BREXIT: Incertidumbre entre los británicos que viven en Cantabria
Ante la inminente salida del Reino Unido
El 23 de junio de 2016 algo más del 72% de los británicos censados acudieron a las urnas para decidir si rescindían el contrato que mantienen con la Unión Europea desde hace 43 años. Cerca del 52% de los participantes decidió que era el momento de decir goodbye y, desde entonces, la palabra ‘Brexit’ ha dado la vuelta a Europa, al mundo y mantiene en vilo a la población, especialmente a inmigrantes, emigrantes y mercados financieros. Más ahora que se acerca el 29 de marzo, la fecha de divorcio entre Reino Unido y la UE, fijada por Ley. ¿Será una ruptura amistosa o un Brexit duro?
En plena incertidumbre sobre la retirada británica de la familia europea, se plantean dos escenarios. Si el divorcio se realiza sin un acuerdo amistoso de ruptura, podría suponer un peligro para el actual flujo libre de personas y mercancías entre las dos partes y supondría un cambio de escenario muy rápido: el 30 de marzo, Gran Bretaña se convertiría en un ‘tercero’ para la UE, con todas las consecuencias.
Sin embargo, si Reino Unido llega a un entendimiento con la Unión Europea, la situación no cambiaría de un día para otro, ya que Bruselas y Londres han acordado un periodo de transición que durará, al menos, 21 meses –desde el 30 de marzo hasta el 31 de diciembre de 2020–. Durante ese tiempo, Londres no participará en la toma de decisiones en la UE, pues ya no será un estado miembro pero mantendrá el acceso al mercado único y la unión aduanera. Además, se seguirá aplicando la legislación comunitaria en el país.
Aunque el Consejo Europeo, de acuerdo con el Reino Unido, podría decidir prorrogar este plazo, algo que parece probable atendiendo a la actual indecisión británica, medio mundo está pendiente de qué derroteros seguirá esta situación. Especialmente los ciudadanos comunitarios que viven en Reino Unido y los británicos que se han establecido en otros países de la Unión, como es el caso de España.
John Albon, formador autónomo:
‘¿Qué va a pasar con todos los años que llevo cotizando a la Seguridad Social?’
John Charles Albon nació en Watford (Hertfordshire), hijo de madre española y padre inglés. Se casó con una española y tuvo dos hijas, también españolas. Hasta 2001 la familia no vino a vivir a España. Desde entonces, este británico se hizo autónomo y se dedica, principalmente, a impartir formación sobre informática e inglés.
Albon admite que vivió el resultado del referéndum como un “fracaso”, y sigue a diario con incertidumbre este proceso a través de la cadena BBC.
Aunque su sangre es tan británica como española, eso no le ha otorgado la nacionalidad. Según las autoridades españolas su estatus es de “hijo extranjero”, por haber nacido de una madre española antes de la Constitución. “Si fuera de padre español, no habría problema”, explica. Sin embargo, tiene claro que a pesar de estas circunstancias no quiere renunciar a su nacionalidad británica ni pedir la española.
Como residente en España, lo que más miedo le da a este cántabro de adopción es la parte administrativa que conlleva esta ruptura. “Si ya no voy a ser ciudadano europeo, ¿van a definir otro tipo de NIE? ¿Voy a tener que re-registrar mi residencia? ¿Qué va pasar con todos los años que llevo cotizados aquí?”
Sea cual sea la salida que Reino Unido haga de la Unión Europea, John espera “que se respeten los años que lleva contribuyendo a la Seguridad Social y pagando sus impuestos en España”.
En Cantabria había algo más de 500 británicos empadronados el 1 de enero de 2018, apenas un 0,01% de la población regional, un porcentaje muy alejado del peso que tienen en otros lugares de España, un país en el que viven más de 300.000 británicos. En ciertas zonas costeras de Andalucía y Levante hay grandes concentraciones, hasta el punto que llegan a suponer el 50% de la población de algunos municipios.
No obstante, en los últimos cinco años, el número de residentes británicos en España se ha reducido en más de 150.000 personas. Son muchos los expatriados británicos que han estado regresando a Reino Unido desde la votación del Brexit.
Un tercio de estos expatriados tiene más de 65 años y su mayor preocupación es perder los beneficios de ciudadanos comunitarios cuando se produzca la salida de Reino Unido de la Unión Europea. Los brexpats, como muchos de ellos se hacen llamar, están esperando acciones concretas por parte de su Gobierno.
La sanidad y el voto
Una de las circunstancias que más preocupa a los británicos que residen en suelo español tras el Brexit es si tendrán acceso o no al Servicio Nacional de Sanidad (SNS).
La sede diplomática de Reino Unido en Madrid ha tranquilizado a los residentes británicos al respecto. El Gobierno de Pedro Sánchez está planeando medidas de contingencia para garantizar los servicios sanitarios a los británicos que viven en España, incluso si se produce un Brexit sin acuerdo. Eso sí, bajo una condición: que los más de 100.000 españoles que viven en el Reino Unido tengan las mismas ventajas.
Andrew Dougall, copropietario de Dougall’s
“Como en la fábrica, en Europa se funciona mejor en equipo”
Andrew Dougall es londinense y, aunque ya conocía Cantabria, no fue hasta 1997 cuando decidió abandonar definitivamente la capital de Reino Unido para asentarse en la región, donde conoció a Sophie, una francesa que se convirtió en su mujer y madre de sus tres hijas.
Llevar residiendo fuera de Inglaterra más de 15 años hizo que este empresario cervecero no tuviera derecho a votar en junio de 2016 y cuando sus compatriotas decidieron dejar la Unión Europea, Dougall acogió la decisión con tristeza, “no tanto por las pérdidas y traumas económicos, que sin duda supondrá la salida para el país, sino por ver con qué facilidad se puede convencer a la gente con un eslogan, unos datos falsos y alguna mentira más”, se lamenta. Para él, formar parte del proyecto europeo, con todas sus debilidades, es una alternativa mucho mejor que estar fuera de él. “Al igual que en la fábrica de cerveza, en Europa se funciona mejor en equipo”, añade.
Dougall recuerda que, al poco de vivir en Cantabria, aprendió el refrán que dice “¿Quién es tu hermano? Tu vecino más cercano” y explica que, a su juicio, Inglaterra debería darse cuenta de que el resto de Europa es ese vecino y que con el Brexit le está dando la espalda. El empresario inglés expresa apesadumbrado que le duele que esta situación proyecte una imagen de desdén de los ingleses con respecto a Europa.
El proceso de salida y la incertidumbre que supone también afecta en cierto modo al negocio de Andrew, a pesar de que puede presumir del crecimiento de su cervecera artesanal desde su fundación y de que su público es fundamentalmente nacional. Su eslogan es, precisamente, ’Piensa global, bebe local’–.
Las exportaciones de Dougall’s suponen únicamente el 3% de la producción y lo que ocurra en el Reino Unido no afectará apenas a sus ventas. Los problemas que le plantea esta situación son otros, los relacionados con la materia prima. “La mejor malta para hacer las cervezas que fabricamos proviene de Inglaterra y, ante la situación actual, la maltería nos está aconsejando hacer acopio, por lo que pudiera pasar”, explica.
A su modo de ver, las peores consecuencias que esta decisión puede generar a los ciudadanos británicos son la pérdida del derecho a viajar libremente y a trabajar en otros 27 países, aunque considera aún peor “la pérdida del pragmatismo y la moderación y su consiguiente sustitución por unas políticas y posicionamientos bastante extremos”.
Independientemente de lo que ocurra a finales de marzo, no renunciará a su nacionalidad y, de hecho, considera que muchos compatriotas tampoco lo harán porque “es un paso muy grande” y el Brexit puede, incluso, ser temporal.
Aunque no quiere aventurarse acerca de qué decisión tomarán los dirigentes de su tierra natal, tiene confianza en que, sea la que sea, “acabaremos por encontrar soluciones”.
Más allá del acceso al sistema sanitario, a muchos brexpats les incomoda perder otro derecho, el de participación en las elecciones. Concretamente, en las municipales, que son las únicas en las que pueden votar automáticamente los ciudadanos de la Unión Europea establecidos en otro estado miembro.
España y Reino Unido han llegado a un acuerdo, el primero de esta especie suscrito en el contexto del Brexit, que garantiza el statu quo en los comicios locales que se celebrarán en nuestro país el 26 de mayo y en Reino Unido el 2 de mayo. Este acuerdo, que se aplicará incluso en el caso de un Brexit abrupto, protege tanto el derecho a sufragio activo (poder elegir representantes), como el pasivo (poder presentarse como candidato). De hecho, aunque no es el caso en Cantabria por la escasa población británica que tiene, hay varias decenas de británicos con puestos de representación en ayuntamientos del sur de España, casi siempre donde existe un alto porcentaje de compatriotas viviendo.
La nacionalidad, un problema
Según cifras oficiales de la UE, el número de británicos que está solicitando la doble nacionalidad en distintos países comunitarios se ha duplicado con creces desde el referéndum del Brexit. Sin embargo, la legislación española no les permite esa práctica, ya que Reino Unido no se encuentra entre los países con los que España tiene un convenio de doble nacionalidad para sus ciudadanos. Esto supone un problema para muchos británicos, que no desean renunciar a la inglesa, a pesar de vivir en España.
Conforme a la legislación estatal, los británicos podrán adquirir la nacionalidad española si llevan residiendo en España diez años de forma legal y continuada. Esta espera se reduciría a dos años si son, además de británicos, nacionales de países especialmente vinculados con España (iberoamericanos, andorranos, filipinos, guineoecuatorianos, sefardíes o portugueses), y a un año si tienen vínculos familiares o territoriales con España, como por ejemplo su nacimiento en territorio español, su matrimonio durante al menos un año con un ciudadano español, o haber nacido fuera de España de padre, madre, abuelo o abuela originariamente españoles.
Ahora bien, jurídicamente, dicha renuncia solo implica asumir que en España utilizará la nacionalidad española, ya que carece de efectos vinculantes en Reino Unido, por lo que en la práctica podrán seguir ostentando las dos nacionalidades siempre que se lo permite el ordenamiento británico. Sea como fuere, la renuncia a la nacionalidad de origen es un tema delicado.
Alan Bray, fundador de la academia Brays
‘Sería una pena que sentimientos nacionalistas equivocados arruinasen el sueño de la UE’
Alan Bray nació en Rochdale (Greater Manchester), donde vivió hasta el año 1989, cuando él y su mujer Alicia, natural de Santander, decidieron mudarse aquí y fundar la academia de inglés Brays, donde ambos han sido profesores de inglés.
El británico recuerda la gran desilusión y tristeza que le causó la decisión adoptada en el referéndum sobre el Brexit, aunque cree entender las causas de lo que ocurrió, y las explica con una gran capacidad analítica en estos párrafos:
“Como ocurre en todos los países desarrollados, también en el Reino Unido, las clases medias y trabajadoras tienen una sensación creciente de desesperación y desilusión. Las políticas neoliberales, la globalización y los ordenadores van llevándose por delante muchos trabajos, tanto manuales como administrativos, mientras que los ricos siguen prosperando sin parar.
Ese descontento fue inteligentemente explotado por Rees-Mogg, Boris Johnson y otros que perseguían aumentar su poder y protegerse de cualquier intento por parte de Europa de instaurar impuestos a sus tratos financieros offshore o implementar costosas regulaciones medioambientales que les pudiesen perjudicar. Los partidarios del Brexit no podían admitir las causas reales de sus preocupaciones, para las que no tenían solución. Necesitaban encontrar culpables, para salirse con la suya. Así que la UE y los inmigrantes pasaron a ser los culpables de todo. Empezaron los eslóganes como ‘La UE está llevando a la ruina a nuestro país’, ‘Hagámonos con el control de nuevo’, ‘Se espera que vengan 40 millones de turcos’, ‘Demos a nuestra Seguridad Social los 350 millones de libras que la UE nos quita cada semana’…
Si a esto le añadimos que las zonas pobres de Inglaterra se unieron el sueño de los jubilados de Dunkirk y de la pasada gloria del imperio… pues terminamos como terminamos: con un estrecho margen de votos a favor de dejar la Unión. En este momento, mientras escribo estas líneas hay tres posibilidades.
1. Un Brexit duro.
2. Un Brexit blando (BRINO – Brexit In Name Only).
3) Otro referéndum.
La primera opción es como darse un tiro en la cabeza. La segunda es como el dolor que produce darse un tiro en la rodilla y la tercera –más un no al Brexit– sería el mejor resultado posible, aunque parece poco probable.
La Unión Europea ha sido un experimento maravilloso que nos ha unido a todos y sería una pena que sentimientos nacionalistas equivocados arruinasen el sueño”.
Bray no tiene la nacionalidad española, aunque manifiesta que le encantaría, siempre que no tuviera que perder la suya propia. Sin embargo, con la actual legislación española, no es posible, por lo que seguirá siendo inglés. “Entregar el pasaporte británico sería para mí como una traición a mi familia y amigos”, añade.
Respecto a los beneficios que puede perder como residente en España ante una salida abrupta de Reino Unido, prefiere no darle vueltas hasta que no haya nada decidido. Sin embargo, tiene claro cuál sería la peor consecuencia del Brexit en su caso: que le mandasen de vuelta a Inglaterra. Como explica Alan, se llevaría consigo un paraguas e inmejorables recuerdos y volvería con gusto junto a sus amigos ingleses de siempre. Eso sí, explica entre risas, “inmediatamente después, buscaría una ‘patera’ para volver a España. Si no, creo que mi mujer me mataría”.
Protección del turismo
España ha vuelto a batir, por sexto año consecutivo, su récord histórico en llegadas de turistas internacionales, con 82,8 millones de visitantes en 2018 –casi un millón más que en 2017, lo que supone un crecimiento del 1,1%– y Reino Unido, con 18,5 millones de turistas, sigue siendo el principal emisor de estos visitantes. Aunque el porcentaje ha descendido un 1,6%, sus nacionales siguen siendo los que más gasto conjunto realizan: 17.976 millones de euros, un 2,8% más que en 2017.
En una conferencia sobre el efecto del Brexit en el turismo español, el director de la Oficina Española de Turismo (OET) de Londres, Javier Piñanes, ha explicado que la leve caída que se ha producido en la afluencia británica está relacionada con la incertidumbre generada por la inminente salida de Reino Unido de la UE y la devaluación de la libra respecto al euro, pero también por otros factores, como la quiebra de la aerolínea Monarch Airlines –que traía a 1,5 millones de personas a España– y la recuperación de destinos competidores, como Egipto o Turquía.
Independientemente de este descenso de turistas británicos, es evidente que España sigue siendo su destino vacacional favorito. Como también es obvio que a España le interesa mantener esta afluencia de turistas ingleses. La salida de Reino Unido podría ser un problema para el turismo español, en la medida que supusiera restricciones a la libre circulación de ciudadanos. La implantación de fronteras y medidas burocráticas a la hora de viajar a un país no comunitario podría hacer que el número de turistas descendiera rápidamente. Sin embargo, los embajadores de los Estados miembros de la Unión han acordado que tras el Brexit los ciudadanos británicos puedan viajar al espacio Schengen sin visado, siempre y cuando vayan a realizar estancias cortas, de hasta noventa días en cualquier periodo de 180 jornadas.
Manuel Pascual, director de Brittany Ferries:
‘Un Brexit duro supondrá un caos que todos pagaremos muy caro’
El 20% de las mercancías que entran o salen del puerto de Santander tienen como origen o destino Gran Bretaña, lo que sitúa a este país como el número uno en los intercambios comerciales de Cantabria. En 2018 Brittany Ferries transportó alrededor de 16.000 unidades de carga con sus barcos e hizo posible que unos 180.000 pasajeros hicieran las rutas que conecta el sur de Inglaterra con Cantabria.
Estas cifras podrían peligrar ante la inminente salida de Gran Bretaña de la Unión Europea. De hecho, tal y como explica el director de Brittany Ferries en España, Manuel Pascual, aunque en 2018 la empresa ha tenido un buen año y ha aumentado el número de pasajeros, “las reservas de 2019 se están resintiendo, con descensos acusados”.
La empresa sigue con preocupación el desarrollo de los acontecimientos desde que se celebró el referéndum, aunque tiene la esperanza de que se alcance algún tipo de acuerdo que les permita preparar sus operativas para el próximo horizonte con cierta definición. Ante la incertidumbre actual, el responsable de la empresa teme que “la opción de Brexit duro supondrá un caos que todos pagaremos muy caro”.
Si se diera ese escenario, la consecuencia inmediata sería el descenso acusado de la libra frente al euro, lo que, tal y como explica Pascual, impactaría directamente en el poder adquisitivo de los británicos que quieren venir a España. Esto, a su modo de ver, podría suponer que comenzaran a buscar destinos donde su moneda mantenga el valor, con lo cual vendrían menos y los que viniesen harían menos gasto durante su estancia.
El responsable de Brittany Ferries intuye otra consecuencia de una salida abrupta que afectaría negativamente al turismo, las colas y esperas en los aeropuertos (donde no descarta el caos) y en los puertos (donde lo da por seguro). “Si esto ocurriera, algunos británicos podrían buscar destinos más cómodos”, añade.
También considera que los británicos que residen en España o que poseen viviendas en las que pasan largas temporadas tendrán dificultades añadidas y, como consecuencia, sectores como el turismo residencial o la construcción se resentirán.
Ante este posible escenario, Pascual tiene claro que se debe llegar a acuerdos que posibiliten seguir de alguna manera en un mercado sin fronteras. Recuerda que Reino Unido nunca ha pertenecido al espacio Schengen y, por tanto, siempre ha sido necesario pasar un control de fronteras, por lo que el auténtico problema se centra en la circulación de mercancías. “No llegar a un acuerdo en el libre comercio supondrá un grave problema para nuestras empresas exportadoras y, consecuentemente, para la economía española”, sentencia el director de los ferries.
Según las normas europeas, la exención de visado se concede a condición de que el otro Estado también la garantice, y el Gobierno del Reino Unido ya ha indicado que no pretende exigir visa a los ciudadanos comunitarios que viajen a territorio británico para estancias breves. Sin duda, una buena noticia para la economía del sector hostelero.
Mientras algunas cuestiones de interés van tomando forma, gracias a la preocupación y al consenso de varios gobiernos y de los organismos comunitarios, otros interrogantes siguen sin responderse, y mantienen al mundo en vilo. Sin duda, el más importante, se refiere a qué tipo de salida hará Gran Bretaña tras disolver una relación con la Unión Europea de más de cuatro décadas. Una respuesta que, para bien o para mal, pronto tendrá respuesta.
María Quintana