencia hacia el uso de precocinados premium para disminuir los tiempos de preparación de los platos. En los restaurantes de Cantabria los precocinados son necesarios porque el consumo es estacional y está sujeto a los días de sol y al fin de semana. Además, solo representan el 15% de la actividad. Nuestro fuerte son los congelados, y tienen ventajas como el control de alérgenos. ¿Qué prefiere la gente, una verdura ultracongelada, que no ha perdido nutrientes, u otra llena de pesticidas que han recogido hace cuatro días? ¿Una merluza fresca que pueda tener el anisakis o una ya congelada de la mejor calidad? Siempre hemos buscado que nuestra marca se asocie a calidad alimentaria y a eso hemos dedicado nuestros mayores esfuerzos.
P.- Han salido airosas de una difícil transición empresarial y de la crisis. ¿Cuál cree que ha sido la clave?
IO.- Nuestro secreto ha sido la calidad, el saber aprender de nuestro padre y amoldarnos a las nuevas tendencias del mercado. Así hemos conseguido trabajar con las grandes marcas de precocinado de España, tener la distribución preferente de casi todas ellas y en exclusiva de Frigo y de la navarra Berlys. Con los años, hemos añadido una gran cantidad de productos nuevos y ahora tenemos unas 1.200 referencias de pescado, marisco, precocinados, verdura, carne, postres, helados, soluciones de cocina, pan y bollería. Esto y, por supuesto, la suerte de contar con la confianza de todos nuestros proveedores.
P.- Y, en un terreno más humano, ¿cuál ha sido la clave para sobrellevar el duro trance que sufrió su padre?
IO.- Sin duda, la unión familiar. La lucha de mi madre por sacar adelante la familia y la de mis hermanas por la empresa. Yo nunca he llegado a sentir la hecatombe, quizá por el buen humor de mi madre, por la fuerza de mis hermanas o porque nos convertimos en una gran piña. Al ser la pequeña, mis hermanas son muy cuidadosas y protectoras conmigo. Al principio, me daba mucho respeto trabajar con ellas. Me asustaba que se generara algún conflicto entre nosotras, porque estamos todo el día juntas y muy unidas.
P.- Supongo que los trabajadores que les apoyaron en esa transición también han sido como otra familia…
IO.– El equipo humano es otro de nuestros puntos fuertes. No solo nosotras hemos metido muchas horas; lo hemos hecho los 24 que estamos ahora. Cuando les pedimos que arrimaran el hombro, todos nos echamos a la calle como guerreros. Hay empleados con mucha antigüedad que son de la casa. Y la persona que no encaja en el equipo, no encaja en la empresa.
Patricia San Vicente