Alfonso Osorio y el tren
Alfonso Osorio era uno de esos hombres de Estado que deparó un momento histórico crucial. Le tocó mediar, con tanta mano izquierda como perspectiva histórica, entre dos mundos, el que procedía del franquismo, y la nueva España democrática. Formó para Suárez un Gobierno de desconocidos, porque Suárez no encontraba grandes nombres de la derecha que quisieran secundarle en su aventura democrática, y eso acabó por resultar una bendición. También fue fiel a su tierra de origen, aunque Cantabria no le correspondiera.
Una de las espinas que Osorio siempre llevó clavadas fue el desastroso resultado de la conferencia que impartió en la Cámara de Comercio de Santander en 1970. Entonces era presidente de Renfe, y llegó a la región convencido de que traía las mejores noticias para su futuro pero salió escaldado. Acababa de hablar con el presidente del Banco Mundial, Robert McNamara y había conseguido financiación para finalizar el Santander-Mediterráneo, eso sí, con una solución más barata que nadie había contemplado hasta entonces, conectarlo por Burgos con Reinosa, desde donde bajaría a la costa por el tendido del ferrocarril Santander-Madrid.
Los periódicos no podían hacer críticas al Gobierno en aquella época pero sí a los alcaldes y otros altos cargos (una de las curiosidades del franquismo). Una mínima ventana que Alerta, el periódico del Régimen en Santander, no dudó en utilizar para cargar con toda su artillería contra la propuesta de Osorio, exigiendo la terminación del Santander-Mediterráneo tal como fue concebido.
La región se le echó encima cuando quiso acabar el Santander-Mediterráneo por Reinosa
La cascada de la polémica fue en aumento, en paralelo a otra que triunfaba en la época, cuando una parte de la población santanderina se sublevó contra la supuesta obscenidad de las dos figuras de bronce que había fundido Calderón para la fachada de la Caja de Ahorros.
Las estatuas al final se quedaron pero Osorio nunca quiso saber nada más del Santander-Mediterráneo, ni como presidente de Renfe ni cuando, posteriormente, fue vicepresidente del Gobierno o diputado. Que se las apañasen los cántabros como pudiesen.
Y nos debimos apañar mal, porque el Santander-Mediterráneo se acabó, pero con el carpetazo definitivo que le dio uno de los gobiernos de Felipe González. Nunca fue viable, porque el trazado atraviesa, desde Burgos a Teruel, lo que se ha dado en llamar la Siberia española, un quinto de la superficie nacional donde apenas vive nadie, lo que hacía muy difícil rentabilizarlo, pero la idea de Osorio quizá hubiese podido aprovechar la inversión ya realizada. Los cántabros apostamos por el todo y nos quedamos con la nada.