Las apuestas, la droga del siglo XXI
Más de veinte salones de juego están esperando la licencia de apertura en Cantabria, donde ya hay 35
La autorización del juego en España con la llegada de la democracia dio lugar al afloramiento de un fenómeno nuevo, la ludopatía, una adicción significativa pero que nunca llegó a causar tanta preocupación como la que se ha originado con la aparición de las apuestas por Internet, la droga del siglo XXI, como algunos lo definen. En Cantabria también están proliferando los negocios que se dedican a este sector hasta el punto que a en la actualidad hay nada menos que 22 solicitudes de apertura de locales en tramitación.
Cada vez son más las casas de apuestas repartidas a lo largo y ancho de Cantabria. La capital, especialmente, ve cómo los locales de juego conquistan las calles, y cómo muchos de ellos se sitúan cerca de institutos o colegios. Un fenómeno que está multiplicando las adicciones y el que los jóvenes lo ven como una alternativa de ocio más. El resultado es que la ludopatía se ha convertido en el trastorno psicológico que más aumenta, especialmente en edades tempranas.
Los datos del Ministerio de Sanidad apuntan a que las apuestas deportivas son ya la segunda causa, por detrás de las máquinas tragaperras, y que, entre los menores de 25 años, esta adicción se ha cuadruplicado en los últimos cuatro años. Si entonces afectaba a un 6% de los jugadores habituales ahora son ya uno de cada cuatro los que se pueden considerar enganchados.
La fundación de ayuda a personas con adicciones, Proyecto Hombre Cantabria, ha alertado en su Memoria de 2017 sobre el aumento de jóvenes adictos al juego online. Ese año, el número de personas que acudió a su programa para el tratamiento de ludopatías (23) creció un 53% y en 2018 se ha superado la treintena. Su perfil coincide con los datos que ha recopilado el Ministerio a nivel nacional: varones de entre 20 y 35 años, en su mayoría integrados socialmente y con una vida saludable en el resto de las áreas.
Combatirlo no resulta fácil, porque el juego se ha convertido en un modelo de negocio especialmente rentable: en 2017, el sector facturó 41.828 millones de euros, un 6,2% más que el año anterior, según el Anuario del Juego en España elaborado por la Fundación Codere. De ellos, 13.494 se jugaron por Internet.
El gasto real (dinero jugado menos el que vuelve a los jugadores en forma de premios) fue de 9.408 millones de euros, equivalente al 1% del Producto Interior Bruto del país (PIB). Como en el caso del tabaco o del alcohol, la Administración pública no es del todo inocente en este negocio, puesto que el juego le reporta 1.657 millones de euros en impuestos (450 pagados por los ganadores de premios y 1.207 por las empresas).
El crecimiento es especialmente llamativo en la industria del juego online, que de momento está formada en España por 52 compañías. En cuatro años han duplicado sus ingresos netos, ya que han pasado de 229 millones de euros en 2013 a 560 millones en 2017, y en estos últimos tres años están creciendo a un ritmo del 30% anual.
El juego en Cantabria
En la región, donde entre los juegos físicos y los online se puede calcular el gasto neto en algo más de 100 millones de euros al año, hay cuatro tipos de establecimientos autorizados para la práctica del juego presencial: casino, bingos, salones de juego y locales de apuestas.
Cantabria cuenta con un casino –el del Sardinero– y con cinco bingos, desde hace mucho tiempo, de los cuales cuatro están en Santander (Yumbo, Fénix, Benidorm e Infantas) y uno en Torrelavega (Real).
También existen siete locales de apuestas, ubicados en Santander (2), Torrelavega, Maliaño, Astillero, Los Corrales y Cabezón de la Sal. Aunque puede parecer un número reducido, hay que tener en cuenta que el Reglamento regulador de las apuestas en Cantabria es de 2015, lo que indica que solo tienen tres años de existencia como máximo.
Pero nada crece tan rápido como los salones de juego. Según cifras del Gobierno de Cantabria, actualmente hay 35, de los que 16 están en Santander, cinco en Torrelavega, cuatro en Castro Urdiales, dos en Muriedas y Santoña, y uno en Laredo, Reinosa, Los Corrales de Buelna, Colindres y Astillero.
El mismo decreto que abrió la puerta a los locales de apuestas permitió que estos salones pudiesen ofrecer apuestas deportivas. Este hecho ha marcado su evolución. En 2014 había 22 y, tras la aprobación del reglamento han aumentado casi un 50%. Lejos de ser una moda pasajera, la cifra crece de una forma espectacular. Según datos del Gobierno regional, en el Servicio de Juego y Espectáculos se están tramitando ahora mismo 22 expedientes para aperturas de otros tantos establecimientos.
Alarmado por esta avalancha, el Gobierno regional modificó el año pasado la Ley del Juego de la comunidad, imponiendo mayores distancias entre salones, que han pasado de estar separados entre sí 150 metros, como mínimo, a 500 metros.
Con estos datos, no parece raro que los cántabros hayan gastado en apuestas presenciales 13,6 millones de euros en 2017, frente a los menos de ocho del año anterior, según datos del Ministerio de Hacienda. Habría que sumar otros 19 millones gastados en bingos y casi 15 en juegos de casino, así como todo lo jugado por Internet –lo cual no es fácil de calcular–.
Regulación
Desde que en 1977 se despenalizó el juego en España, el Estado regula los juegos en el ámbito nacional (loterías, apuestas deportivas y los sorteos de la ONCE), mientras que son las comunidades las que han ido reglamentando los juegos que se realizan exclusivamente en sus territorios (máquinas recreativas, bingos, casinos…). El juego en Internet escapaba de ambas normativas y la Ley tuvo que ajustarse a las nuevas circunstancias. En 2011 se aprobó un decreto real de Regulación del Juego, que regulaba por primera vez el juego online en España.
Sin embargo, el preocupante aumento de ludopatía parece indicar que las medidas administrativas fueron muy insuficientes y algunos municipios de la región, como Santander, Santa Cruz de Bezana o Piélagos, han empezado a tomar cartas en el asunto, con decisiones que pretenden limitar la proliferación de los salones de apuestas o de juegos de azar, especialmente en las proximidades de centros escolares o locales juveniles. Estas restricciones, propuestas en los distintos ayuntamientos por Izquierda Unida y aprobadas por unanimidad en todos los casos, pretenden luchar contra la ludopatía juvenil.
El Parlamento de Cantabria, a su vez, ha dado luz verde a una iniciativa unánime para instar al Gobierno regional a elaborar un Plan de Prevención de la Ludopatía en Jóvenes y un Programa de Juego Responsable, destinado a evitar que siga aumentado el número de personas con este trastorno.
Publicidad
Queda por resolver el espinoso asunto de la publicidad sobre los juegos de apuestas en cualquier plataforma y en cualquier horario –incluido el infantil–. Una incitación desde edades muy tempranas que, además, ofrece una imagen positiva del juego, asociada a los rostros de deportistas de élite y de otros personajes famosos. Es habitual ver publicidad de apuestas en estadios de fútbol y en equipaciones. Solo con los patrocinios de estas firmas, el fútbol español ingresa más de 600 millones por temporada. El 75% de los equipos de La Liga cuentan con una casa de apuestas entre sus patrocinadores.
En 2017, el gasto en publicidad del juego ascendió a 112 millones de euros. Si todas las empresas de este sector contabilizasen como una sola, hubiera sido la marca con más inversión en publicidad de ese año, por encima de gigantes como El Corte Inglés o Volkswagen.
A eso hay que añadir que cantidad destinada a publicitarse está creciendo muy rápidamente. Solo en los tres primeros meses de 2018, las empresas gastaron casi el 40% de todo lo que invirtieron en 2017, según la Fundación Codere.
Son muchos los grupos que muestran su desacuerdo con estas prácticas y parece que la clase política también cree necesario una regulación. A pesar de que el Gobierno rechazó la prohibición absoluta de la publicidad de los juegos de azar, por tratarse de una actividad legal, el Congreso ha apoyado recientemente una moción de Unidos Podemos para regularla, con el voto a favor de todos los grupos a excepción de PNV, que se ha abstenido. Así esperan evitar que estos juegos se anuncien en los medios de comunicación –con limitaciones similares a las aplicadas a tabaco y alcohol– y que se apoyen en personajes reconocidos por el público, especialmente por los menores.
Algunos países, como Italia, han llegado a prohibir la publicidad de actividades de juego y apuestas, así como el patrocinio de eventos por parte de compañías operadoras de estas actividades, pero todo parece apuntar a que en España esta cuestión se abrodará desde una perspectiva de equilibrio entre la protección de las personas y el derecho de las empresas de promocionarse. Una decisión que difícilmente podrá contener la dramática evolución del problema de la ludopatía.
Los operadores de tragaperras también son partidarios de regular la publicidad
Tras una aparición del presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, en ‘El Hormiguero’ en la que hizo especial hincapié en el problema de la ludopatía y lo asoció al juego de apuestas en general, el presidente de la Asociación Cántabra de Empresas Operadoras de Máquinas Recreativas (ACEO), José Ramón Sáinz manifestó que el dirigente hizo alarmismo, al mezclar el juego online con el presencial, asegurando que en el suyo (el presencial) no se dan las conductas que el presidente regional censura.
“Si bien es cierto que –como en cualquier otra actividad–la práctica abusiva del juego puede desembocar en una adicción, no lo es menos que en España contamos con regulaciones de las más avanzadas en protección de menores y de personas con problemáticas conductuales, y con un empresariado muy comprometido en su cumplimiento”, dice Sáinz, que cita unas palabras recientes de la máxima responsable del Plan Nacional de Drogas: “El juego está en cifras que no son alarmantes, pero hay que prevenir para que no llegue a serlo”.
Donde los empresarios de máquinas recreativas se muestran más de acuerdo con Revilla es “en la necesidad de abordar urgentemente una regulación de la publicidad de manera proporcionada, especialmente en lo relativo al juego online y el desarrollado desde el ámbito público, al detectarse prácticas agresivas que pudieran poner en riesgo la protección de los sectores vulnerables, comprometiéndose la imagen de todo el sector”.
María Quintana