Las bases del PSOE se cargarán los pactos
El nuevo PSOE, que desencadenó hace un año una revolución interna sublevando a las bases, ha decidido jugar con fuego con ese brindis al bolchevismo de que la militancia es el principio y el fin de todo. Nadie podrá cesar a un secretario general en ejercicio salvo los militantes –para que no se repita el caso Sánchez– y nadie podrá firmar pactos de gobierno sin consultar a las bases.
Sobre el papel, música celestial, aunque llevados por la demagogia, resultaría aún más democrático si también se hubiese dado voz a los simpatizantes. Es lo que ocurre con las revoluciones, que nunca se sabe muy bien dónde pararlas. Felipe González fue durante mucho tiempo una figura incontestada en el PSOE, pero cuando en 1991 las cosas empezaron a torcérsele, surgieron de la nada los ‘renovadores’, con Barrionuevo a la cabeza, partidarios de hacer cambios en la vieja guardia y de dejar algún espacio a la contestación interna, pero cuando esta opción también acabó aceptada por el establishment, surgieron los turborrenovadores, como Leguina, dispuestos a llegar mucho más lejos, y otros que no se sabía muy bien si estaban aún en el PSOE o fuera. Todo aquello se convirtió en un guirigay, y si los socialistas conservaron el poder hasta 1996 fue por la poderosísima figura de González que, lo quisieran o no los que aspiraban al aggiornamiento, era el que aportaba los votos, incluso en los momentos más duros. Basta acudir a la entrevista que le hizo Tiempo a Ansón en la que éste reconocía que los medios de comunicación que se confabularon contra el líder socialista –el suyo entre ellos– se vieron forzados a echar mano de maniobras poco legales cuando comprobaron que no podían derribarlo de otra manera. Incluso así tuvieron que esperar a 1996 y entonces sólo perdió por 300.000 votos.
Las bases del PSOE tienen un componente ácrata y eso ha dado lugar a que cada vez que han acudido a unas primarias han votado contra el candidato oficial, una cultura que persiste y persistirá. Por eso, si el PSOE está dispuesto a someter sus pactos de gobierno al refrendo de las bases, lo probable es que en Cantabria no vuelva a gobernar más, porque los militantes siempre han puesto el énfasis en los votos que les robaba el pacto con el PRC, al entronizar a Revilla, sin tener en cuenta que eso les dio la posibilidad de tocar un poder del que nunca disfrutaron durante los lustros que tuvieron esos votos. Su mecanismo mental es parecido al de los militantes de Podemos, más conformes consigo mismo manteniendo a Rajoy al frente del Gobierno nacional que absteniéndose para dejar gobernar a Pedro Sánchez con Rivera.
Esa lógica de los militantes socialistas es abiertamente contradictoria con la de los dirigentes, que no solo saben que sin pactos se quedan sin cargos públicos, sino que son conscientes, porque lo han sufrido, de cómo se minimiza un partido en la oposición. Sin el plus de respeto que aporta el poder, sin consejerías, sin alcaldes (casi todos son fruto de pactos), sin concejales con áreas de gobierno y sin otro palo que tocar durante cuatro años, un partido corre el riesgo de convertirse en irrelevante.
El sistema de primarias está dando muchísimos quebraderos a los partidos que lo han implantado, desde la derecha a la izquierda, y es probable que en algunos de ellos no las volvamos a ver nunca más, como en el PP. En otros, como Ciudadanos o Podemos, al final se ha impuesto el dedazo de toda la vida, al menos en Cantabria.
El PSOE no ha escarmentado, porque los actuales dirigentes llegaron precisamente como consecuencia de esas primarias, y quizá estén convencidos de que eso les garantiza el favor de la militancia por mucho tiempo, pero la realidad será muy distinta. Como ocurre con los entusiasmos que levantan los nuevos entrenadores de fútbol, si los goles no entran, los mismos que aclamaban serán los primeros que exijan un recambio.
Ellos han ido más lejos, al dejar también los pactos de gobierno en manos de la masa social que, como en todos aquellos asuntos que no afectan a la cartera personal, van a optar por políticas de máximos, y eso es incompatible con los pactos. Veremos al PSOE peregrinando por la oposición y al PRC forzado a cambiar de socios de gobierno, a poco que Ciudadanos se lo ponga fácil, y se lo pondrá, aunque ahora ni siquiera lo imaginen.