La erradicación del amianto, una tarea pendiente en España
Se estima que hay más de tres millones de toneladas de este material cancerígeno que deben ser retiradas
El amianto o asbesto es uno de los componentes del fibrocemento, conocido popularmente como uralita, debido al nombre de la empresa que lo popularizó como material de construcción. Este material se ha usado en una gran variedad de productos manufacturados y resultaba muy atractivo para las empresas por sus propiedades aislantes, mecánicas, químicas, la resistencia al calor y a las llamas, y su bajo coste, pero puede causar enfermedades mortales. Se estima que en España hay más de tres millones de toneladas sin retirar.
En España se importaron más de dos millones de toneladas de amianto desde 1906 hasta su prohibición, en diciembre de 2001. Convertido en fibrocemento, su volumen real es muy superior. Las variedades más perjudiciales para la salud, el amianto azul y el amianto marrón, ya habían sido prohibidas en nuestro país en 1984 y 1993, respectivamente. Sin embargo, la realidad es que a pesar de conocer sus riesgos y estar prohibido, sigue presente en construcciones anteriores a la prohibición, dado que la normativa no afectaba a los materiales ya instalados.
En España no es obligatorio retirar la uralita, siempre que se encuentre en buen estado y no haya agotado su vida útil por afecciones climáticas o naturales. Sin embargo, no existe un control eficaz, al igual que tampoco hay claridad en los procedimientos que se deben seguir. Ante su desgaste, muchas veces se ha optado por recubrir las piezas onduladas de uralita con otro tipo de material. Una solución que, aunque pueda funcionar a corto plazo y resulte muy económica, no es la mejor idea.
Pese a las recomendaciones de la Unión Europea, en estos momentos no existe en España ninguna iniciativa nacional para la localización y desamiantado de estructuras o productos. Algo que no deja de sorprender, ya que se calcula que en todo el país perviven más de tres millones de toneladas en casas, edificios, plantas industriales y lugares de ocio, sin contar el que se ha desperdigado sin ningún cuidado por la naturaleza.
Enfermedades respiratorias
Cuando pasan los años y el amianto se degrada o erosiona desprende unas partículas invisibles especialmente cancerígenas. Se trata de micropartículas o fibras de átomos de sílice y algunos metales, como el magnesio, el manganeso o el hierro. Al ser materiales no degradables ni orgánicos actúan como microcuchillas que quedan alojadas en los pulmones y vías respiratorias, provocando daños que pueden tardar en aparecer una década.
Las tres principales patologías asociadas a la exposición al amianto son la asbestosis o fibrosis pulmonar, el cáncer de pulmón y el mesotelioma (un tumor maligno del mesotelio). Además, la exposición al amianto puede causar cáncer de laringe y otras enfermedades pulmonares.
Retirada
El fibrocemento puede presentarse en distintas formas, desde tuberías hasta tejados. Por esa razón, la retirada ha de ser distinta, dependiendo de la estructura donde se encuentre. No siempre es peligrosa esta tarea, pero sí lo es cuando se encuentra en mal estado de conservación.
Lo más frecuente es que el amianto aparezca en las cubiertas exteriores de fibrocemento. Dada la potencial peligrosidad, la retirada de este material debe hacerse a través de los servicios de una empresa especializada.
El profesional evalúa primero el estado de la estructura y los trabajadores de la empresa especializada a los que se encargue su sustitución deben equiparse con protecciones individuales que garanticen su seguridad, desde mascarillas dotadas con filtros contra partículas a ropa de trabajo desechable con capucha.
Dependiendo de dónde se encuentre el amianto, se utiliza una técnica u otra. En las cubiertas exteriores se aplica una solución acuosa para evitar que se disperse durante la retirada.
Cuando está en la estructura metálica de un edificio, la técnica utilizada suele ser mucho más compleja, ya que una mala manipulación de la estructura podría tener consecuencias fatales. Por esa razón, los especialistas deben estar formados sobre el protocolo de trabajo y seguirlo estrictamente.
Cualquiera de las técnicas que se utilicen tiene como principal objetivo evitar que durante los trabajos se libere en el ambiente polvo con fibras de amianto, lo que comprometería tanto la salud de los operarios como la de cualquiera que transite por las inmediaciones.
Una vez se ha conseguido retirar amianto, debe envolverse en un material plástico que no deje pasar ninguna partícula de amianto. A partir de ahí, una empresa especializada se encargará de gestionar la eliminación del residuo de forma segura.
María Quintana