Los negocios le abren sus puertas a las mascotas
Los animales de compañía condicionan muchas decisiones de consumo de sus dueños por lo que se aceptan cada vez en más establecimientos
La natalidad ha descendido en España, pero aumentan cada vez más los hogares que tienen una mascota. La popularidad de los animales de compañía ha alcanzado tal magnitud que el negocio vinculado al sector facturó más de 1.500 millones de euros en España en 2018. En el conjunto de la Unión Europea, la cifra asciende a 40.000 millones. Cantabria no se queda atrás. Casi uno de cada dos cántabros tiene una mascota, por lo que el número de negocios que gira en torno a estos miembros peludos de las familias no deja de crecer. Pero también condicionan muchas otras decisiones de compra de sus dueños y, por eso, cada vez más establecimientos aceptan su presencia.
En la Unión Europea hay más de 80 millones de hogares que tienen al menos un animal entre sus paredes. Solamente entre perros y gatos suman más de 140 millones de ejemplares. En España hay, según la Red Española de Identificación de Animales de Compañía (REIAC), trece millones de mascotas registradas. Si se contabilizan aquellas otras que no lo están, la cifra podría rondar los veinte millones de animales, perros en su mayoría.
Mascotas a las que sus dueños cuidan como si de un miembro más de la familia se tratara, hasta el punto de que en los últimos años están surgiendo un buen número de negocios en torno a ellos, desde cajas de comida personalizada con sus gustos a televeterinarios, plataformas para seleccionar a cuidadores de forma segura…
Analizando las cifras, resulta evidente que ha aparecido un mercado importantísimo que lo justifica. De acuerdo con datos del Ministerio de Agricultura, mantener un perro en España requiere un gasto anual de unos 800 euros. Tener un gato resulta un poco más barato, unos 500 euros.
En 2018, este sector facturó más de 1.500 millones en España, el quinto país europeo por importancia de este mercado, tras Reino Unido, Francia, Alemania e Italia. En toda la Unión Europea el gasto que originan las mascotas se calcula en 40.000 millones, de los que algo más de la mitad, 21.000 millones, se va en comida. Le siguen de cerca los servicios (veterinarios, peluquería…) que suponen 10.000 millones; y la venta de accesorios (8.500).
Todo esto repercute en el mercado laboral. En Europa se generan más de un millón de empleos –100.000 directos y 900.000 indirectos– gracias a los animales de compañía, según el informe anual publicado por la Federación Europea de la Industria de la Alimentación para Mascotas.
Más establecimientos ‘pet friendly’
En un modelo familiar en el que los niños escasean, los perros o gatos se han convertido un miembro más de las familias, por lo que otros negocios que no tienen vinculación directa se ven cada vez más afectados por esta pasión por los animales.
Comercios, alojamientos o centros de ocio al aire libre son conscientes de que la mascota condiciona muchas decisiones de consumo de sus dueños, y empiezan a abrirles las puertas para no perder esta clientela.
Se calcula que en España existen más de mil hoteles pet friendly, donde –pagando un suplemento, que va desde los cinco hasta los treinta euros–, ya se puede llevar mascota. En una simple búsqueda en una popular plataforma de reservas, en Cantabria aparecen 266 resultados de lugares donde los viajeros pueden pernoctar con su animal de compañía.
Uno de ellos es el hotel Los Guardeses, en Solares. Héctor Ortiz, uno de los socios, del hotel, explica que lo llevan haciendo desde 2011, año en el que abrieron el hotel, aunque por aquel entonces no había tantos lugares pet friendly. “Como amante de los animales he sufrido por tener que dejar a mi perro en alguna guardería canina para viajar”, relata y añade que, por trabajo, viajaba habitualmente a Francia, donde los perros pueden acceder a cualquier lugar incluidos los restaurantes y hoteles. Así fue como decidió hacer lo mismo en Los Guardeses.
Por el mismo motivo, cada vez es más habitual encontrarse a los clientes de cuatro patas acompañando a sus dueños en las compras en diversos comercios locales, centros comerciales e, incluso, en cafeterías y algún que otro restaurante.
Si bien algunas normas locales vetan a las mascotas en lugares donde hay alimentos –como ocurre en Santander–, cada vez son más los empresarios –amantes de los animales o con perspectiva de negocio– que admiten este tipo de clientela.
Cantabria
Cantabria ha sido una región que, históricamente, se ha caracterizado por tener un importante número de animales domésticos y de compañía. Como territorio ganadero, el paisaje cántabro ha estado desde hace siglos salpicado por las vacas, que también han compartido las viviendas, ya que los propietarios aprovechaban el calor que desprenden estos animales estabulados en el inferior para mantener la temperatura de la casa.
A pesar de que desde los años 80 el número de vacas ha venido descendiendo, en 2001 aún había más de 335.000 vacas en Cantabria. En 2017, los últimos datos recogidos por el Instituto Cántabro de Estadística (ICANE) hablan de 278.000, una cifra aún muy significativa pero que continúa descendiendo.
Si sigue esa tendencia –y parece inevitable– pronto dejarán de ser el animal doméstico más abundante de la región, porque actualmente hay censados 212.000 perros y más de 7.000 gatos. Esta cifra solo refleja las mascotas inscritas en el Registro de Animales de Compañía, es decir, aquellas a los que se les ha puesto el chip identificativo. El número real puede ser bastante superior, ya que en las zonas rurales se da por hecho que hay un buen número de animales que no están debidamente identificados, aunque la comunidad obliga a identificar a los perros, gatos y hurones con un microchip antes de cumplir los tres meses.
Si se tiene en cuenta que en la región viven 581.949 personas, más de uno de cada tres vecinos tiene una mascotas y cada vez son más las medidas adoptadas por los ayuntamientos para su manejo, desde la creación de playas caninas (ocho repartidas a lo largo de la costa regional), hasta la puesta en marcha de parques destinados al esparcimiento de los perros (nueve en Santander y varios más en Torrelavega, Camargo, Bezana o Reocín, entre otros).
Al margen de las acciones que se emprenden desde la administración pública, los perros se han convertido en el motor de un creciente número de negocios privados. Cada vez se necesitan más profesionales como los veterinarios (en Cantabria hay 511 colegiados) y los centros donde prestan sus servicios cada vez son más completos. Según los últimos datos del Colegio de Veterinarios de Cantabria, en la región hay 85 centros veterinarios (24 de ellos, en Santander), y la cuarta parte de los existentes se han abierto en los últimos cinco años.
“Abrí mi clínica en 2011, en una zona rural, donde mucha gente le daba unos cuidados bastantas básicos a sus perros y gatos. Con el paso de los años y tras realizar campañas de desparasitasión y vacunación ha evolucionado mucho este trato”, explica Álex Arce, de la Clínica Veterinaria Miengo.
Las peluquerías caninas también proliferan cada vez más. Solamente en Santander ya hay más de una veintena de establecimientos cuyo negocio principal es el corte y cuidado del pelo de estos animales. Por lo general, también cuentan con pequeños surtidos de productos para que los dueños pueden adquirir alimentos, juguetes, ropa y otros complementos para sus mascotas.
Desde que abrió su peluquería canina, La Bañera de Eva, en 2014, Eva Nieto asegura haber visto una evolución en la preocupación de los dueños en lo relativo al aseo, cuidado e higiene de sus mascotas. “La mayor parte de los clientes traen a sus perros cada mes para que siempre estén perfectos”.
Aunque su negocio es la peluquería, también cuenta con un espacio dedicado a la venta de productos de alimentación y accesorios. “Los accesorios de los perros se venden bien porque a la gente le gusta que sus mascotas cambien de collar y de correa, como hacemos nosotros con los bolsos y los zapatos”, explica.
Uno de los principales capítulos de gasto son las medicinas. Pocos laboratorios renuncian a tener una gama de productos veterinarios, ya que los márgenes son muy superiores a los que ofrecen las medicinas para humanos. Desde hace varias décadas, los sucesivos gobiernos españoles han presionado a las farmacéuticas estableciendo precios máximos para las medicinas recetadas, como haría cualquier comprador masivo (y la Seguridad Social lo es) pero no ocurre lo mismo con las prescripciones para animales, de forma que el mismo antibiótico puede costar tres o cuatro veces más cuando se compra en una presentación para perros o gatos que cuando se adquiere para humanos, ya que en ese terreno, los laboratorios fabricantes se mueven con tanta libertad para fijar los precios como les permita el mercado.
Los seguros, un producto aún por explotar
Menos de un 2% de los dueños de mascotas contratan un seguro
La contratación de un seguro de responsabilidad civil para mascotas solamente es obligatoria en España para los dueños de perros potencialmente peligrosos (PPP). Dicha póliza está destinada a cubrir los posibles daños que puedan causar a terceras personas estos animales cuya denominación es fuente constante de controversias y varía según la comunidad autónoma o, incluso, el municipio.
Aunque no es obligatorio, algunos dueños de otras razas de perros deciden contratar voluntariamente un seguro de responsabilidad civil, para evitarse posibles sustos ocasionados por el comportamiento de su mascota. Solo hay dos comunidades, Madrid y el País Vasco, donde todos los dueños están obligados a contratar estos seguros, independientemente de la raza de sus perros.
Sin embargo, la contratación de este tipo de pólizas apenas llega en España al 2%. Menor aún es la contratación de seguros veterinarios –destinados al cuidado de la salud de las mascotas–, prácticamente inexistente, a diferencia de lo que ocurre en otros países europeos.
En Suecia, el 90% de los perros y 50% de los gatos están asegurados y en Reino Unido, el 25%. También tienen porcentajes elevados países como Francia, Alemania, Países Bajos y Noruega.
La baja contratación de este tipo de seguros de salud contrasta con el dinero que los españoles gastan en sus mascotas –superior a la media– por lo que parece una cuestión de tiempo la igualación con otros países y los expertos están convencidos de que los seguros veterinarios van a ir claramente al alza. Hasta hace 10 años, ni siquiera existía en España una póliza semejante. Ahora, cada vez son más las compañías que ofrecen este tipo de coberturas, ya que saben que los dueños no escatiman en sus mascotas y la contratación de un seguro puede suponerles un buen ahorro en veterinarios.
Un amplio público
El negocio de las mascotas no solo se va haciendo más heterogéneo, al incorporarse nuevas especies (reptiles, pájaros exóticos, peces tropicales…) sino que también afecta a colectivos humanos más amplios. Desde niños y jóvenes que quieren tener como amigo un perro o un gato hasta personas mayores que encuentran en las mascotas una gran compañía, que mejora en su calidad de vida. Su compañero de cuatro patas puede que no hable pero contribuye a disminuir la ansiedad o la depresión de sus propietarios, aumentan la vitalidad e incrementan la actividad física. Unos efectos que están perfectamente comprobados.
Pero, sin duda, el grupo de dueños de mascotas que más ha aumentado, y que está empujando con fuerza este tipo de negocios, son las personas de entre treinta y cuarenta años.
“El 80% de mis clientes tienen entre 30 y 40 años. Son personas que tienen una relación muy importante con sus mascotas”, explica el veterinario Arce. Coincide también con esta afirmación Nieto, que asegura que gran parte de los dueños de sus peludos clientes tienen entre 25 y 45 años.
Es producto, en gran medida, de los rápidos cambios sociológicos que se están produciendo en España, donde la precariedad laboral y económica y los problemas de conciliación han retrasado la edad de maternidad o, directamente, han anulado la idea de tener hijos. Una de las consecuencias de esta realidad es que estas generaciones están optando por tener una mascota antes que descendencia.
La responsabilidad es mucho menor que la que acarrean los hijos, y también los gastos, aunque cada vez se dedique más presupuesto a las mascotas.
El mobiliario se suma a la tendencia
En vista de los nuevos cambios en el ámbito doméstico y la humanización que se está produciendo de las mascotas, ha surgido la moda de las casas pet-friendly, donde los equipamientos se adaptan a los animales. La variedad de muebles adaptados para las mascotas parece increíble: cunas, literas, escaleras, lámparas con iluminación especial incorporadas a sus camas, colchones, almohadas, tipis y toda una gama de objetos de decoración de lo más variopinto. Muchas empresa especializadas en mascotas ya están compitiendo en diseño de sofás chic y sillones de lujo que ya quisiera un humano. También han creado piezas que pueden ser utilizadas indistintamente por el dueño o por el animal. Incluso el gigante sueco, Ikea, tiene su propia colección para mascotas, creada por una diseñadora española.
María Quintana